Autor: David Álvarez Martín
Filosofo- articulista - Profesor de la PUCMM
5TO SEMINARIO DE LA DOMINICANIDAD E IDENTIDAD CULTURAL
En esta ciudad existe el criterio según el cual el progreso y el desarrollo están fueras de la frontera de la provincia. Están en la capital, en Santiago, en el este y fuera de la isla, preferiblemente los Estados Unidos. Pero el que emigra no deja ser un aventurero al cual le puede ir bien o mal en su aventura. Y para algunos emigrantes esa jornada ha venido a ser peor que el haberse quedado en el terruño.
En nuestro caso particular es obvio que no planteamos la emigración como solución al problema. Somos de los que creemos que más tarde o más temprano San Juan de la Maguana tendrá que abrir los ojos y darse cuenta que debe trabajar con más ahínco por el propio desarrollo y que los gérmenes de ese desarrollo están en sus propias gentes. Lo que hace falta es un despertar...
San Juan de la Maguana tiene los hombres y las mujeres capaces de juntarse y unidos trazar un plan de desarrollo en el cual encajen todos los sectores posibles, incluyendo los partidos políticos. Con un poco de visión y de buena voluntad ello podría lograrse. Y darse cuenta que debe trabajarse con mas ahínco por el propio desarrollo y es que no se concibe, por ejemplo, que habiendo en el país unas 500 zonas francas instaladas en San Juan de la Maguana no haya una sola de estas. Corno contraste a esa realidad, cualquiera se queda estupefacto al saber que solo en Santiago de los Caballeros hay 131 empresas de zona franca.
¿Qué le pasa a los sanjuaneros? es una pregunta que debemos responder. Porque San Juan de la Maguana ocupaba el tercer lugar en desarrollo hace solo unos años, y hoy en día ocupa el lugar numero 12. Como si eso fuera poco la división de alimentación de las naciones unidas colocó a San Juan de la Maguana como una de las diez provincias más pobres de la Republica Dominicana, y donde existe un gran contingente de familias que viven por debajo de la línea de la pobreza.
Cuando la fuga de cerebros se acentúa en nuestra comarca. El asunto es altamente preocupante. Esos cerebros falta para planificar el presente y el futuro, el comercio, la industria, la cultura, la educación, el deporte, la salud pública.
Este planteamiento nuestro de hoy debe servir como un simple granito de arena para la reflexión. El tema es muy amplio y difícil o imposible de tratar adecuadamente en pocos minutos. Por eso únicamente aspiro a que estas meditaciones sean adecuadamente. los que vivimos aquí estamos obligados a echar el pleito aquí. Muchas gracias.
Mi padre tenía negocios en Barahona, Las Matas de Farfán y San Juan de la Maguana desde el 1958, básicamente la venta de cuadros, prendas y relojes. A mediados del 59 Se estableció en una casa de la 16 de agosto y en diciembre de ese mismo año se casó con mi madre en Santo Domingo y vinieron a vivir aquí. Mi madre no le gustó la casa de la 16 de agosto y mi padre encontró en alquiler la mitad izquierda de la casa que estaba en la Anacaona #53, ahí vivimos siempre. Antes de finalizar tos 60 alquilaron la casa completa hasta que se mudaron a la capital en agosto del 1982.
Mi crianza se dio en un ambiente donde predominó hasta mis 15 años el entorno del hogar, el vecindario y el Colegio Padre Guido Guildea que en ese entonces se llamaba Colegio Parroquial y la Secundaria era el Colegio San Vicente Ferrer. A partir de los 15 anos mi horizonte se expandió con el contacto de los grupos de la Iglesia católica, la catequesis de los sábados, las monjas mercedarias, el grupo AJEC, los talleres de Educación para el Amor y al final los campamentos para niños que comenzaron en el 1978. Añadiría a eso mi involucramiento en Interac. Mi proceso de identificación como dominicano considero que tuvo su punto de Inflexión entre los 14 y 15 años y se enriqueció enormemente con el contacto y el trabajo con gente de todo tipo en toda el área de la provincia de San Juan, especialmente con los campesinos de la zona norte del valle.
§3 Respecto a los factores de gestación de identidad -en el contexto ¬del argumento de Zubiri- durante mi formación aquí quisiera destacar algunas cosas.
3.1 En primer lugar el aislamiento. Estoy convencido de que uno de los factores que mas contribuyó a una cierta idiosincrasia de los sanjuaneros fue el aislamiento que vivimos hasta mediados de los 70, cuando se abrió el Número y comenzó el servido de autobuses entre San Juan y Santo Domingo. (San Juan tiene 4 referentes de salida de manera natural, hacia el oeste Haití, al norte Santiago, al Sur el puerto de Barahona y al este Santo Domingo) Desde el inicio de la dictadura trujillista y hasta mediados de los 70, San Juan se mantuvo aislada de las vías de tránsito de poblaciones y mercancías del país, sin recibir grupos poblaciones significativos e impulsando de manera regular las nuevas generaciones de las diversas capas sociales a la búsqueda de trabajo y estudios avanzados especialmente en Santo Domingo.
3.2. La existencia de una sociedad" clase media y alta vinculada a la propiedad y producción agrícola y el comercio, con una tradición desde inicios del siglo XX. Con apellidos determinados: Ramírez, De los Santos, Valenzuela, Montes de Oca, etc.
3.3 Un sector urbano pobre que fue formando una franja alrededor del río y patle de la zona sureste (me refiero a los años 70) y que subsistía del sector informal, servicios diversos al grupo medio y alto, y que por la vía de la educación muchos de sus descendientes han logrado escalar socialmente tanto en el pueblo, como en Santo Domingo y el extranjero.
3.4 Un campesinado mayoritario, dedicado a la explotación de parcelas de subsistencia hacia las laderas de montaña y en las tierras llanas como peones en la siembra y cosecha. Campesinado que en los 70 tenía una fuerte articulación familiar y cohesión social en gran medida debido al aislamiento, en especial llegué a conocer bien las comunidades de la zona norte del valle.
3.5 Es en ese contexto que acabo de mencionar es que ubico la experiencia liborista, un caso único en el país que refleja las condiciones que permitieron la gestación de procesos de ese tipo.
3.6 Una Iglesia Católica de origen norteamericano, tanto en su Clero, corno en sus religiosas, especialmente desde finales de la década de los 50. Posteriormente se sumaron Sacerdotes y monjas españolas.
3.7 La dependencia de la agricultura -sin incrementos significativos de productividad o desarrollo industrial- conlleva necesariamente la emigración de las nuevas generaciones a tasas regulares. si le sumamos factores de inmigración, de zonas más pobres del país o Haití, tenderíamos entonces a un mayor nivel de empobrecimiento.
San Juan de la Maguana
Por David Alvarez Martín
Yo nací en un valle donde todas las tardes llovía agua fresca y cristalina, que pintaba calles y casas de charol. Apetecía en esos atardeceres una taza de chocolate caliente y una frazada para dormir tibiamente. El tiempo corría al paso y desperdicié horas infinitas en contemplar la naturaleza y la gente. En las mañanas de invierno nos arropaba la neblina más espesa que haya visto, caminaba al colegio porque conocía la ruta y al cruzar por el mercado el aire se endulzaba de café y jengibre recién colados. De arrozales inmensos se llenaba la primavera, cual océanos amarillos, y el verde intenso de los laureles pintaba casi todas las calles. El sol nos visitaba siempre tarde, porque debía escalar nuestras lomas y de chiquito aprendí que el pico Duarte estaba en el norte de nuestro valle.
Yo crecí en un valle donde los cielos siempre fueron azules y limpios, y corríamos bicicletas en grupo, por estrechos caminos vecinales, entre los sembradíos, cruzando rigolas, explorando los charcos de los ríos y nos hartábamos de mangos bajo el zumbido de millones de mimes. Cada atardecer en el parque, nos deleitábamos del concierto de chicharras mas exquisito que oído humano pueda escuchar. Sincronizadas, ondulantes en su intensidad, siguiendo una partitura secreta que aprendimos a fuerza de repetición. Los bancos de granito, siempre fríos, donde echamos tantas plática mientras pasaban a nuestro lado todos los conocidos, porque allí en mi pueblo, todos nos conocíamos.
Yo viví en un valle que al levantar la mirada por cualquier punto cardinal veía montañas. Azules, marrones, verdes y superpuestas unas a otras, de pendientes suaves, como si todas estuvieran abrazándonos. Con calles formando rectángulos hasta el río que dibujaba los limites al oeste. Mas allá, la planicie elevada de Santomé, fermentada por sangre orgullosamente dominicana, en la épica independentista. De ese pueblo, en el que en su entrada un arco emblemático señala su inicio, vengo yo, donde la tierra es la madre. Agricultores por vocación, que generación tras generación se deshacen de sus juventudes más brillantes por no poder sostenerlas. Nido vacío que alberga ancianos o campesinos venidos de lugares más pobres. Pueblo con mucho pasado y un presente disperso. Terreno enpapado con la sangre de Francisco del Rosario Sánchez y sus compañeros, vanguardia de la Restauración. Valle donde Liborio Mateo enfrentó al marine invasor y resucitó en centenares de campesinos masacrados por el autoritarismo y la intolerancia en el llano de Palma Sola.
San Juan es mi origen y cuna espiritual de un gringo irlandés, obispo, varón valiente, que enfrentó al sátrapa Trujillo, cuando muchos dominicanos se postraban a sus pies. Ahora, acunado en el corazón del valle, en la Catedral, Monseñor Reilly es testimonio indudable de que la patria se gana, no se hereda. Pero antes que virreyes, gobernadores y presidentes, tuvimos una Reina. La más hermosa, la más valiente, mártir de la libertad del noble pueblo taíno. Anacaona, soberana del cacicazgo de Maguana, es símbolo ético de nuestra comunidad, legado único en todo el país.
Mi sueño siempre está en un valle, escondido en el laberinto de mi memoria, ajeno al paso del tiempo, con los amigos y amigas de entonces. Un pueblo que ya no es el mío, ni lo será de nuevo, aunque tenga el mismo nombre y esté en el mismo lugar. Matriz de orígenes y fundaciones existenciales, base de toda mi vida. Un San Juan que está en pedazos en la memoria de aquellos que vivieron conmigo. Cuna de Orlando Martínez, limpia voz de nuestra conciencia, y de Emilio de los Santos, el triunviro que prefirió renunciar al poder, y no a gobernar con las manos sucias de sangre de Manolo y sus compañeros de Manaclas. Por los antes mencionados y quienes no menciono, orgulloso me siento de haber nacido allí y no en otro lugar.
Yo soy de San Juan de la Maguana, valle enclavado en el mismo centro de la Isla Hispaniola. Paraíso natural y semillero de tantas mujeres y hombres, que por origen o adopción, han dado lo mejor de sí a la tierra de Caonabo y patria de Duarte. Y aunque el San Juan donde nací, crecí y viví no sea el mismo de hoy, en sus entrañas más profundas guarda la misma savia que alimentó a los que nos antecedieron y nos sucederán. Porque somos hijos de la tierra que nos vió nacer y sin ella somos plantas sin raíces.
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