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sábado, 3 de octubre de 2015

Justicia y Delincuencia

Profesor Roberto Rosado Fernández                                                                                                         UASD, San Juan de la Maguana.





Siempre se habla por los medios de comunicación del imperio de la Ley y la justicia. En nuestro medio no parece existir. El poder que exhiben los que delinquen a diario parece extraordinario. Parecen jueces, fiscales, policías, héroes y dueños de todo lo que existe. Violan todos los códigos existentes y nadie puede juzgarlo. Termina preso todo quien los acusa, por eso son los reyes de los barrios, de los centros de diversión, de los parques, los licor, en fin, de todo cuanto implique entretenimiento.
Ya no es posible organizar ni siquiera un cumpleaños que no se aparezcan aun sin ser invitados.
Este comportamiento se da bajo la mirada indiferente de los llamados a controlar este mal que tanto contratiempo le está generando a toda la sociedad. En la ciudad y en los campos el fenómeno es el mismo. Ya visitar a sus parientes en la zona rural es tan peligroso como andar en el pueblo después de la nueve de la noche. La delincuencia se hizo dueña de las calles sin nadie que establezca mecanismo alguno que la controle, sin nada ni nadie que se lo impida.

Lo triste es que esos señores, no dejan de inventar buscando la forma de hacer daño. Cada vez que encuentran una oportunidad hacen de las suyas. Su accionar es tan fuerte y poderoso que por donde pasan la gente toma las previsiones de lugar para salvaguardar sus pertenencias y su integridad física. Nadie está seguro donde ellos estánNo conocen amigos ni familia. Su familia es lo que te pueden arrancar. Su amigo fiel es el dinero. Con este a mano creen tener resuelto todos sus problemas. El humanismo está muy lejos de su accionar, mas bien no existe.

La vida se reduce a la impronta diaria, por eso duermen en el día y de noche salen en busca de lo que los demás consiguen con su trabajo diario para arrebatárselo aunque para ello tengan que arrancarle la vida. Las prendas preciosas ya no se pueden exhibir, al rato ya no es suya, los celulares no pueden ser de calidad, solo ellos pueden usarlo, para quienes lo compran, si quieren preservarlo, deben guardarlo bien como reliquia histórica o pieza de museo.
A conseguir lo que quieren como sea, por eso atracan, roban y matan a cualquiera que se atraviese en su camino o quiera obstruir el logro de sus malsanos propósitos.
Este modo de actuar se ha impuesto en los últimos tiempos, extendiéndose a todos los rincones de las ciudades y de la zona rural, en todos los eventos sociales, culturales, políticos familiares y deportivos. Y, LO MAS PREOCUPANTE, es que la mayoría son jóvenes, que han optado por delinquir aun a sabiendas de que su vida, bajo esta circunstancia, no será prolongada, y en sí misma constituye una zozobra, tanto para él o  ella, como para quien sufra sus aberrantes actuaciones.
La gente clama por solución pero el estado no escucha. Parece sordo. Sus instituciones por igual. Los cuerpos del orden no siempre actúan, o lo hacen cuando hay crisis muy pronunciada. Solo se aplica” justicia” para los que delinquen a menor escala. Y, hay de aquellos que se atrevan a haceruna denuncia de sus actos. Su vida y la de toda su familia corren peligro de ser asaltada, destruida y perder lo que ha acumulado como resultado de su trabajo.
Un sentimiento de impotencia se ha apoderado de la gente, sobre todo de los que no gozan de ninguna protección, nisuya por su bajo nivel de incidencia económica en la sociedad, ni de su familia por no poseer a nadie en el tren judicial, ni en los cuerpos castrenses que pueda salir en su defensa. Estas razones provocan que la ciudadanía, indignada por la falta de aplicación de una justa justicia, asuma por su cuenta la solución a sus problemas y haga justicia por sus propios medios, convirtiendo en un caos a toda la sociedad.

Es urgente la intervención del ESTADO. La ciudadanía lo está reclamando a gritos. Las familias, inseguras, piden la intervención de la justicia en alianza con los cuerpos encargados por la constitución o carta magna, ley de leyes, de garantizar el orden y la vida de los ciudadanos.
La agenda de los que aspiran a dirigir el ESTADO a partir del 2016 debe incluir este acuciante problema, debe además plantear políticas reales de generación de empleos, recuperar el campo garantizando producción eficiente y de calidad,con asistencia técnica y garantía de comercialización, debe crear mecanismos de generación de empleos, garantizar salud y educación gratuita para toda la sociedad, defensa de la soberanía nacional, aplicación de los mecanismos de regulación de extranjeros en base a los preceptos establecidos en la constitución de la república, etc. Así se puede contribuir a disminuir la delincuencia que tantos contratiempos le ha generado a la sociedad especialmente a la familia, responsable primaria del comportamiento de la ciudadanía.
Ese es un compromiso que es obligatorio asumir en esta etapa de tanta inseguridad y desequilibrio si no queremos convertirnos en un ESTADO donde cada quien asuma el rol que a las instituciones creadas por mandato de la constitución  le corresponde desempeñar.

Profesor Roberto Rosado Fernández                                                                                                                       UASD, San Juan de la Maguana.



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