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viernes, 4 de septiembre de 2015

La Tía Nena (Relato)




Era la única hija del matrimonio de Don OBDULIO  Y  ANA  JOSEFA. Creció en un ambiente reservado, al cuidado estricto de sus padres. Eran los tiempos de la Tiranía en que los padres tenían control absoluto de todo lo que hacían sus hijos. Hasta para salir a visitar vecinos, que por lo general eran miembros de la  familia, se necesitaba de su autorización. Nadie osaba violar esa regla salvo que quisiera someterse a castigos severos.
Aunque estas normas de comportamiento existían con tanta rigidez, entre los vecinos  había mucha solidaridad. Todo lo compartían, la comida los días feriados, los besamanos ,la fiesta de palo, las procesiones, los cumpleaños ,los velatorios, los  rezos a los difuntos, los nacimientos de niños, en fin todo cuanto ocurría en la comunidad.
A nadie se le ocurría hacer nada fuera de la regla porque recibía castigo de cualquier persona adulta de la comunidad. TODOS LOS ADULTOS TENIAN EL DERECHO DE CORREGIR, con apoyo de todas las familias. Era una costumbre respetada por todos los miembros de la comunidad.
La Tía Nena obedecía como la que más a esta regla, conociendo que su violación concitaba el repudio del resto de la comunidad.
Cuando la tía cumplió sus 20 años comenzó a visitarle un joven de la comunidad en procura de que sus padres le permitieran casarse con ella. Esta petición debía ser autorizada por Obdulio y Ana Josefa. Hasta tanto, Mínielo debió aguardar la decisión sin acercarse a la tía en cumplimiento de la tradición. Esta se produjo, cuando, a su vez, los padres de Mínielo se reunieron con Obdulio y Ana Josefa a los fines de conseguir la unión de sus vástagos.
Fueron unos amores a la par de la tradición .Solo se veían para hablar los sábados y los domingos  sobre la tarde hasta entrada la noche y con la presencia de la madre , quien observaba cada movimiento. No se podían acercar, no podía haber intimidad de ninguna especie hasta el momento del matrimonio. Ana Josefa cumplía con esto al pie de la letra. Era su compromiso de madre hacer cumplir la tradición y eso hacía para satisfacción de ella y Don Obdulio.
Mínielo se preparo para la unión. Construyo su casa a unos 800 metros de la de sus padres, con el propósito de mantener la unidad  familiar. El día del besamanos parecía de día feriado. Toda  la comunidad asistió a este acontecimiento. La felicidad se notaba en todos los presentes antes y después de la ceremonia de recibimiento de los hijos.
    Atendiendo a la tradición la hija se arrodillaba ante la madre para recibir la bendición y la aprobación de la llegada del nuevo integrante de la familia. El padre se apartaba en consulta con el vástago agregado por confirmar cosas que llamaban de “hombres”. Los asistentes esperaban el anuncio para iniciar la celebración con tragos, bailes, cuentos, tertulias etc... Don Obdulio, con palabras breves declaro la unión como santa y para siempre como manda la tradición.    
Mínielo siguió la costumbre de su  padre. Se dedico a la agricultura, a la crianza de ganado, vacuno, caballar, burrar y porcino .Esta actividad  lo convirtió en poco tiempo en hombre importante de la comunidad. La Tía, permanecía siempre a su lado ayudando en las actividades reservadas a las mujeres y bien orientadas desde niña por Ana Josefa. Eso lo tenía bien claro y por eso lo cumplía con eficiencia llenando de felicidad aquel hogar creado respetando las tradiciones heredadas.
Juntos crecieron y se distinguieron por su trabajo. Los dos parecían uno solo para felicidad de los padres de ambos.
Ampliaron su radio de acción instalando una mesa de billar a unos 400 metros de la casa, allí se jugaba sanamente bajo la dirección de Osvaldo un joven primo de la Tía Nena y de mucho respeto en la comunidad, a este le agrego en poco tiempo otra construcción en madera y cana en la que instalo bocinas y un picó convirtiéndose este lugar en el centro de diversión de la comunidad.
Mínielo y la Tía, además, instalaron un negocio de comestibles del que se surtía la mayoría de los miembros de la comunidad, ahí se ganaban la comida diaria varias personas que contrataron para atender a la demanda  del público.
A poco tiempo el negocio de Mínielo, bien supervisado por la Tía, su esposa, era la referencia y el lugar de esparcimiento de toda la comunidad y otras comunidades aledañas.

 A Mínielo y la Tía le faltaba para completar su felicidad procrear hijos. Esta parte para la Tía significaba el ciclo de todo ser humano, nacer, crecer, desarrollarse, multiplicarse y morir. Pero esta parte, de tanta importancia para los dos no era posible debido a que la Tía no nació para concebir. Las consultas médicas así lo determinaron. Por más esfuerzos que se hicieron no fue posible lograrlo. Para la época la medicina no tenia solución. Mínielo lo entendió y no le importaba. Para el bastaba con tenerla a ella, así se lo manifestaba cada vez que hablaban del tema, pera ella comenzó a deprimirse, la tristeza era evidente cada día.
Se aferro a los sobrinos. Visitaba varias veces al día la casa de sus hermanos solo con la finalidad de protegerlos y acariciarlos. Los problemas ocurridos a cualquier sobrino los asumía como de ella. Así paso largo tiempo, pero esto no era suficiente para suplantar el vacio que le causaba el no poder tener lo propio.

A pesar de que Mínielo hacia esfuerzo para que entendiera no lo lograba. Esto ocupo tanto su pensamiento que ya no sabía lo que hacía y decía.  No pudo soportar el peso que le causaba la ausencia de sus posibles hijos y el dolor de poder completar la felicidad de darles hijos al hombre que amo hasta que tuvo conocimiento.
Su hermano Arturo la asumió, la llevo a su casa hasta que sin saber lo que hacía y lo que decía murió   a un poco más de 70 años. Los hermanos y todos sus sobrinos asistieron a darle el adiós con  los ojos bañados en lágrimas. Hoy cada vez que se junta la familia la Tía Nena está presente en toda conversación.


Roberto Rosado Fernández                                                                                                                          

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