Rubén Zabala
Moreta, M.A.
La
provincia de San Juan posee un encanto particular: es tierra de
fantasía, magia, color, pasión y alegría. Es territorio donde se
conjugan simbología y elementos culturales identitarios que dan expresión a la
dominicanidad.
San Juan
es tierra de matices únicos, donde historia y cultura se hibridan y construyen
un gran referente de lo dominicano en todo el mundo. Por eso quien visita este
icónico terruño queda eclipsado por su
belleza embriagadora y los rasgos
sobresalientes de su economía, arquitectura, educación, gastronomía y
definición socioantropológica.
El profesor Bismar Galán es uno de esos visitantes
que quedó atraído por la sanjuaneridad. Y nos sigue visitando una y otra vez,
fascinado por el pueblo, sus gentes y singulares perfiles culturales. Es tal su
fascinación que comenzó a escribir décimas dedicadas a San Juan, las cuales
compila en este libro titulado En ti mis versos anudo.
Para
el Recinto Urania Montás del Instituto Superior de Formación Docente Salomé
Ureña, con sede en San Juan de la Maguana,
es una alta distinción publicar estas décimas dedicadas a la tierra de
los caciques bravíos, Caonabo y Enriquillo, de la enérgica y seductora Anacaona
y del guapo Liborio Mateo, creaciones del Sr. Galán, Profesor Invitado de
nuestro Recinto, las cuales son en el fondo un canto a nuestras fortalezas como pueblo, e integran
un texto que potencia nuestra autoestima como colectivo social.
Rubén
Zabala Moreta, M.A.
Vicerrector Ejecutivo
MOTIVOS
Bismar Galán
Para el valle, este suspiro
que brota de lo profundo;
un pedazo de mi mundo
para su sangre que admiro.
Sobre su verde me inspiro
con versos puros, alados.
Para sus montes bordados
por la esencia de su fuego
pinto la cima del ruego
en sus ríos desbordados.
Este canto es para el suelo,
para el hombre y la mujer,
para el lapso por tejer;
para el pobre y su desvelo.
En esta copla está el vuelo
de la perdiz y la risa.
La metáfora precisa
que urde con tino y amor
va en este verso de amor
hacia el edén que divisa.
Este canto es el conjuro
que acompaña a la cordura,
es la espiga que madura
en el campo. Es claro y puro.
Este es el tiempo maduro,
paso del hombre en la tierra.
Es el mensaje al que yerra,
al que sufre y al que canta,
es como el sol que levanta
el grito sobre la sierra.
En el alba, en el ocaso
o allá donde el rey se eleva
esta cantata renueva
una ilusión y un abrazo.
No es confuso ni retazo
todo el brillo que desprende.
Sobre su verbo se enciende
una procura del viento
cuando se escapa un lamento
que el campesino defiende.
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