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miércoles, 10 de junio de 2009

Crónica de la II TERTULIA “El Patio del Doctor”


Sobieski De León


Tema: CRONICA DE LA VIEJA CALLE “LA CANELA”
Expositor: PROF. DR. CARLOS VICENTE CASTILLO

Asistentes: Rubén Zabala Moreta, Casandro Fortuna, Prof. Ney Sánchez, Saladino Figuereo (“Salao”), Caonabo Peña, Héctor Solano, Salvinia Caminero, Elizabeth Escalante, Aquiles Valdéz, Roberto Rosado.

Anfitrión-conductor: Sobieski De León Lazala


Estos amantes de la cultura sanjuanera hicieron posible la “II Tertulia El Patio del Doctor”. Convocados para el viernes 6 de febrero del presente año a las siete de la noche, la tardanza incluso del contertulio expositor, fue una nota destacada de convoca-toria cultural independiente. ¿Por qué será que los sanjuaneros no llegan a tiempo a sus citas? Puede ser un signo de vejez anquilosada, de resistencia a la evolución de norma-tivas sociales establecidas. Asunto de autoeducación. ¿Dejaremos que sigan diciendo que quienes llegan tempranos a sus citas son “americanos”?¿Por qué no pueden sanjuaneros? Hamlet Herman el ex guerrillero le dio una buena lección a Euri Cabral el ex -corecato y ex militante del “Bloque Socialista”, cuando le pidió una entrevista y no llegó a la hora acordada. Pero ésa es una historia que no cabe en esta crónica).

El encuentro comenzó a las 8:20 de la noche (una hora y veinte minutos después) con la bienvenida por parte del anfitrión-conductor a los asistentes al “Patio del Doctor”. Acto seguido agradeció la presencia de tan selecto grupo de sanjuaneros que incluía a poetas, narradores, médicos, abogados, economistas, sociólogos, periodistas, fotógrafos. Tres, eran abogados, dos periodistas, siete profesores, tanto universitarios como de enseñanza media o secundaria. Gente con los pies en la tierra sabedora de lo que haría feliz a nuestra sociedad, a las generaciones que vienen subiendo como un rumor. Saben que todo lo que podemos intentar decir bajo la libertad de la noche o debajo del “mango” del patio, pertenecen a los que surgen en crecimiento de flor. Jóvenes, hermosos, soñadores, dignos de un futuro que no se parezca a ese pasado que bajo el pretexto de una vulgar calle fue surgiendo como una necesidad cartársica.

El Profesor Villa, es decir el doctor Carlos Vicente Castillo Mateo, un “canelero” orgulloso y sentimental, destapó una verdadera Caja de Pandora de donde surgieron sapos y serpientes del pasado que ha hecho que los “viejos” lo oculten como si se tratara de una mancha de pecado original. Siempre el miedo del Hombre frente a sí mismo y su destino, sin querer reconocer que su carne fue y sigue siendo débil, susceptible de descomposición biológica y moral. Sabe en la soledad de su silencio que es así y se niega a reconocerlo por temor a ser rechazado.

Cuando se hacen tertulias como esta “II Tertulia El Patio del Doctor”, caemos en un súbito conocimiento como si se tratara del desgarramiento de un velo que no era del todo necesario. Nos damos cuenta que nuestros pecados –que nos ha costado tanta energía y tanta tensión acumulada por años- no merecieron tal sacrificio. Porque los pecados de “nuestra calle” (los nuestros) son los mismos que los pecados de las demás calles (los de los otros, incluidos los pecados de los que se autoproclaman como administradores de la absolución de los pecados). Nos damos cuenta que la nuestra en realidad no fue la peor aunque sí la que se tomó como chivo expiatorio para poder respirar con cierta libertad para darnos la sensación moral de que podíamos respirar, que habíamos dejado ¡por fin! aquella maldita pobreza, miseria humana recalcaríamos, que en todo tiempo las revolu-ciones han prometido desterrarnos.

Mientras nuestra biografía se coció en su fuego y nos marcó y como al Profesor Villa le taladró el alma pero no lo venció. Porque también la “Calle La Canela”, además de chu-los orgullosos y pobres prostitutas parió poetas e intelectuales de la talla de un Carlos García Mendieta, poeta y genio del mal, intelectual maldito, como diría Beaudelaire o Verlaine, el de “Flores del Mal”, a cuya tierra nuestro bardo fue a respirar. Porque “La Canela” también amamantó y creció a muchos hombres y mujeres de bien y de trabajo, Ana María Batista por ejemplo, mujer de trabajo que levantó una familia honesta con el sudor de su frente y con sus manos.

Elizabeth Escalante tomando la palabra dijo: “Veo como el Profesor Villa se transforma al hablar de su calle, se ve que la siente”.

Pero“La Canela” no es la calle del profesor Villa, sino la de todos. También “La Canela” fue mía. Podría excusarme diciendo que nací en “La Capotillo” a esquina “Mariano Rodriguez Objío”. Y es verdad. Pero sería una excusa vana. También Saladino Figueres (“Salao”) negó que fuera de “La Canela”. “Yo nací en “La Capotillo” insistía. Me recor-dó a Pedro frente a los soldados romanos. Ahora este otro Pedro negaba tres veces ante los soldados de la “II Tertulia El Patio del Doctor”.Y es verdad que no era de tal calle.
¡Oh!, que estigma maldito era pertenecer a “La Canela”.

Saladino era de los contertulios más viejos reunidos allí aquella noche. Había dicho que aunque era de “La Capotillo” conocía muy bien “La Canela”. Nacer y vivir en “La Capotillo” como en cualquiera otra calle de San Juan era también respirar “La Canela”. Los vasos comunicantes espirituales de la ciudad iban al fin y al cabo a terminar a ella. Y si bien “La Canela” era la cloaca moral de San Juan, también fue la exaltación de su placer y gloria. No porque en ella viviera una “Gloria” que fue de las primeras apodada “canelera” sino porque en el fondo toda alma es sórdida y fueron los mismos sanjuaneros quienes glorificaron esta calle.

Por eso cuando Saladino empezó a describir las casas y las personas que vivían en ella desde su mismo nacimiento “en la verja Este del Cementerio Público” hasta terminar no donde decía el expositor sino en “La Mariano Rodríguez Objío” (¡ahí era que terminaba!, decía con énfasis), a mi mente vino un calificativo automático para “Salao”: “¡Canelero!”, me dije para mis adentros.

La primera casa de “La Canela”, era la de José García, el padre del cardiólogo sanjuanero José García Ramírez, el médico de Salvador Jorge Blanco, el de las “manos sucias” (él decía que “limpias” en su campaña electoral). Se las ensució con la sangre de los hambrientos de la poblada aquella, cuando ordenó a los Cazadores de Montañas de Constanza disparar al corazón de los “alzados”. Ni las mujeres embarazadas se escaparon ¿recuerdan?. Pero eso no tiene que ver con esta crónica.

Decíamos que el hijo de José García el compadre de Santiago De León López y mi padrino, era José García Ramírez, hijo a su vez de Tatica Ramírez la de “Vinda” con Juanico Ramírez, el Consejal del Pueblo que metió dos veces en la cárcel a Liborio Mateo sin probarle algo que justificara su detención. Juanico Ramírez, hermano del General José Del Carmen Ramírez, compadre de Liborio Mateo el peón del General Wenceslao Ramírez en su finca de Bánica, líderes de la “Revolución del Doce” con el General Felipe Vidal, el azuano.

Salvinia Caminero habló de “La Canela”. ¡Pero si Salvinia también era “canelera”!, por aquello que he dicho de que “todo aquel o aquella que respiró aire de “La Canela” era ya “canelero”. Salvinia, la que escribió: “José Oliverio Mateo, Curandero-Guerrillero”. Fue un pariente de ella partisano de Liborio Mateo, vecino de “La Canela” quien le dijo de las cruel-dades que cometían “los americanos” con nuestros pobres campesinos. Suerte que tenían a Liborio que los defendía. De modo que hasta Liborio, ha tenido que ver con “La Canela”.

Ni hablar de las fiestas de Palos de “La Canela”: Los “Palos” de La Vieja Clara, la mujer de Benoit (“Benuá”) El Haitiano, los de Ana María Bautista, los de “La Vieja Merced” la mamá del profesor Villa, los de “La Resbalosa” donde había un “Calvario” con sus tres cruces al lado de la casa de Mininito Prince.

San Juan era en sí “La Canela”.

En la Tertulia, fueron surgiendo nombres y más nombres y de pronto vi con toda claridad que no hay un sólo apellido sanjuanero que no se hubiera recostado en el amoroso y plebeyo cuerpo de “La Canela”. Desde los influyentes Ramírez protagonistas de más de 100 años de historia sanjuanera, hasta los famosos, pulcros y cultivados Garrido Puello Además habían otros apellidos no de tanto abolengo como habían enseñado los amos aunque sí con la misma validez histórica y humana. Así: Los Suero, los Montes de Oca, los Ogando, los De Los Santos, los Encarnación, los Alcántara, los Castillo, los Casilla, los Báez, los Prince, los Batista, los García, los De León, los Melo, los Lazala, los Geraldo, los Valenzuela, los Herrera, los Piña, los Colón, los Quezada, los Nin, los Boyer.

Aquella noche nos dimos cuenta que “La Canela” no sólo fue en su época la última calle de la ciudad, la más plebe, la chusma, la más rastrera, la de los cueros, chulos y maipiolas, la de Gracita y Gasita, las dos prostitutas más famosas de “la parte de arriba”, las de mi tierna infancia.


Yo las miraba con respeto y miedo y todavía las llevo en el alma. La una era gorda, muy gorda (nunca me expliqué cómo podía ser prostituta), de buen humor, risueña, bonita de cara y con un eterno “buca-novio” en la frente. En cambio, Gasita era lo contrario: flaca, muy flaca, un “fleje”, huesuda, de cara fea y amargada con un lunar típico de “cuero” pintado con tinta china, siempre borracha y cayéndose de un “jumo” metida en su vestido “María Victoria”. Todavía me parece estar viéndola salir de los patios vecinos a la casa de Ercilia Romero, la que tenía el hijo enajenado mental y que la muchachada solía ir a ver desde lejos en su cepo como si fuera una yunta de buey en sus pies, construido por el amor de su madre para cuidarlo y cuidarse de su insania. La Vieja Ercilia, la de las sabrosas longanizas de pura carne de cerdo vivía también en ”La Canela” y los rumores la habían señalado como “mujer” de uno de los Ramírez cuando trabajaba como doméstica en su casa, producto de lo cual vino al mundo una hija bastarda.

Precisamente en la Tertulia estaba Caonabo Peña, el autor de la “bastardía sanjuanera” que no sabía que una “negra canelera” había sido “mujer” de uno de los Garrido Puello de alcurnia. La gente sabía que dos de sus hijos eran de él y que se vanagloriaba de propalar su famosa respuesta convertida en frase ante la incredulidad de un amigo de cómo un blanco de sociedad como él, pudiera gustarle una negra plebeya y pobre. “Las negras me gustan –sentenciaba- porque las puedo usar como sirvienta y como mujer”.

Desde nuestra Tertulia, comprendía muchas cosas vedadas en mi niñez y juventud oyendo cómo los viejos contertulios respondían las preguntas de los más jóvenes. Ahora entendía por qué la gente mayor de la generación de nuestros padres y la de los padres de nuestros padres guardaban silencio y no le gustaba hablar ciertas cosas del pasado sobre todo las que tenían que ver con las relaciones humanas. Y entendía con claridad el sentido de la frase: “no tener uno o una, cola que le pisen”. Mi madre solía expresar a voz en cuello esta frase y se complacía con el orgullo de su apellido.

De una forma u otra todos los apellidos de San Juan tenían su ombligo enterrado en “La Canela”. De modo que aunque resultara contradictorio en el fondo era un orgullo pertenecer a esa calle cuyo nombre honraba la batalla en que el General José María Cabral dio una buena lección de amor a su tierra, a los anexionistas españoles del General La Gándara y a los criollos serviles, traidores y vende-patria.

El expositor se preguntaba al final de su trabajo por qué los sanjuaneros quitaban los nombres heróicos de sus calles para sustituirlos por el de algunos personajes de nuestra historia pasada de manera selectiva. La respuesta la encontramos en el anecdotario de la Tertulia y remembranzas históricas que aportaron algunos de los presentes. La Tertulia dio respuesta a la pregunta del expositor:

Había que esconder la vergüenza pública de quienes siempre ejercieron su “autoridad” en la ciudad. Los que tenían el Poder en el Gobierno Municipal. Los de siempre influyendo en nuestro Ayuntamiento con la posibilidad de borrar con un apellido “de alcurnia” y “de rancio abolengo”el lodo de otros apellidos nominados por ellos como de alcurnia y rancio abolengo. La causa no po-día ser otra que ocultar la vergüenza histórica de una familia tildada de patriota pero que en realidad era una familia de traidores a los sentimientos patrióticos más puros de la línea duartiana. De un general traidor a su patria y a su gente que vio indiferente cómo se fusilaba a Sánchez siendo el jefe militar y cómo los españoles mataban a sus hermanos, él contribuyendo a lo mismo desde las filas enemigas. Misma vergüenza heredada por sus ascendientes que tenían el Poder en sus manos y la facultad de nombrar las calles de nuestro pueblo, o quitar los nombres de las calles de San Juan.

¡Ay bendita Calle “La Canela”! Tu obscenidad ha permitido el adecentamiento de tu pueblo.
Ninguno de tus hijos o hijas es menos que los hijos e hijas hipócritas de los que te gobiernan.

(Sobieski De León Lazala: “II Tertulia El Patio del Doctor”;
Viernes, 6 de Febrero, 2009, San Juan de la Maguana, R. D.

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