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martes, 16 de agosto de 2011

LA CIGUAPA



Sadi Orsini Luiggi


He aquí la historia de la Ciguapa, que tenía los pies al revés.
Salía de noche cuando todos dormían en sus hamacas. Era una mujer muy bonita y estaba cubierta sólo por su larga cabellera negra.

Era triste la Ciguapa. Muy triste, y caminaba por las orillas de los ríos, melancólica, hablando con las piedras y los múcaros. Acudía a los bohíos por las noches y se comía la carne cruda que encontraba en la cocina. Solía penetrar por las puertas y ventanas abiertas. Después se iba errante a caminar por las cercanías del poblado.

La Ciguapa andaba sola. Sola por los riachuelos y lagos. Dormía en los árboles y salía de noche.
Era hermosa, muy hermosa la Ciguapa, con sus senos erguidos.
Anaó, una cacica Borinquen prometió un premio al que se casara con una Ciguapa.
Y el Macorís Guasiba llegó de tierras lejanas en busca de aquella mujer de la noche.
A la caída del sol salía el enamorado. Todas las noches buscaba por las riberas de los ríos., por las márgenes de los lagos., hasta el amanecer, cuando Guey desparramaba sus rayos. Cansado, se recostaba sobre la hierba mojada de rocío…. Pensando en la Ciguapa. ! Por donde andará la bella Ciguapa! .

Un día la Ciguapa lo vio cuando pasaba de largo frente a unos arbustos de guayabo. Lo contempló un rato, descubriendo que era hermoso.
Y Guasiba enfermó de amor por la Ciguapa.
Volvió a verlo una noche. G
Guasiba estaba tendido sobre la hierba. Los ojos cerrados. Los coquíes cantaban de amor aquella noche. Y los cucubanos alumbraban los rostros de los enamorados.
La faz de la Ciguapa se iluminó por un instante. Quedó extasiado su rostro. Ella admiraba el cabello de Guasita. Esperó que él la mirara.

Y Guasiba abrió los ojos, llamando a su madre: ¡Anaó, Anaó!.

La Ciguapa comprendió y corrió hasta quedar extenuada. Y al llegar a los limites del río cavó con uñas un hoyo profundo en la arena y buscó una piedra grande para que la cubriera.
Al día siguiente las aguas estaban amargadas por las lágrimas de desconsuelo de la Ciguapa.
Todavía la triste jupía de la Ciguapa recorre las orillas de los ríos y entra en las casas a robar carne cruda.

(Recreación del original de Juan Bosch)

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