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martes, 15 de febrero de 2011

Cimarrón: Un disfraz de resistencia


Autor: José Enrique Méndez

Y a propósito de sobre vivencia y de resistencia, aquí recogeremos, “Aquí lo diremos porque ya se ha olvidado… Ya se ha olvidado el alba en que llegó nuestra vida…Ya se ha olvidado como lléganos de ultramar de la Sombra”[1]

Durante más de cuatro siglos el continente Americano soportó el fenómeno de la esclavitud, acontecimiento que costó como mínimo veinte millones de vidas de seres humanos.

Las cifras de “la Trata”, el número de personas esclavizadas procedentes de África varía, según distintas estimaciones “entre los 10 y los 28 millones de personas, aunque hay quienes hablan de 60 millones. Hasta 1850, al menos 13 millones fueron a parar a las colonias de América, especialmente Norteamérica y el Caribe. Además el investigador Enrique Peregalli, calcula que habría que añadir un 25% de muertos durante las capturas y otro 25% durante el viaje por el Atlántico. También se calcula que unos 17 millones fueron vendidos en el Índico, Oriente Medio y el norte de África”[2]


“Entonces vino la palabra”[3], las penurias de los esclavos negros capturados, traídos por la fuerza al continente:

“Embarcados en los navíos negreros, a los esclavos se le encerraba en la cala, en galeras, uno encima del otro. Cada cual ocupaba un espacio de 4 o 5 pies de largo por 2 o 3 de ancho, de tal forma que no podían ni estirar las piernas ni sentarse. Contrariamente a las falsedades propagadas por los esclavistas acerca de la docilidad de los negros, las sublevaciones y revueltas de estos en los lugares de embarques, y también a bordo, eran incesantes. Para evitarlas se encadenaban los esclavos de pies y manos, unidos por filas a lo largo de una barra de hierro. En esta posición permanecían durante todo el viaje, y se levantaban solo una vez al día para hacer algún ejercicio y ayudar a los marinos a vaciar las inmundicias acumuladas (….) Como observa un escritor de su tiempo, en ningún lugar sobre la tierra se encontraba más miseria que en un barco negrero(.....) “El infeliz esclavo- - fue traído desnudo. Todo tuvo que dejarlo en su tierra nativa, no trajo nada material, todo lo que traía lo traía por dentro., pero a falta de familia y de bienes, trajo su espíritu, su cultura, sus cantos, su música, su danza, su lengua, su religión. Los negreros que lo despojaron de su libertad no pudieron despojarle de sus creencias ni de su afán de resistencia. ¡Qué gran adquisición habría sido para los magnates del economismo colonial poder importar negros sin espíritu! Fue ese espíritu el que le dio vida a nuestra lengua, a nuestra música, a nuestro carácter, a nuestra forma de reír, gestear y de andar, a nuestra identidad nacional”[4].

“La desaparición de la población aborigen obligó a los colonizadores a desarrollar un modelo económico caracterizado por la explotación intensiva de la mano de obra esclava. A partir de este momento Santo Domingo se va a convertir en el principal centro negrero de las Indias”[5]


"Pero la isla era rebelde y había resistencia tanto espiritual como marcial: los palenques de los cimarrones, apenas fuera del alcance de las ciudades de la llanura, encontraron su contraparte espiritual en los dioses mercuriales de los mulatos, sus altares a plena vista y aún así fuera de los limites ortodoxos, y mas aún invisibles. Esta duplicidad, digna de los patriarcas, era el medio por el cual los forasteros sobrevivieron en una tierra extraña, caminando con un par de ojos en la nuca, vivieron su éxodo por la ironía de cada palabra, cada gesto, cada mirada que habló sobre una misteriosa e ilícita promesa, que solamente se cumplía fuera de la ciudad amurallada, en el desierto, la montaña, los ardientes matorrales del trópico"[6].

“Apenas cumplida la primera mitad de la centuria se estima que de los 44,000 habitantes de la Isla, unos 30,000 (68%) eran esclavos. De otra parte, frente a los brutales métodos de explotación que imponen los colonos españoles habría de ir en aumento la fuga de esclavos, tanto individual como colectivo, y en diciembre de 1522 estallará la primera insurrección negra de importancia en la Isla. Para el año de 1545 se estimaron en 7,000 los negros prófugos del poder de sus amos”[7].


Para llevar a cabo las Devastaciones se hizo traer un contingente de tropas del presidio de Puerto Rico, ya que se esperaba que los habitantes de las regiones afectadas resistieran con las armas en las manos. Estas tropas también tendrían la misión de combatir a los piratas y contrabandistas que localizaran en el momento de efectuar el traslado forzado de las poblaciones. Además debían garantizar, mediante rondas punitivas periódicas, que no quedaran personas en las zonas despobladas principalmente negros cimarrones, e imposibilitar que los extranjeros comerciaran con ellas o se dedicaran directamente a matar las reses salvajes de los lugares despoblados o a utilizarlos como punto de refugio y bases para atacar a los navíos y territorios españoles.

"Las poblaciones de Neiba y San Juan de la Maguana fueron llevados próximos a lo que fuera la villa de Buenaventura lugar que quedaba a diez leguas de Santo Domingo. Ambas poblaciones estaban compuestas por gente rebelde a los que llamaban “Grifos” los cuales durante mucho tiempo anduvieron alzados en la sierra de Bahoruco, de ahí el peligro que había en esos lugares[8].


Ese mismo año del 1543 el Gobernador y Presidente de la Real Audiencia, Lic. Alfonso de Carreto se enfrento con decisión a las rebeliones de los esclavos, llamados negros cimarrones, que asaltaron pueblos pillándolos.

San Juan de la Maguana fue objeto de un asalto de estos negros cimarrones, ya unidos al grupo de Diego de Guzmán y capitaneado por éste, pillándolo. En la refriega murieron un español y dos esclavos. Otra manada de esclavos fugitivos dirigidos por Diego del Campo, acosadas de La Vega, pasando por San Juan quemó casas en los ingenios, huyendo hacia las montañas de Bahoruco.

El Ingenio de Juan de León, fue el refugio de la ciudad durante los “Años Negros” de 1606 a 1732 que duró la despoblación de San Juan ordenada por el Gobernador Antonio de Osorio. San Juan fue quemado por Bartolomé Farfán de los Godos en mayo de 1606, y este recogió mucho ganado para su provecho. Se aprecian los túmulos de un viejo cementerio (de 350 años) algunos Muros de Piedra y el canal hasta la rueda. Los campesinos a veces arando encuentran monedas españolas de los años de 1650 y más viejas.

Don Juan de León y su familia, dueños del Ingenio de Manoguayabo en San Juan, soportan junto a unas pocas familias hateras, todas las adversidades al regresar solos a sus lares luego de la desolación ejecutada por el codicioso Bartolomé Farfán de los Godos, por ordenes del Gobernador Osorio en 1606.El ingenio es la única comunidad que puebla el valle desde 1606 hasta 1733 en que se vuelve a repoblar San Juan al restablecer su cabildo.

Según nos describe el Ingeniero Hidráulico Sinecio Ramírez Suazo, “el ingenio de Juan de León fue un ingenio de verdad movido por una rueda hidráulica alimentada por un canal. Se conservan los restos de los gruesos muros de mampostería de la casa de molinos y la casa de purgas donde se escurría la miel de purga filtrada entre los cristales del azúcar crema”.

Este ingenio, como expresamos en otro texto, “superó las devastaciones de Osorio: su población no desapareció totalmente, ya que Don Juan de León y su familia, dueños del ingenio de Manoguayabo en San Juan, soportaron junto a unas pocas familias hateras, todas las adversidades al regresar solo a sus lares luego de la desolación (...) el ingenio es la única comunidad que puebla el valle desde 1606 hasta 1733 en que se vuelve a repoblar San Juan al restablecer su cabildo.” [9]

Ya hacia el año 1550 la primera Villa de San Juan casi desierta a causa de las incursiones de los llamados “negros cimarrones,” quienes tomaron a San Juan como punto de paso entre el Cibao y los”Manieles” de Neyba y Bahoruco, ocasionando innumerables daños en sus travesías. Estos “negros cimarrones” engrosaban continuamente las fuerzas de la rebeldía encabezadas por Enriquillo.

Fue así, de esta manera que una vez más lo imaginario, el juego de las mentalidades hizo su aporte a la historia de San Juan.

"Esta mudanza fue aprovechada por los negros de los alrededores que desde hacia años se encontraban alzados, quienes negociaron su participación con la Audiencia a cambio de ser asentados en los lugares despoblados de San Juan de la Maguana, lo cual no fue difícil pues apenas llegaban a veintinueve. Las protestas de los vecinos de San Juan de la Maguana, por su parte, y de la misma población de Santo Domingo, que decía que de San Juan era donde esta la ciudad se proveía de quesos, mantequilla y sebo, hizo que al poco tiempo se permitiera a los vecinos regresar a sus antiguos sitios, quedando así toda la población española de la Isla reducida a los límites des la guardarrayas impuestas por las autoridades que prohibían a los vecinos bajo pena de muerte adentrarse más al norte o al oeste de Santiago de los Caballeros y más al oeste de San Juan de la Maguana y Azua”[10].

En el caso Batey, término que originalmente era Ceremonia, en parte lúdica y en parte judicial, practicada por los aborígenes taínos, se dio un préstamo cultural –un tanto impuesto por la fuerza dominante- al convertirse en la designación del sitio o lugar de convivencia de las comunidades cimarronas afrocaribeñas. Su fuerza es tal que en estos momentos existe la Sección El Batey de San Juan. Esta sección del Municipio San Juan, fue fundada hace más de 400 años por orden de la Real Audiencia (Suprema Corte), sus habitantes originales fueron encabezados por Juan Sebastián Lemba y protagonizaron el primer grito de abolición de la esclavitud negra en América. La extensión del término ha sido tal que así son designadas las zonas ocupadas por las viviendas y demás edificaciones en los ingenios azucareros del Caribe.

En San Juan, el abuelo Lemba es el personaje más popular cuando se busca alguna conexión con la ascendencia africana. Traía en las venas el amor a la música de los tambores, al ritmo, a los colores brillantes y relucientes. Destacado por su lucha en defensa de sus derechos y en contra de la esclavitud, en 1546 se alzó, atacó el ingenio de San Juan de la Maguana y recorrió victorioso buena parte de la isla. Embistió al reducto indígena del cacique Enriquillo, trece años después de su muerte, como represalia por la traición de este a la causa de libertad.

Jon Anderson embriagado en el Camino de los Negros, en peregrinaje a pie y al azar por el mundo; tocando temas que andan a la culebra; hallazgos de una vida vagabunda; desperdicios que quizás no le interesan, pero que le alimentan termina diciéndonos:

El “camino” es sufrimiento y liberación, ignorancia y aclaración, abstinencia y abundancia. Es travesía de engrillados sobre aguas turbulentos, y un vuelo suelto a través de ardientes arenas. Son 18 kilómetros de polvo y calor, de andar descalza por un brusco sendero al lado de la montaña. En la cumbre está cantar, bailar y agua limpia que salta de la roca. Al fijar un pie en el camino se experimenta una transformación fundamental, escapando, por un instante, del uno mismo y de la circunstancia. El roce de los pies sobre pedregosos senderos, la llamada y la respuesta de los suplicantes, el relincho de burros y caballos, los chillidos de las ruedas de sobrecargados vehículos – este clamor de lucha hace eco por los corredores de la historia y resuena con la fuerza suficiente para romper en pedazos los muros de la experiencia y tumbar las ciudades de la llanura. La revelación cobra con sangre, sudor y sumisión, y sobreviene a aquellos que andan mas allá de todo lo que saben”[11].

La contribución del africano y sus descendientes al desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe fue decisiva. La mano de obra negra no sólo levantó grandes fortalezas, castillos y monumentos sino que creó un mundo de expresiones culturales único en el continente, que se pudo conservar por el inexplicable recurso de una oralidad que resistió el olvido gracias a una memoria colectiva, que puede calificarse como uno de los más valiosos patrimonios de la humanidad.

En esa lucha muchos son los que han abierto brechas inmensas en el estudio y la indagación de esta presencia, sembrándola semilla del reconocimiento y la revalorización de una herencia cultural que nos enorgullece y que es portadora de una energía social que ha generado no solo un patrimonio extraordinario en el terreno de las artes y el pensamiento, sino una cultura de la resistencia que es hoy un estandarte de los pueblos del continente[12].


Bibiografía

[1] Popol-Vuh, I

[2] Enciclopedia digital libre Wilkipedia

[3] Popol-Vuh, II

[4] José Luciano Franco, La diáspora Africana en el nuevo mundo

[5] Genaro Rodríguez Morel, compilador, Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo XVII, Pág.22

[6] Jon Anderson, Internet, El Camino de los Negros

[7] Vicenta Caamaño de Fernández, en su obra El Negro en la Poesía Dominicana

[8] Genaro Rodríguez Morel, compilador, Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo XVII, Pág.37

[9] Luís Enrique Matos, José Enrique Méndez, Carlos Vicente Castillo, San Juan de la Maguana una Introducción a su Historia de Cara al Futuro.

[10] Henry Sena, Diario Moveb, Historia de Bayaguana

[11] Jon Anderson, Internet, El Camino de los Negros

[12] La ruta del esclavo: africanía y oralidad, Miguel Barnet

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