Buscar este blog

miércoles, 26 de junio de 2013

Reacciones ante el Fusilamiento de Francisco del Rosario Sánchez




Pedro M. Archambault/Fragmento de su obra Historia de la Restauración

Presos en San Juan de la Maguana el prócer y sus heroicos compañeros fueron implacablemente sentenciados a muerte de orden de Santana, por un Consejo de Guerra presidido por un enemigo de Sánchez, el general Domingo Lasala; el fiscal era el coronel Tomas Pimentel..
El juicio cuya sentencia  vino pronunciada de la Capitanía General revistió un carácter aparatoso y cruel. El general Francisco del Rosario Sánchez hizo cuando pudo en sus declaraciones por salvar a sus compañeros, asumiendo toda la responsabilidad del movimiento.
Ya pronunciaba la sentencia de la venganza, el coronel español Peláez le pidió por escrito a Santana clemencia por la vida de los prisioneros y otros oficiales españoles insistieron en el perdón. Pero inútilmente: en aquel corazón  salvaje había muerto la piedad y solamente se animaba para el logro de sus ambiciones y de sus crueles venganzas.

La oficialidad española había reprobado el fusilamiento del coronel Contreras  y compañeros en Moca y no quería que la anexión de un pueblo engañado fuese sellada con sangre de patriotas. Pero Pedro Santana, el verdugo de María Trinidad Sánchez, creía en su ignorancia, que el fuego inmortal del patriotismo podía apagarse en un lago de sangre. ¡No había seguramente estudiado la historia de todos los tiempos!.

¡La patria puede aparentemente morir con el fresco de Kosciuszko, pero resurgirá un siglo y cuando después , con el renacimiento de Polonia1

El padre Barrientos le administró los sacramentos al prócer de la Puerta del Conde, que fue fusilado en la tarde del 4 de junio 1891 con sus compañeros mártires en la villa de San Juan de la Maguana. Mientras le conducían al patíbulo, herido, sobre una silla, iba recitando el miserere: “Yo soy la bandera nacional, repitió, quiero morir envuelto en ella”. Lo cual le fue concedido  como un último honor al que sólo vivió para la libertad desde la jornada épica de febrero.

El comandante Antonio Luzón del batallón 2La Corona” protestó enérgicamente del fusilamiento,  y para  no autorizarlo con su presencia, salió de San Juan con sus fuerzas. También el Segundo Cabo el brigadier Peláez pidió desde Azua clemencia a Santana por los sentenciados. Inútilmente. Estos acontecimientos sanguinarios  le revelaron al Pueblo que no habían cesado los odios santanitas y las pérdidas venganzas, si aun después de morir la República; pues el general Santana seguía viendo con malos ojos a los baecistas y amenazándoles. Lo cual aumentaba la hoguera de la revolución.

La masonería para librarse de persecuciones se vio constreñida a cerrar sus templos. Pero sus miembros tenían que ser fieles a la consigna liberal de dicha institución, dedicada a la caridad, al derecho y a la libertad.

Creciendo la ola del descontento general surgió el movimiento de Neyba en la madrugada del 3 de febrero 1893. Un grupo de 50 hombres, con el comandante Cayetano Velázquez a la cabeza, pronunció a Neyba e hizo preso al comandante de armas general Domingo Lasala.
Pero los vecinos consideraron ese movimiento una locura y se reunieron en l Alcaldía, atacaron la comandancia, vencieron a los patriotas y prendieron al comandante Velásquez bajo la dirección del Alcalde.


No hay comentarios: