Las palmeras, naranjos y laureles de la comarca sufren, la víspera de este día, las más despiadadas podas en sus cogollos y ramajes. Es que el espíritu cristiano del pueblo, aunque sin saberlo, por tradición, lo inclina a llevar esos ramos que obtienen la bendición del oficiante en la misa del domingo que conmemora la entrada triunfal a la Ciudad del Rey inmortal del universo, y en la que palmas adornaban el camino y flores alfombraban el suelo que pisaban los pies de la jumenta que tuvo la gloria de llevar sobre si el arca sagrada de la gracia de Dios.
Las Matas de Farfán Pasado y Presente, Lic. César A. Canó F., Pág., 121, 122.
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