Juan Tobías León Ortega
Nuestra fuerza amorosa navegaba en paralelo sideral, sin darnos cuenta que el amor es uno, nos encontrábamos sumergidos los dos en la magia del valle taíno que brotaba en cantos y pasiones, en el jardín en que una vez Yucahú impregnó su arte de arcoíris danzantes, de un amor a destiempo, que con su silueta perdida en espacio y tiempo estremecía en belleza y juventud, el porvenir de muchos años, sin saberlo, soñábamos juntos, bailábamos juntos, dormíamos juntos, nos besábamos juntos, era sólo el advenimiento de una primavera imperecedera que con sus flores, néctares y aroma nos esperaba para un eterno amanecer, ni Guabancex con sus predicciones en el valle profundo, pudo apartar el rumbo de lo que un día nuestro amor sería capaz, eras tú tierna, sonriente, bella, eras hija del tiempo y del destiempo, pero con tu pasión se tiñeron los ríos del Maguana del azul más profundo que aguas tuvieran, los Manglares florecían, las flores de los Framboyanes eran eternas, y los Lirios del Mijo con su blanco celestial sonreían a tu paso, y la fuerza se hizo, y triunfó el porvenir, los amores se juntaron en bohío maguanero, y bailamos con areito, brindamos con Mabí el paladar dulce de nuestras vidas que los dioses bendecirán en el huerto de nuestro amor.
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