CUENTO
En laguna prieta habíamos vividos arranchados durante siglos, éramos todos familias entre si.
Los ranchos a corta distancia uno del otro, los caminos solamente conducían a los sembradíos, y nunca llegamos a conocer el pueblo.
Todos padecíamos de un mal extraño, el cual entraba misteriosamente por la noche.
Al amanecer de cada día, los lugareños presentábamos hinchazón en todo el cuerpo sin que se conociera la causa.
Anicacia la de Brígida solo duro tres días con la hinchazón, el sabio Simeón del Consuelo la ensalmo durante los tres días y no se salvo mi tía.
No había pasado una semana, cuando cayo grave Merenciana, la hija del difunto Pericles y no hubo brebaje que no dejara de untarse. Y también murió la anciana.
Todos los ranchos estaban santiguados, pues tenían a la entrada tres cruces de piñón, y de las puertas colgaban zábila para espantar los espíritus.
Todos los finados que poblaban el campo santo, habían fallecido por este fenómeno, solo el viejo Silverio murió victima de una anemia crónica.
La tierra del lugar, agrietada y en uno que otro sitio se advertían cuevas visibles.
La miseria y el mal tiempo habían aniquilado la esperanza de subsistencia.
Una de esas noches, los moradores de dicho lugar infernal nos pusimos de acuerdo y salimos en acecho del duende que había diezmado el sitio y a penas a tres leguas de mi casa !la vimos salir, la vimos salir caminando lentamente la extraña araña de la muerte!...
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