Autor: José Enrique Méndez Díaz
Cuando el aire se fue quemando
astutas manos soltaron las riendas
La lluvia imprecisa trastabillaba confundida en iracundo empuje del viento
Las gotas llegaban atadas al torbellino con formas distintas como lágrimas alargadas
Entonces fue el levante aterrador
Asustada, desmontó de la cabeza el higüero
corrió buscando abrigo en la red cavernaria caliza en Seboruco
Subió a lo alto del Mogote
Guabancex, arrojó su maléfica mirada la lluvia infernal, furiosa con viento embravecido
Ordenó a los gemelos Boínayel y Márohu, desatar furia del agua
y lavaron cumbres, sabanas y colinas.
cubriendo de espeso manto de agua dulce el Valle Niti del Maguana.
Mucho tardó para el lago descubrirse y secarse.
Sarobey, la niña taína de nombre frágil, pero coraje de piedra decidió, reencontrar el batey
a Caonabo y su tribu en los confines del Maguana.
Descendió las pendientes peligrosas del farallón
emprendió travesía
quitó rastrojos, troncos y raíces los grandes árboles volcados
Encontró el sembradío de yuca
Nunca aceptó morir en el diluvio
era imposible por ser hija de Apito destruir el éxtasis místico
un elemento atado a la diosa madre de la piedra
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