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jueves, 6 de enero de 2011

Andazas y Nostalgias del San Juan de Ayer

Autor: Juan T. León Ortega


Cuando decimos andaza simplemente queremos decir aventura, travezura, meterse en en el medio (de ahí lo de “siempre anda metido en el medio”). Cuando decimos nostalgia, queremos decir aquellos recuerdos que no nos dejan tranquilo, que podrían ser malos recuerdos, pero sobre todo, “gratos recuerdos”.

El alma de poeta, transporta a algunos a dimensiones desconocidas, al estado sublime del ser y no ser, a lo reconciliable y a lo no. De ahí que nuestro joven poeta sanjuanero Ingeniero José Enrique Méndez, tildaría casi cualquier situación de andanza o nostalgia como un eslabón onírico entre el tiempo espacio, materia y seres vivientes.


Paseo Playero

Como gran fervor lector de historietas (sean de aventuras o cómicas ), niño al fin por los 1960’s, viene a mi mente las historietas de las aventuras del marinero “caza tiburones”, Chanoc con su padrino Zecú Valoyán y su ayudante, el simpático Merecumbé. El bar predilecto de Zecú (borrachín por antonomasia) de los demás pescadores de la bahía, llamado “El Perico Marinero” era el lugar de las historias y los chismes de los pescadores y de otros parroquianos (quizá por la chimorrea le llamaban Perico Marinero. De ahí que los mismos mejicanos cuando alguien se sabe expresar bien, les dicen: tú tienes muy buen perico). Zecú se deleitaba con su bebida favorita llamada Cañabar;el mismo Zecú le llamaba Cañabar para machos, pues sólo los dizque muy machos podían soportar el fuego infernal de dicha bebida) , que era una bebida de alcohol de Caña, a la que los sanjuaneros conocen como “Clerén” . , Pero lo que más me imprecionaba de El Perico Marinero era el aspecto quiza bohémico o poético: frente al inmenso mar con su brisa tropical, belleza de la naturaleza con cocoteros, almendros y uvas playas silvestres, para una época de calma inter-ciudadana.

El Perico Marinero además nos remontaba a la misma época que estábamos viviendo en la bella Quisqueya y por ende, en San Juan de la Maguana. También la República Dominicana tenía en esa época, Pericos Marineros: una época de toda plenitud; belleza de la naturaleza; juventud de su gente; integridad familiar; respeto por lo ajeno y gran humanismo entre la mayoría de sus habitantes, especialmente entre los de menos recursos. No habían bandas armadas; no existían los asaltos (quizá en la Capital pero casi imposible en San Juan); no se robaban las cajas de los muertos (ni mucho menos, robarse el cadáver de una mujer hermosa y tener sexo con ella como ocurre ahora) en los cementerios; no se tiraba tiros al aire en los entierros al compás de la música infernal del llamado “Reguetón”; no se robaban las bombillas ni las tarjas de los emblemas ni las espadas de nuestros próceres; muy raras veces se violaba a una mujer o a un niño y sobre todo: no se vendía droga en las calles. Estabamos hablando, en pleno año de 1963. La República Dominicana en ese año, se privilegia en recibir una nueva democracia que no vivió por casi medio siglo: el gobierno del profesor Juan Bosch y Gaviño. Sin saber los días amargos que nos esperaban después de la muerte del tirano Trujillo, seguíamos transitando todos por nuestros propios caminos, junto a nuestros pericos marineros bohémicos y poéticos.

San Juan seguía su curso cotidiadano como los demás pueblo de Quisqueya. Su juventud encrustada tanto en el liceo como en el colegio Padre Guido Gil, se mancumunaba en las actividades del momento: juego de balonceto, volibol y actividades culturales, etcéteras.

Entre muchas andanzas, los jóvenes organizaban “paseos a los ríos o a las playas”, siendo San Juan por supuesto, una ciudad mediterránea. Aconteció que en los meses del mejor gobierno que haya tenido la historia contemporánea dominicana, el gobierno del profesor Juan Bosch, se organizaron muchos paseos playeros. Para esa época yo era apenas un molzabete que no estaba todavía en la misión de la puveltad. Mi personalidad no iba acorde con mi edad (algunos me decían que era un niño precoz por eso): me gustaban las amistades de los muchos más de mayoría de edad que yo. La mayoría de los niños de mi edad me aburrían, fueran estos varones o hembras. En cambio, me sentía tan a gusto oír a los muchachos mayores que yo o a los jóvenes adultos contar sus cosas personales. Lo mismo pasaba con las hembras, me gustaban las mujeres mucho mayores que yo, por supuesto, como yo era muy tímido, y como siempre se hablaba despectivamente de los “bichos” entrometidos (bicho en el argot dominicano significa en este caso, un molzabete hembra o varón que ya quiere aparentar de adulto), jamás hubo declaración de amor. Yo era un bicho entrometido (porque me interesaban las cosas de los más mayores) e introvertido (porque era muy reservado y tímido).

De ahí que me deleitaba escuchando a los muchachos avanzados hablar de José Ingeniero y de Vargas Vilas y otros autores. Yo apenas estaba en el 5to curso en esa época. Hasta un curso de mecánica automotriz industrial y Diesel empecé a estudiar sin estar muy avanzado en la escuela y aún podía entender de ese curso casi el 80 %. Me sabía el ciclo del motor de dos tiempo y el de cuatro tiempo como las palmas de mis manos.

Fue así como yo me fui incrustrando en los grupos de los muchachos del liceo. Para esa época habían algunos líderes entre ellos, de los que más me recuerdo eran de Isaías Ortiz, Nelson Buttén y Saulo. Todos ellos pertenecían a la agrupación política del Catorce de Junio, cuyo local se encontraba en la Trinitaria casi esquina Anacaona.

En ese local me llevé tremenda impresión con el encuentro del inmortal líder de todos los tiempos: El Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo (alias Manolo). Estaba él vestido con una chacabana color verde claro y unos pantalones color kaki. Un hombre alto, apuesto, fino, y fino también en sus modales. Entró al local nos saludó a todos, cuando me saludó me dijo:- ¿Y este compañerito quién es? Entonces Gaudo Capell le dijo:

- compañero Manolo, este es un amiguito de los míos. Gaudo Capel nos daba periódicos del Catorce de Junio y nosotros los repartíamos. Gaudo Capell era un joven activista del Catorce de Junio, proveniente de una familia de grandes luchadores anti-trujillistas; hermano de mi amiga, Marta Capel, mayor que yo y con quien yo a veces hablaba. Después de las palabras de bienvenida a cargo del presidente de la agrupación política Catorce de Junio, Hungría Mesa, las palabras del gran líder Manolo retumbaron en el pequeño local. El gran líder estremeció con su voz allí a los presentes, cuando dijo: - “compañeros, hemos divisado las siluetas de barcos de la marina de guerra de los EEUU navegando por el mar Caribe, la reacción dominicana está tramando una acción funesta contra el gobierno del profesor Juan Bosch, mantengámonos alerta”. Manolo era un líder político innato , creo que no surgira uno como él.

Entre andanzas y andanzas, Isaías Ortiz, lider estudiantil de la época, organizó con los muchachos y muchachas del liceo, un paseo al bello balneario playero llamado, El Palmar de Ocoa, situado en el litoral sur del mar Caribe. Al que saber que Isaías Ortiz tenía un gran arrastre entre los y las estudiantes de la época. Era un gran orador cuando se paraba en el púlpito y sabía manejar a los demás. Era indiscutiblemente un líder. Cayó preso cuando el golpe de estado a Juan Bosch y después que fue puesto en libertad junto a los demás líderes y hombres del pueblo, entre los cuales estuvo el profesor Ney Sánchez, se fue a la cordillera Central con el frente sur de la guerrilla del Catorce de Junio, cuyo comandante general era el Dr. Manolo Tavárez Justo. Isaías fue apresado junto a otros miembros del Catorce de Junio cuando la guerrilla fracasó, entre los que se encontraban Ermógenes, algunos de los Capell, Hungría y otros que no recuerdo. Durante la actividad guerrillera, Gaudo Capel nos informaba con volantes de las actividades de la guerrilla. Recuerdo que mi hermana Yolanda estaba casada con Pedro Heyaime, hijo de don Miguel Heyaime, comerciante tendero árabe, que tenía una tienda en la Colón en el mercado municipal. Mi hermana vivía en la calle Duarte frente a la casa de don Raúl García, dueño de una de las antiguas librería-ferreterí a del mercado municipal. Todos los días iba yo a la casa de mi hermana a leer el Listin Diario y el Caribe y me daba tanto apuro, rabia y tristeza de como ib’amos perdiendo la guerra. Me recuerdo como con tristeza leí que Tony Barreiro y sus compañeros habían sido emboscados y muertos en la lometa de la Berrenda por una patrulla del ejército (eso es por la región este de la isla, sino me equivoco, por el Seibo). Pero lo que más me impactó fue en el mes de Diciembre de ese año, cuando se anunció la muerte del Dr. Manolo Tavárez Justo y de sus compañeros. Yo no pude dormir por mucho días.

Volvamos a las andanzas. Isaías Ortiz organiza un paseo al Palmar de Ocoa. Yo de entrometido bicho, me uno a la carabana del paseo. Varios vehículos se unieron junto a la guagua principal en el viaje. Iban muchas chicas lindas del liceo. Entre ellas recuerdos a Marta Capell, las dos hermanas Sara y Milagros Montás (que vivían en la Duarte), Virtudes de los Santos (no recuerdo si su hermana Griselda, la rubia fue a ese paseo), Pina Panigua (hermana de Manuel Paniagua que murió en un accidente automolístico y quien fue jefe de mi patrulla de Boy Scouts los Cuervos) y muchas más que no recuerdo. Cuando ví a Virtudes de los Santos y a Pina Paniagua, me dije a mi mismo: bueno aquí vienen mis dos hembras a quienes quiero mucho. Estamos hablando de dos muchachas que ya estaban en el liceo, es decir, que ya estaban en la edad de la puveltad, mientras yo era apenas un gallito quiquiriquí, es decir, jamás iban a corresponder ninguna de las dos a mis pretensiones. Algunos de los muchachos pensaban que Virtudes no era una muchacha femenina, pero se llevaron tremenda sorpresa en el Palmar de Ocoa cuando vieron la silueta femenina de Virtudes. Si yo hubiera tenido la edad suficiente, hubiera querido que una de las dos hubiese sido mi novia. Con Pina fui a Monte Río, Azua una vez en otro paseo, allá ella y yo nos fuimos en un tubo nadando lejos los dos. Yo estaba tan emocionado teniendo la hembra tan cerca y sin poder decirle nada. Me gustaban las dos. Yo estaba emocionado en el Palmar de Ocoa nadando. Todo aquello parecía como un paraíso encantado, me recuerdo el titulo de aquella película italiana, Cinema Paradiso. Pero del Palmar de Ocoa de esa época, era un verdadero paraíso. El mar Caribe, con un azul intenso, los árboles de almendras silvestres, las uvas playas silvestres (uvas de una sola semilla), los cocos, mangalres, aquello parecía ocmosi fuera un cuento de adas. Para todavía embellecer el paisaje, un pequeño río que desembocaba en la playa y formaba un charco precioso. En ese charquito nadé yo por varias oras hasta que por fin me cansé. Entonces empecé a trillar de frío. A lo lejos divisaba a mis dos hembras que lucían felices juntos a los demás muchachos. De repente mientras estoy sentado trillando del frío, se me acercan tres hombres vestidos de negro con gorros de militares, con unas insignias rojas con una efigie de un tiburon en una de las mangas de la camisa y con un cuchillo cada uno amarrado en una de las piernas. Nunca había visto antes en mi corta vida tan semejante vestuario. Uno de los tres hombres vestido de negro se aproximó a mí, los otros dos tomaron un rumbo desconocido.

El hombre próximo a mí empezó a desvetirse, tenía en sus manos una escarfandra con un pequeño sifón para respirar, chapaletas para el buceo y como una especie de cesto o malla. El señor se dirije a mí y me dice: - ey rubito, ¿tú vas a estar un tiempecito ahí para que me cuide esa ropa?. Yo le dije - sí voy a estar aquí todo el tiempo. Antes que se fuera le pregunté ¿señor qué clase de uniforme es ese de usted y los otros dos? Me dice:

- Nosotros somos hombres ranas rubito. Estamos asignados a la base de Las Calderas que no está lejos de aquí.- ¿ Hombres ranas le pregunté yo? – Sí rubito, hombres ranas. Nosotros somos una fuerza especializada de la marina de guerra. Bueno, el hombre rana se fue mar abierto lejos buceando, al rato regresa con la cesta llena de langosta y lambies. El hombre rana tenía todo preparado, pues hasta algunos limones tenía. Entonces se sentó junto a mí y me dijo:

- acércate rubito, que vamos a tener un festín aquí. Este señor empezó abrir caparazones de los lambies y lo curaba con limón y se lo comía crudo. Me dice: - ¿ tú nunca has comido lambi crudo con limón, pues ahora tiene la oportunidad? Entonces empecé yo hacerle el paripé (como dicen los cubanos) o aguaje como decimos los dominicanos, pues ver esa babosa del lambí saliendo me ponía a temblar. El hombre rana y yo estábamos sentados como Robinson Cruso y su ayudante Viernes comiendo lambies crudo con limón. La segunda vez que ví a un hombre rana fue en el restaurante de mi padre, que pidió una cerveza presidente y un sandwich de pollo. Ese mismo hombre rana llegó varias veces al restaurante, más tarde supe que ese mismo hombre rana, era nada menos que Manuel Terrero (sanjuanero, hermano de Mario terrero el flaco), héroe de la revolución de Abril. También conocí a otro se llamaba Ulises y que le decían Cucaracha -20, pues durante la revolución de Abril formó un comando entre civiles y al comando lo nombraron, Cucaracha-20 debido a una metralladora que tiene disco arriba y que durante la revolución mejicana al comienzo del siglo veinte, se usó mucho por los guerrilleros de Pancho Villas .

Ese grupo especializado de la marina de guerra, le dio mucha agua de beber a los asesinos de Wesin y Wessin y su CEFA y también a los invasores norteamericanos en la insurrección del 24 de abril de 1965.

Bueno, la andanza al Palmar de Ocoa fue como un sueño dorado: mucha aventura para un niño de mi edad, conocí a un lugar precioso de mi país, el Palmar de Ocoa, que en esa época era todo virgen; conocí gente nueva y buena: el hombre rana y además mis dos hembras estaban ahí. A nuestro regreso a San Juan, tuvimos un incidente: en uno de los carros de la caravana del paseo se encontraba el profesor Loweski de Oleo y el profesor Ney Sánchez (compositor de la canción “ San Juan”) y al pasar por el punto de chequeo de la marina de guerra en la base de Las Calderas, no sé si Loweski o alguien en el carro, traía una pistola sin permiso y ya querían dejarlo preso en la base, ahí nos dilatamos mucho hasta que por fin salimos y llegamos a San Juan al anochecer. ¿A propósito existe todavía el Palmar de Ocoa? Bueno sencillamente pregunto, pues con esta tremenda estocada neoliberal al entorno ambiental del capitalismo o camino del infierno , dudo de que existan algunos árboles todavia.

Andanzas y Nostalgia del San Juan de Ayer (2)

De Wiki San Juan

Autor: Juan Tobías León Ortega


Escursiones

La República Dominicana de los 50s y de los 60s todavía conservaba aquel embrujo de un verdadero paraíso tropical y terranal. No en vano, según cuentan los anales históricos, el famoso almirante judío-genovés, a quien los pueblos originarios del continente américano todavía llaman “Un Pillo Inoportuno”, es decir, Cristóbal Colón, se le escapó aquella frase de “ la tierra más bella que ojos humanos hayan visto”. Esa bella tierra , a quien los habitantes descendientes de la cuenca del gran Orinoco le llamaban Quisqueya o Haití, era nuestra madre, la Mama Pacha (madre tierra). Verdura tropical de toda clases de árboles, con el suave acaricial de la brisa , pinos de montañas, jabillas silvestres de ríos encantados y cristalinos. La espesa vegetación de las riveras : mangos silvestres, guánabanas silvestres, guamas, caimitos, ciruelas, jobos, lirios del ríos, cigarrones rojos (o flor del diablo como le llamaban en el Cibao) y ríos llenos de peces y moluscos. Caíamos así en el hechizo del imán quisqueyano, con el paraíso de los alrededores de la manigua redentora (como decía el Che Guevara en sus mejores tiempos de la Sierra Maestra: “-esta es Radio Rebelde, transmitiendo desde Sierra Maestra: de nuevo a la Manigua Redentora Combatientes”) por un lado, y por el otro, nuestro Perico Marinero de la vida provincial cotidiana. Así seguíamos sonriendo en nuestro Perico Marinero pese a la tanta tensión política desde la caída de Trujillo ; los meses de tensión durante el auto golpe de estado de Joaquín Balaguer con el apoyo del general Rodríguez Echavarrías (quien esta vez se oponía a un gobierno oligárquico); el contra golpe al general Rodríguez Echavarría (irónicamente calló engañado ingénuamente por los sectores oligárquicos quien iba a ser el ideólogo en el siglo XX del movimiento más genuino de jóvenes militares de América Latina : el teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez y precursor del ensayo de la Quinta República de Duarte-Luperón -Caamaño); el Consejo de Estado; el ascenso del gobierno del profesor Juan Bosch y su caída; el Triunvirato; y la guerra por la Quinta República de Duarte- Luperón-Caamaño (la prefiero llamar yo así) mejor conocida como: Guerra Patria de Abril de 1965.

Desde niño en mi natal San Francisco de Macorís, sentía un gran idilio por ser un explorador de montes. Oía con mucho recelos, cuando los adultos y los muchachos jóvenes hablaban de ir de esculsión a la loma de Quitaespuela. Era fascinante los relatos de las lomas dominicanas. Yo divisiba a lo lejos, en los momentos de las actividades de las calles, el masizo de lomas y lometas de la provincia Duarte. Sólo había visto en mi corta vida, algunos montes con pequeños cerros cuando iba de aventuras con mis vecinos amigos César y Nai a una finquita que estaba por la carretera que se va a Nagua (antigua Julia Molina). Ahí comíamos muchos mangos y naranjas, nos bañábamos en el río y aventurábamos por los cacaoales bien oscuros y de mucha humedad, todo aquello me llenaba de felicidad: la espesa vegetación ; el cantar de las tórtolas y los Barráncolies ; los conuquitos llenos de yuca, batatas, guandules, hortilizas y las gallinitas pone huevos. La naturaleza y yo hicimos un pacto de amor eterno desde entonces. Me daba a veces pánico los cacaoales por los oscuros que eran; a veces aparecían tremendos culebrunes (boas contrictoras), enrolladas a los árboles de cacaos, que miraban a uno sacándole la lengua. Me daba envidia y soñaba todos los días con ver de cerca, la loma de Quitaespuela. Recuerdo que en ese entonces (estamos hablando de un niño apenas en primer curso de la primaria), se inicia una gran competencia por revivir el “escultismo de los Boy Scouts” en San Francisco de Macorís, mi hermano Cucho y sus amigos se hacen amigo de dos ex-jefes de patrullas de boy scouts de la generación mucho mayor que ellos. Recuerdo sólo dos nombres de los precursores de boy scouts: Ñico y Martín. Fue entonces cuando Ñico le dijo a mi hermano, que se formaría un grupo de Lobatos para los niños entre 6 a 11 años. Yo ví el cielo abierto, pues esa oferta me podía llevar a mi aventura maniguera, es decir: la loma de Quitespuela. Siendo Lobato, el sueño de explorar la loma de Quiespuesla no se cumplió, pero en cambio, sí se cumplió la aventura de ir a una escursión a un campo donde había mucho monte y un pequeño río.

Se muda mi familia hacia el sur profundo de la isla de Santo Domingo, no muy lejos de la frontera con Haití : San Juan de la Maguana. Me entra la fiebre de las escursiones de nuevo en San Juan de la Maguana. En esta ciudad oigo los testimonios de campesinos, gentes del pueblo y Boy Scouts acerca de la belleza de las lomas y lometas que circundan al valle de San Juan por el norte, y aparentamente son “ramificaciones de la Cordillera Central”. Oigo relatos del Pico Duarte, en fin, de las lomas, como les llaman las gentes en las calles. Desde el balcón de mi casa frente al parque Sánchez, se observaban majestuosamente aquel masizo de lomas por el norte. Mi pregunta siempre era : ¿cómo serán ellas, a qué se parecen?

Bueno, mi buena ventura vino, por cierto por ser tan metiche y querer estar en todas partes. Pasó cuando al final del 1962, durante el Consejo de Estado, me topo con el querido y recordado compañero ingeniero Domingo Paniagua (alias Ñingo) que sólo vivía a una cuadra del parque Sánchez, en la Sánchez esquina Santomé, hijo del difunto Nicolás Paniagua y de doña Rosita. Sus hermanos, el difunto Jorgito Paniagua (muerto a destiempo en un accidente aereo) y César Paniagua, eran ya expertos en el escultismo, es decir, en la organización de boys scouts. Jorgito Panigua, era jefe de patrulla, y César era un boy scout de primera. Con Ñingo encontré un tremendo apoyo para aprender muchas cosas sobre el escultismo, Jorgito era muy cariñoso con los niños, César era algo más retraído, pero amistoso conmigo también. Fue estando ahí que conocí a un sin número de compañeros y amigos, entre ellos el que más destaca es el ingeniero José Enriquez Méndez Díaz (alias Ike) que vivía a una cuadra corta de la casa de los Paniaguas. Casi la mayoría de los muchachos de ese barrio eran muy amistoso y buenos compañeros. El hermano de nuestro amigo, el ingeniero José Enrique Méndez (Ike), Dr. Luis Méndez Díaz, era también parte del grupo de boy scouts de San Juan. Allí vivían muy felices junto a la recordada profesora Luisa Díaz ida a destiempo, Cuchito, Luis, Ike y Josefina. Parecía ser que JorgitoPaniagua (no sé si estoy en lo cierto), tenía un gran arrastre como líder en ese barrio, pues había muchos boy scouts en ese barrio. A lo mejor Jorgito Paniagua influenció en elllos para su ingreso al grupo de boy scouts de San Juan. Jorgito también era parte del liderazgo estudiantil Social Cristiano de esa época ( del Partido Revolucionario Social Cristiano, del Dr. Alfonso Moreno Martínez, a quien los catorcitas llamaban Social Pistola) . Casi al frente de los Paniagua y al lado de los Méndez Díaz , vivía el barbero de mi familia, es decir, don Manuel (casado con una Paniagua), quien era el padre de Alejandrito (boy scout también),de Tayo y del Dr. Guillermo (quien era menor que yo) , mi amigo. También no muy lejos de ahí se encontraban los Morillos hijos de don Maclín (Ricardo y Vinicio eran boy scouts mientras que Gustabo y Luisito eran má o menos de mi generación) en la misma Santomé así como el recordado amigo difunto Manuel Beltré alias Ñiño . No muy lejos de ahí en la General Cabral, vivía el difunto Manuelcito Paniagua (quien más luego llegaría a convertirse en jefe de mi patrulla; hermano de la mujer mayor que yo, Pina Paniagua que me gustaba tanto); Mingo Ramírez y el difunto Roger, Boy Scout también. Todavía creo que aún me faltan algunos más por mencionar, creo que los hermanos del grandolón Muma, Pachiro, los hermanos Salcié de la Duarte con General Cabral, Pupito en la General Cabral y Camucho (creo que por la Sánchez). En la Sánchez casi esquina Trinitaria frente al parque Sánchez (sólo a una esquina de los Paniagua), vivía una familia que no era de San Juan como yo, que creo que su padre fue una vez el fiscal o no sé que. Era una familia educada de clase media, sólo me recuerdo de Miguel bastante delgado, de los otros no me recuerdo mucho. El mayor de los hermanos de esta familia, le gustaba vomitar algunos de los por menores debajo del árbol de Laurel que se encontraba en plena esquina de la Sánchez y la Trinitaria. Ahí aprendíamos mucho los más pequeños las experiencias de los mayores.

La situación de San Juan se parecía a la de San Francisco de Macorís respecto a la carencia de un grupo de Lobatos, es decir, otra sección de escultismo para niños entre 6 -12 años. A finales de los 50s, San Juan tuvo un grupo de Lobatos, pero después se desintegró. Al final del año 1962 es cuando un nutrido grupo de niños de los cuales recuerdos sólo unos pocos, formamos de nuevo el grupo de Lobatos por iniciativas de Jorgito Paniagua (como gran conocedor de los Boy Scouts) , José Nanúm (quien resultó nuestro jefe o Aquela momentáneamente) y hasta creo el fenecido Adriano Santil jefe del grupo de Boy Scouts dio su visto bueno a la formación del grupo. Entre los niños de esa época que recuerdo están: Domingo Paniagua (Ñingo), José Enrique Méndez (Ike), Frank (no recuerdo su apellido), Manuel Matos (alias bigote), Zoilo de los Santos La Grange (hijo de la profesora Ofir La Grange), Julio César Paulino (el Cacú, hermano de Aguilita), Danny Recio, Danny Nanúm, etc.

Ñingo, Ike y yo a veces practicábamos las señales de los Boy Scouts, practicábamos también el semáforo de banderas, con todo su abecedario. Un día decidimos irnos de escursión a la finca del padre de Ñingo, don Nicolás Paniagua, cerca de Hato del Padre. Recuerdo que llevamos mucha leche en polvo y chocolate, mi estómago, rugía como un león, pues no estaba impuesto a tan semejante dieta. Al caer la noche del primer día, todo aquello era tan espectacular con el sonido de las ranas, sapos gigantes (o macos), grillos, chicharras, cucullos nocturnos con sus luces de vengala, y de vez en cuando el sonido de un muuuuu de vaca o un potriquillo llamando a su madre. Al amanecer, el canto de tórtolas, carpinteros, de golondrinas y el aleteo de las ciguas marroneras (ciguita marronera como dice el maestroRafael Solano en su canción “Dominicanita) o un grupo de las ciguas Madam Sagá (Chichiguaos), convertían aquello en un día de esperanza y de vida a plenitud.

Después del período de agitación política que sacudió a la RD comprendido entre el final de 1961 hasta la toma de poder de gobierno del profesor Juan Bosch, en Febrero del 1963, viene la calma esporádicamente de los primeros meses de la primera democracia dominicana de siglos. De nuevo al Perico Marinero: paseos, actividades deportivas. El gobierno de Juan Bosch exoneró de impuestos a todo ente material o de servicio con el objetivo de incrementar el auge cultural del pueblo. De ahí que los libros de lecturas eran sumamente baratos, los discos de sinfonías o de grandes temas, etc. Recuerdo que hasta a $0.10 centavos se compraban buenos libros. Es por eso que las clases oligárquicas se oponían (y se oponen, pues la misma guerra fría no ha terminado todavía, ni mencionar la lucha de clases, pues ésta terminará con el fin de la historia) rotundamente contra a los gobiernos de corte democráticos- burgueses-populares como el de Juan Bosch, pues por los menos el gobierno empezó abrir oportunidades a la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre para que por los menos, los hijos de los chireperos, de las trabajadoras domésticas, de los barredores, peones y demás conglomerado, pudieran adquirir algunos de los instrumentos de la cultura a un precio razonable (¿sucede eso en la actualidad en la desregulada y globalizada vida cotidiana dominicana, calcomida por el neoliberalismo consumista y depredador?) . Recuerdo que los muchachos del sexto curso usaban unas cartillitas como libros de textos, que costaban en la ferretería- librería de don Raúl García, apenas $ 0.10 centavos (diez centavos). Es decir, que un padre de familia, podía comprarle todos los libros de textos , con menos de un $1.00. Por eso, la oligarquía dominicana se hizo así misma, el compriso de: “este gobierno debe morir” (o como dice el escritor-periodista británico, David Yallop en su obra “Por Voluntad de Dios”, referente a la mafia del Vaticano que presuntamente asesinó a Juan Pablo I, Albino Luciani, “aplíquénle al Papa la solución italiana: el Papa debe morir”). Al gobierno de Bosch, se le aplicó la solución italiana: “debe morir”.


Excursión

Parte 3

Las nostalgias son cosas latentes de lo vivido. Pensamientos fugaces que a menudo nos mortifican, pero que a la misma vez nos fortifican y nos conducen a sueños hechos realidad, que en otras palabras serían, la reconstrucción de lo real ya vivido. Por lo tanto, recordar el ayer, nos conecta al futuro.

No acababa el pueblo dominicano de haber salido de una dictadura unipersonal sin dinastía, encabezada por el Generalísimo-Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, que a diferencia de la dinastía de los Somoza en Nicaragua, solía confundirse con sus esbirros familiares. Ni el hijo mayor, Ranfis, ni el menor Rhadamés, ni sus hijas Flor de Oro y Angelita, ni mucho menos sus hermanos Petan y Negro, pudieron reconstruir la dinastía trujillista después de muerto su jefe.

Entraba así el país después de la muerte de El Jefe, en un torbellino social que abarcó desde la caída de Joaquín Balaguer del año 1961, el auto-golpe de éste con el apoyo del general Pedro Ramón Rodríguez Echavarría (engañados como corderitos por la naciente oligarquía los héroes nacionales Coroneles Rafael Tomás Fernández Domínguez y Francisco Alberto Caamaño Deñó en este auto golpe) , el Consejo de Estado (pequeño embrión de la naciente oligarquía dominicana), la elección del Profesor Juan Bosch y Gaviño como primer ensayo democrático con su constitución del 1963 (El mejor gobierno que hayan tenido los dominicanos hasta ahora, pues ni mató ni robó, con la constitución más avanzada hasta el momento), el golpe de estado a éste (mutilación anti-histórica por la cual , todavía hoy día estamos padeciendo los estragos) , el Triunvirato (Pichón del engendro oligárquico, en el cual participó lamentablemente un hijo de los sanjuaneros: Emilio de los Santos. Afortuna -mente, aplicó la teoría de “la historia me absorberá”, y renunció a su cargo justo a tiempo) hasta culminar con la insurrección de Abril de 1965 (guerra patria por la Quinta República).

San Juan seguía incrustado en la manigua (pero no la manigua de los anti-sociales sino una manigua redentora) del Perico Marinero: paz familiar, vida bohémica, cherchas, las muchachas del Parque Sánchez son tan bonitas , la banda de música en la glorieta del Parque Sánchez, las bellas y los mozos del colegio Católico Padre Guido Guildea, los bacanos y las bacanas del Liceo Pedro Henríquez Ureña, los gallitos en las esquinas esperando a que pasara su jeba predilecta para tirarle un piropo al estilo de Panchito el zapatero- remendón- borrachín callejero: “muchacha, quisiera que tú fuera la horma de mi zapato”, o algún personaje pintoresco que como Millo Ojos de Peseta, Propín, Miguelito, se robara el show con sus ocurrencias y dejara al Doctor Antonio Zaglur y “Mis Quinientos Locos” sin orientación psicológica.

Pese al golpe de estado contra el Profesor Juan Bosch y pese a la tristeza que embargó la muerte del líder político más grande de esa época en las Manaclas- Cordillera Central en Diciembre del 1963: el Doctor Manuel Aurelio Tavares Justo (alias Manolo). Ahí estaban los Barrigas Verdes, que con honor se habían ganado su apodo (por haber sido su orden tan generosa con el lánguido escuincle-cara pálida de Barriga Verde) en las narraciones de Cosas Añejas de César Nicolás Penson.

Los billares apestados en los barrios de bohemios en las noches, jugando, especialmente en las calles Sánchez con Wenceslao Ramírez, en donde se saboreaba un exquisito “Mabí de bejuco de indio” y las fritangas repletas de bofes secos, hígados y carnes secas fritas con sus batatas fritas, fritos verdes , empanadas y demás mojigangas . Los muy chulos guayaberudos, es decir, aquellos parranderos bebedores de Ron Palo Viejo (con olor a Horma de zapatero remendón), se iban a los famosos burdeles llamados Los Perros a bailar al ritmo del conjunto cubano de los Guaracheros de Oriente y el dúo cubano de los Compadres, de aquel Guaguancó “a la loma de Belén, de Belén nos vamos, aeee, eaaaa”. Canción que una vez los combatientes constitucionalista del 1965 revirtieron en las calles” vamos, guerrilleros vamos, pa’ donde Caamaño, al son de la loma, vamos guerrilleros vamos, a derrotar a Wessin, vamos guerrilleros vamos, aeee,eaaaa………”. De vez en cuando hacía gala en los salones de Los Perros el famoso estelar segunda base del equipo de base- ball amateur de San Juan, el gran peloterazo Narciso Ramírez alias Brochén (hermano mayor de Arturo Ramírez alias Sanguillí- La Babosa) al ritmo del dúo cubano de los Compadres, con la canción aquella de “ese paso de la jaiba que me gusta a mí”. Su estilo de Chévere bailarín- guayaberudo nos hacía recordar el estilo cubano de los años 50s del barrio habanero del Luyanó: “ Oye chico, no te vayas de Luyanó, pues la cosa se pone buena, chico. !Cosa ma’ grande chico!” Narciso era todo un ser versátil: un gran pelotero, bailarín y zapatero-remendón.

Excursión

Al final del año 1963 y de todo el año de 1964, los acontecimientos socio-políticos caminaban a la velocidad de un rayo en el país quisqueyano, del cual San Juan de la Maguana no era la excepción. Ya don Emilio de los Santos, sanjuanero barriga verde, había renunciado a su cargo de triunviro, por el asco que le provocó los fusilamientos de los guerrilleros del 14 de Junio en la Manaclas, incluyendo a su máximo líder, el Doctor Manolo Tavares Justo. Ese gobierno de facto entró en la etapa de caída libre, pues su misma dinámica golpista-corrupta-asesina, lo empezó a aislar más y más del pueblo. Por doquiera sólo se oían las voces de los hombres del pueblo: Juan Bo’, presidente, Juan Bó, presidente,……….” La República Dominicana había entrado en una etapa conspirativa que iba desde la agitación en las calles, sabotajes en los cuarteles militares –policiales y la conspiración de éstos (los militares) en los cuarteles contra el gobierno de facto.

El escultismo explorador (movimiento de los Boy Scouts) de finales de los años 50s y principio de los 60s ya estaba tirando sus últimos coletazos para aquellos jóvenes que habían nacido en la mitad de los años 40s. Mi generación de los 50s todavía se encontraba en pleno apogeo hasta los años de 1963 y 1964 respecto al escultismo. Sin embargo, cuando una cosa afecta a otra cosa, se van concatenando los acontecimientos: a finales del 1964, gran parte de mi generación no quiso seguir en el movimiento de boy scouts, incluyéndome a mí mismo.

Las última reuniones de estudio del manual de boy scout, las llegamos hacer principalmente en la casa de mi amigo Ike Méndez (Calle Sánchez esquina General Cabral). Fui reclutado, si mal no recuerdo, en la patrulla de la Gaviota, junto con otros. Nuestro jefe de patrulla era el Doctor Emmy (hermano de Goguiga, hijos de la directora de la escuela Francisco del Rosario Sánchez, doña Soraya). El difunto Doctor Luis Méndez (hermano de nuestro amigo José Enrique Méndez, alias Ike), era parte de nuestra patrulla. Varios muchachos de ese barrio la componían, entre algunos que me recuerdo: Camucho, Pupito, Manuel Beltré (alias ñiño, mi amigo, ya fallecido), Manuelcito Paniagua (quien más luego substituiría a Emmy como jefe de patrulla, hermano de Pina Paniagua, la mujer que me gustaba), Roger y otros que no me vienen a mi mente. Los demás componentes de la patrulla de Las Gaviotas vivían en otros barrios: Me recuerdo de Firo Paniagua, Clevel Mesa, Jorge Madera y del fornido Enriquito Mateo (muchacho honesto, disciplinado, que nos sirvió también como un gran guía entre las montañas debido a su formación campesina).

Mi primera excursión con la patrulla de las Gaviotas y con el nuevo jefe de patrulla, Manuelcito Paniagua, se vino a dar al principio del año 1964, en pleno gobierno oligárquico -usurpador del Triunvirato. Nuestro destino: El Salto de Jínoba ,pequeña cascada cercana a ramificaciones de la Cordillera Central de la parte sur de la isla y la exploración al macizo de cerros y montañas que colindan con la Loma del Agua, asiento periférico del río Mijo. Recordando de nuevo, de que apenas era yo un aspirante a Boy Scout. Todavía estaba usando el uniforme de Lobato.

Fue una gran aventura la exploración del macizo ramificado de la Cordillera Central. Los más fiebruses exploradores, ya querían seguir hasta el asiento de la loma de La Viuda de aproximadamente 2800 metros de altura sobre el nivel del mar. No los culpaba, ya que aquello parecía como un cuento de Hadas: bosques de pinos criollos, brizar eterno (por eso aquel comentario de los vientos alisios) con el cantor de pájaros silvestres que formaban un arco de sintonía quisqueyana: pura campiña tropical de selva. Algunos campesinos de la zona mientras explorábamos, nos comentaban:- “los mas fuertecitos podrían subir a La Viuda, pero no esos niños tan tiernitos y los más zalencos “. Se referían los campesinos tanto a mí (que apenas era un gallito Quiquiriquí) como a otros gallitos, y cuando decían a los zalencos, se referían a los más flacos o desgastados por el viento, el agua, el sol y la polilla (o quizá por falta de proteínas históricas, como decía Hamlet Herman en su libro “Caracoles, La Guerrilla de Caamaño). Ya me doy cuenta de los zancasos que un soldado-guerrillero debe dar cuando es acosado por un ejército: subir y bajar montañas que no es nada fácil con el peso de la mochila, el fusil y las balas. Algo estoico.

Cuando llegaba la noche, la reunión alrededor de la fogata, la oración antes de acostarnos, la labor de centinela al campamento, la recia disciplina del escultismo de los Boy Scouts y la indisciplina de algunos pelados, completaban el itinerario del manual. Al caer la noche, el zumbido de mosquitos, cantos de Grillos, Chicharras, llamados de ranas, y algún búho extraviado, hacía de la noche todo un baile unísono de sonidos de campiña encantada.

Al amanecer, los eternos cantos de los habitantes de las montañas ya mencionados, el toque del amanecer, los ejercicios al aire libre, el chocolatito caliente con pan conservado, nos llenaba de emoción. Pero en las montañas no todo era belleza. También estaban aquellos hijos del pueblo, campesinos nuestros, curtidos por el sol, el agua, el viento y la polilla, que no habían probado ni siquiera el primer bocadillo del día, no porque era muy temprano o porque era tarde, sino porque estaban sufriendo el flagelo más horrible del drama humano: la miseria. Me chocó aquel contraste de la belleza natural de la campiña, con el contraste de un humilde niño campesino pidiéndonos pan y chocolate. Se hacía llamar así mismo, “El Ermitaño de las Montañas”. En su rostro se podía ver sintetizado, “Los Cien Años de Soledad” del Macondo de la novela de Gabriel García Márquez: rostro cadavérico, panza des-proporcional a su cuerpecito, falta de las proteínas históricas y des-equilibrio corporal (según nos contó, era un niño adolescente de catorce años y su cuerpecito parecía como el de un niño de seis años). –Tráiganme más pan cuando vuelvan por aquí nos dijo El Ermitaño de las Montañas.

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