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martes, 2 de agosto de 2016

Mas sobre Fania J. Herrera





Miguel Collado
De muy joven Fania (o Fanny) sintió y demostró pasión por la lectura, base fundamental en la formación y desarrollo de todo creador literario. (Ambos andábamos por los 20 y tantos años cuando nos conocimos y ya era una educadora respetable en su natal San Juan de la Maguana; escribía con seudónimo para entonces).

 Quizá en esa pasión podríamos encontrar la explicación de la madurez y la brillantez de su narrativa, de todo su quehacer como cultora tanto de la poesía como del cuento. Pero digo algo más: como pensadora, pues posee ella una capacidad reflexiva en torno a su oficio y en torno a todo que pocos escritores dominicanos pueden exhibir, en su mayoría con hondas lagunas culturales y faltos de educación en el plano humanístico, lo cual no ocurre con nuestra admirable autora de “1958: Llorando a Elena”, texto narrativo con el que ella nos muestra su indudable fuerza como como narradora. Tempranamente incursionó en la literatura de ficción (poesía y cuento), obteniendo varios galardones en certámenes literarios regionales y nacionales.

 Más importante que eso es su consistencia silenciosa a través del tiempo, sin ruido y con perseverancia, modelando su propio estilo, trabajando con sentido crítico y con un alto grado de autoexigencia, asumiendo con seriedad y sin espectacularidad su oficio. No sé si alguien lo habrá dicho, pero yo lo voy a decir: en toda la historia de la literatura del sur dominicano Fania Herrera es la cuentista más representativa.

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