El capitán Diego de Velázquez de Cuéllar llega con el grupo de personajes que viajó con Colón en el segundo viaje (1493). Al llegar Ovando (1502), encuentra en Velázquez un excelente colaborador por sus dotes militares y el conocimiento que tenía de la isla y la conducta de los nativos. Es así como le encarga funciones de gran importancia, tal como la fundación de diversas villas, además de un papel protagónico en uno de los capítulos más sangrientos de la época: el exterminio de los nativos, “…Ovando destacó al capitán Diego Velázquez para el exterminio de la sublevación” (45,140.). Diego Velázquez es designado para dirigir la conquista de Cuba, hacia donde parte en noviembre de 1511.
Una de las cualidades que, según los historiadores, adornó la personalidad de Ovando fue la de constructor, ya que “La gigante obra de estructuración de la primera ciudad de América hecha en cantería y sillería dentro de una planificación urbanística que aún asombra a través de los siglos; y la serie de villas que erigiera en la Región Sur de la isla, tales como: Puerto Real de Villanueva, Azua de Compostela, Santa María de la Vera Paz, Lares, San Juan de la Maguana, Salvatierra, Guajaca y otras…” (45,138). La fundación de San Juan de la Maguana se tiene así como una acción en el marco de las ejecutorias de Ovando, para lo cual contó con la eficiente colaboración del capital Diego de Velázquez.
La población de San Juan de la Maguana se establece -o se funda- en 1503, según lo reseña Moureau de Saint Mery (17,VI,193) aunque la versión más aceptada entre los historiadores es que la fundación se realiza el 24 de junio de 1504, siempre a cargo de Diego de Velázquez y por instrucciones de Nicolás de Ovando. La versión que recoge el Padre Las Casas es coincidente con ésta y especifica que: En 1504, mandó el Comendador Mayor que se asentáse y pobláse allí en Xaragua una villa y llamóla de la Vera Paz (…) Diego de Velázquez constituyó también otra en la provincia de Heniguayagua, en la costa de la mar del sur, los indios lo llamaban Yaquino, la media sílaba breve y así la llamó la Villa de Yaquino (…) Mandó ese mismo el Comendador Mayor edificar otra villa treinta (30) leguas de Xaragua y otras treinta o más desta ciudad de Santo Domingo, entre los dos ríos poderosos –llamados Neyba y Yaqui (Yaque), o que puso nombre San Juan de la Maguana, donde reinaba Caonabo (…) De allí, catorce leguas más hacia esta ciudad, y veintitrés o veinticuatro de ella pobló otra que se llamó Villa de Azua de Compostela, por un Comendador Gallego que allí estuvo antes que fuese pueblo.
Según la versión de Oviedo, la fundación de las villas Sancta María de la Vera Paz, Buena Ventura, Sanc Juan de la Maguana, Sancta María del Puerto, Puerto Plata, Azua y otras, ocurre después de un período de guerra en la cual estuvo ”…con gente de pie e de caballo, seis meses, el capitán Diego Velázquez, hasta el mes de hebrero de mill e quinientos e cuatro que se acabaron de conquistar las provincias que es dicho, e así quedó pacificada la isla.” (43,96). A lo que Oviedo llama ‘conquistar’ y ‘pacificar’ es al exterminio de los nativos y al terror a que fueron sometidos los sobrevivientes, tal como lo consigna este mismo historiador: “El castigo, que se diijo de suso, de Anacaona e sus secuaces fué tan espantable cosa para los indios, que de ahí en adelante asentaron el pie llano e no se rebelaron más. Y en memoria de aquesto, y para que aquella provincia estobiese en paz, fundó allí una villa el comendador mayor, que se llamó Sancta María de la Vera Paz, cerca del lago grande de Xaragua” (Id).
El castigo referido por Oviedo es, obviamente, el episodio conocido en la historia como la “matanza de Jaragua”, o como prefiere llamarla Priego, “la inmolación de Jaragua”, hecho que se describe como una ‘emboscada’ o ‘celada’ a la reina Anacaona y varias decenas de caciques menores y cientos de nativos, tal como lo describe Priego, en su característico estilo apasionado: “Todo estaba previsto: cuando el Comendador de Lares en la Orden de Alcántara frey Nicolás de Ovando y Gobernador de la Isla La Española, se llevó la mano a una medalla de oro sobre su pecho, se desató la acción multicriminal. Los jinetes rodearon la gran casa, y los soldados espadas en manos entraron y amarraron de las estacas del caney a todos los caciques, los pasaban con las espadas y les dieron candela. Sacaron a tiempo a la gran reina. Afuera de la pira del sacrificio todo era sangre y gritos. Si alguien montaba en las ancas de algún caballo a un niño para salvarlo, otro lo arrancaba de allí con la espada. Ochenta caciques fueron inmolados en el sacrifico de la humana hoguera. (…) Y para completar aquel drama de sangre inocente y de fuego inmolador es la reina Anacaona acusada de traición y condenada a la hoguera… Aunque, como reseña Las Casas, …entonces, para honrarla la ahorcaron en Yaguate, provincia de Xaragua en presencia del cruel Comendador de Lares, su verdugo” (45,113).
Los lugares seleccionados para fundar estas villas reunían ciertas características geográficas y, además, constituían puntos estratégicos en relación a los principales cacicazgos y cacicatos. San Juan de la Maguana se localizaba entre el río Neyba (hoy río San Juan) y el río Yaqui (Yaque del Sur), dentro del cacicazgo de Maguana, reino del cacique Caonabo. Este cacicazgo estaba localizado en la parte meridional de la isla La Española. Limitado al Sur por el Mar Caribe y el cacicazgo de Jaragua; al Norte, los cacicazgos de Higuey y Magua y al Oeste, los cacicazgos de Jaragua y Marién. Maguana tenía una ubicación privilegiada, ya que era el único que tenía contacto con todos los demás cacicazgos, haciendo frontera con Jaragua, Higuey, Marién y Maguá. Tal vez a este hecho se debe que algunos historiadores afirman que Caonabo tenía ideas y condiciones de líder de un reino unificado en la isla (45,102). Según el historiador Oviedo, para la época del descubrimiento, ejercía cierta hegemonía sobre los otros caciques principales. “El rey Caonabo tenía su señorío en las sierras, y era gran señor y de mucha tierra (…) Este Caonabo casó con Anacaona, hermana del cacique Bohechío” (17,II,65). Las Casas, por su parte, afirma que “El cuarto rey fue Caonabó, la última luenga, que señoreaba en la 22º provincia llamada Maguana, contermina o que partía términos con la de Xaragua y oriental a ella. Este fue valerosísimo y esforzado señor, y de mucha gravedad y autoridad… Díjose también que fue casado con la dicha señora, hermana de rey Bohechío, Anacaona.”(Id)
Tanto Oviedo como Las Casas, están de acuerdo respecto al origen no taíno de Caonabo, y que aún no siendo taíno, por su valentía y arrojo “llegó a ser rey de aquella provincia” y casó con la reina Anacaona, hermana del cacique Bohechío. En este contexto, no extraña que haya sido Caonabo quien atacara, y venciera, a los españoles en el Fuerte de La Navidad.
Aún cuando parece se una tendencia aceptada por muchos el fijar el año de fundación de San Juan de la Maguana en 1504, lo cierto es que no existe hasta ahora ningún fundamento para afirmar que fuera en ese año o en el 1503.
El cronista Juan López de Velasco, nombrado cosmógrafo-cronista de Indias el 20 de octubre de 1571, llegando hasta el 1591 en el cargo, afirma que “La villa de San Juan de la Maguana, en el medio de la isla, … ha quedado en él la iglesia y la gente de don ingenios de azúcar que hay allí juntos; fundóla el comendador mayor Obando”. Y en nota de Rodríguez Demorizi se aclara que San Juan de la Maguana fue fundada por el “conquistador Diego de Velázquez en 1503, durante el Gobierno de Ovando” (48,25).
Tolentino Rojas reseña la fundación de San Juan de la Maguana, en el contexto de las acciones de Ovando entre 1503 y 1504: “Entre los anos 1503 y 1504 durante el Gobierno del Comendador Ovando y por su orden, fueron fundadas por Diego de Velázquez las poblaciones siguientes, para las cuales fue nombrado Teniente Gobernador el propio fundador Diego de Velázquez: la de Santa María de la Vera Paz, en el mismo lugar donde existe actualmente la ciudad de Puerto Príncipe, capital de la República de Haití; la de Salvatierra de la Sabana, cerca del lugar donde existe actualmente la ciudad haitiana de Los Cayos, la villa de la Villanueva de Yaquino o Jaquino, en donde exista ahora la ciudad haitiana de Aquin; la de San Juan de la Maguana y la de Compostela de Azua” (53,14).
Saint Mery, citado por Víctor Garrido en ‘Espigas Históricas’, señala que “El sobrenombre de Maguana, trae a la idea el recuerdo de uno de los cinco reinos que componían la isla cuando el descubrimiento, cuya capital estaba donde se encuentra actualmente San Juan y que desapareció con la infortuna Anacaona y con la fundación de la villa de San Juan, el nombre del valle de Maguana fue reemplazado por el de San Juan de la Maguana” (27,334).
Víctor Garrido (op. cit.) hace un extraordinario recorrido por los datos históricos referentes a la fundación de San Juan de la Maguana, llegando a establecer las siguientes conclusiones:
A) El cacique Behechío dió como regalo nupcial a su hermana Anacaona al casarse con el caribe Caonabó una parte del cacicazgo de Jaragua con el cual fue erigido el cacicazgo de la Maguana.
B) Con la muerte de Caonabó y finalmente con la de Anacaona desaparecieron los cacicazgos de la Maguana y Jaragua.
C) En el año 1503 fue fundada la villa de San Juan el el valle de la Maguana y a partir de ese año la villa y el valle fueron nombrados San Juan de la Maguana
D) Oviedo y Las Casas citados por Tejera, Sánchez Valverde, Alcocer, Echegoian y Saint Mery, conocedores de la Maguana, se hacen lenguas de la abundancia de la crianza de animales, especialmente caballos, existente en el valle, así como de la superior calidad de azúcar por su blancura y dureza la cual era fabricada en numerosos ingenios radicados en sus fértiles tierras.
E) Esos mismos historiadores consideran que el valle de San Juan de la Maguana por su clima templado y su suave temperatura era apropiado para toda clase de crianza y de frutos, entre el trigo que se producía muy bueno y las semillas multiplicaban lo sembrado.
F) La villa de San Juan de la Maguana fué despoblada y restablecida y en 1606 fue nuevamente despoblada por orden del Gobernador Osorio y sus moradores trasladados a orillas del arroyo Hicaco, cerca de la Buenaventura, y más tarde vuelta a poblar y todavía existe en el sitio donde fue fundada, ahora como una de las más florecientes ciudades de nuestro país, no obstante haber sido quemada más de una vez por los haitianos en retirada de nuestro territorio .
Obra: “San Juan de la Maguana, una Introducción a su Historia de Cara al Futuro” Luis Enrique Matos, José Enrique Méndez Díaz, Carlos Vicente Castillo
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