"En la escena pulida del olvido, las mariposas de San Juan no regresarán, con el frescor y la gloria de los sueños, son leve vestigio de lo eterno que ya no vuelve más...”
"Andrés L. Mateo, Al Filo de la dominicanidad"
E. O. Garrido Puello
Espejo del Pasado
Con la ocupación militar yankee llovieron los problemas económicos sobre el país. Esos intrusos donde quiera que plantaban su bandera querían imponer su estilo de vida y sus leyes como si la tradición y la educación de un pueblo pudiera cambiarse como una camisa.
San Juan de la Maguana fue desde la colonización una región eminentemente ganadera. Ganado de todas clases pastaban libremente en sus extensos prados. Todo sanjuanero, por humilde que fuera, tenía puercos, vacas, caballos y chivos paciendo con libertad por terrenos que eran de nadie. Se tenían títulos sobre terrenos comuneros., pero sin que ningún interesado tomara posesión de ellos, excepto para hacer algún conuco. La dejadez y la ignorancia llegaron l extremo que esos títulos pasaban de mano en mano sin que para esa cesión se instrumentara ningún acto legal. Suponían que bastaba la posesión.
La población de San Juan de la Maguana fundada sobre esos prados era, sobre todo de noche, invadida por toda clase de animales. Los Ayuntamientos habían tratado de corregir el mal., pero sus disposiciones para ser operantes tenían que lesionar muchos intereses, sobre todo de la clase pobre. Esa razón hacía que las decisiones municipales fueran aplicadas con bastante lenidad.
La llegada de los yankees cambió el panorama. Inmediatamente prohibieron la crianza de cerdos en todo el territorio de la Común y persiguieron, aprisionándolos y castigándolo a sus dueños con multas, todo animal que violara el perímetro urbano que ellos fijaron a su antojo. La cacería de cerdo se hizo un deporte de las autoridades policiales. Ante la magnitud y gravedad del caso los ganaderos se reunieron para buscarle solución. El problema era muy difícil de resolver. A animales irracionales no se le podía inculcar el respeto a las leyes. Después de muchas sugerencias el comando militar aceptó como desenlace del conflicto que el pueblo fuera cercado con un alambre de púas. El cerco se colocó a expensas de los ganaderos con portones en las entradas principales de la población. Esos portones se cerraban de noche. El cerco cayó en desuso algún tiempo después.
La presión que se hacía sobre los ganaderos obligó a los más pudientes a fomentar potreros y a los menos favorecidos de la suerte a vender sus animales. Al arrebatársele a los sanjuaneros sus fuentes de producción la región fue llevada a la miseria. Los animales morían porque sus dueños no podían mantenerlos del cabestro.
Parece curiosos y hasta chistoso, que mientras los animales pastaban libremente los humanos fueran achiquerados. Cosas de los tiempos y de los yankees.
E. O. Garrido Puello
Espejo del Pasado
Con la ocupación militar yankee llovieron los problemas económicos sobre el país. Esos intrusos donde quiera que plantaban su bandera querían imponer su estilo de vida y sus leyes como si la tradición y la educación de un pueblo pudiera cambiarse como una camisa.
San Juan de la Maguana fue desde la colonización una región eminentemente ganadera. Ganado de todas clases pastaban libremente en sus extensos prados. Todo sanjuanero, por humilde que fuera, tenía puercos, vacas, caballos y chivos paciendo con libertad por terrenos que eran de nadie. Se tenían títulos sobre terrenos comuneros., pero sin que ningún interesado tomara posesión de ellos, excepto para hacer algún conuco. La dejadez y la ignorancia llegaron l extremo que esos títulos pasaban de mano en mano sin que para esa cesión se instrumentara ningún acto legal. Suponían que bastaba la posesión.
La población de San Juan de la Maguana fundada sobre esos prados era, sobre todo de noche, invadida por toda clase de animales. Los Ayuntamientos habían tratado de corregir el mal., pero sus disposiciones para ser operantes tenían que lesionar muchos intereses, sobre todo de la clase pobre. Esa razón hacía que las decisiones municipales fueran aplicadas con bastante lenidad.
La llegada de los yankees cambió el panorama. Inmediatamente prohibieron la crianza de cerdos en todo el territorio de la Común y persiguieron, aprisionándolos y castigándolo a sus dueños con multas, todo animal que violara el perímetro urbano que ellos fijaron a su antojo. La cacería de cerdo se hizo un deporte de las autoridades policiales. Ante la magnitud y gravedad del caso los ganaderos se reunieron para buscarle solución. El problema era muy difícil de resolver. A animales irracionales no se le podía inculcar el respeto a las leyes. Después de muchas sugerencias el comando militar aceptó como desenlace del conflicto que el pueblo fuera cercado con un alambre de púas. El cerco se colocó a expensas de los ganaderos con portones en las entradas principales de la población. Esos portones se cerraban de noche. El cerco cayó en desuso algún tiempo después.
La presión que se hacía sobre los ganaderos obligó a los más pudientes a fomentar potreros y a los menos favorecidos de la suerte a vender sus animales. Al arrebatársele a los sanjuaneros sus fuentes de producción la región fue llevada a la miseria. Los animales morían porque sus dueños no podían mantenerlos del cabestro.
Parece curiosos y hasta chistoso, que mientras los animales pastaban libremente los humanos fueran achiquerados. Cosas de los tiempos y de los yankees.
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