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viernes, 23 de marzo de 2012

Manuela Rodríguez Aybar, primera escritora sanjuanera


Por: Miguel Collado

Al amigo Rafael Emilio Pineda, poeta sanjuanero que sabe amar su tierra


En la historia de la poesía popular dominicana la literatura de San Juan de la Maguana, provincia del sur dominicano, tiene un capítulo reservado con un nombre de mujer( Manuela Rodríguez Aybar (¿1787-1857?), llamada “la Deana” por ser sobrina del Deán de la Catedral Primada de América, el también sanjuanero José Gabriel Aybar (1751-1827), con quien vivía.


Ella integra -junto a otros cultores de la poesía popular como Luis José Peguero (¿...? 1792), Meso Mónica (Siglo XVIII) y Ana de Osorio (¿...?-1851)- el tercer grupo de escritores nativos, nacidos en la isla en el siglo XVIII.
En el aspecto bibliográfico, Rodríguez Aybar es pionera. Su obra “Historia de una mujer” (Santo Domingo( Imprenta Nacional, 1849) es una de las primeras publicadas en República Dominicana. Pero, además: “Poseía en su casa una pequeña imprenta de mano que utilizaba para publicar sus versos, escritos, impresos y repartidos por ella misma, en volantes que tenían grandísima demanda” (Emilio Rodríguez Demorizi, “Poesía popular dominicana”, 2ed., Santiago de los Caballeros, UCMM, 1973, págs. 205-206).


Su poesía es fundamentalmente de carácter político y se corresponde con sus acciones, matizadas por su participación activa en la vida política, en una época como en la que vivió, en la cual la discriminación de la mujer era uno de los signos sociales más dolorosos. Ella describe, en su obra citada, la tragedia de la mujer marginada durante esa primera mitad del siglo XIX : “...Y en eso de duración, milagro fue que me enseñaran a escribir porque en aquellos tiempos había una ley que mandaba que a las niñas no les enseñaran a escribir para que no le escribieran papelitos a los mozos”.
Justo es destacar que, independientemente del fanatismo político exhibido por Manuela Rodríguez Aybar - por lo que fue objeto de persecución en más de una ocasión- ella constituye un ejemplo admirable como mujer que luchó abierta y decididamente en defensa de sus ideas de lo que creyó correcto a riesgo de ser encarcelada o de perder la vida. Su recio carácter y su fuerza de convicción quedaron expresados en el siguiente juramento:
“Si el señor Jiménez hubiera logrado pescarme, yo allá en mi calabozo, aunque hubiese sido con un carbón, hubiera escrito en la pared este otro verso:
Presa en la cárcel estoy,
no tengo pena por eso,
Pues no soy el primer preso
ni dejo de ser quien soy;
si allá a la Habana me voy
tengo parientes honrados,
en Puerto Rico, abogados,
aún alguito que llevar,
pues no he sido tan Aybar
que nunca jugué a los dados”.
Y es que Manuela Rodríguez Aybar era contraria al presidente Manuel Jiménez y ferviente seguidora de Pedro Santana. A juicio de Rodríguez Demorizi: “Fue tal su participación en las disidencias políticas ocurridas entre Santana y Jiménez en 1849, que, cuando el último publicó a son de bando su proclama contra Santana, los partidarios del Gobierno gritaban por las calles de Santo Domingo “¡Viva Jiménez, muera el traidor y doña Manuela la Deana(“ (Loc.cit).
Siendo, como era, una vehemente admiradora de Santana, no perdía oportunidad para cantarle al caudillo con sus versos, que “eran ruidosamente celebrados por el pueblo, y hasta llevados a la imprenta por amigos de Santana” (Ibid, pág. 70). Cuando éste se decidió a enfrentar a los haitianos, Rodríguez Aybar escribió los versos siguientes:

Caudillo ilustre
corre veloz,
salva la patria
del yugo atroz.

Corre Santana,
corre a la lid,
que la victoria
es para ti.

Si las familias
van descarriadas,
por ti suspiran
atribuladas.

Mueren los niños,
del sol ahogados,
las madres gritan
Ay, desdichados.
Todo el ejército
se ha dispersado
y el enemigo,
ya marcha osado.
Nuevo Camilo,
ciñe la espada,
que la contienda
quede acabada.
Cita a Soulouque
cita a su armada,
que ya te siguen
treinta brigadas.
Cítalo pues,
a dar campaña,
que la victoria
hijo te llama.
También la armada,
de ardor se inflama,
porque milita,
con su Santana.
Y el enemigo,
aunque atrevido,
de oír tu nombre
queda aturdido.
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Miguel Collado es investigador literario y poeta. Autor de: “Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana” (1993), y “Bibliografía comentada sobre comunidades de República Dominicana” (1999).

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