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domingo, 29 de mayo de 2011

La Educación para el Desarrollo y la Solidaridad


June 6 2001
M.S. Edgar Omar Ramírez Read-Valladolid, España


La educación para el desarrollo, más bien la educación para la cooperación al desarrollo, viene a ser lo mismo que la educación para la solidaridad. Algunos la han calificado como «una pedagogía urgente para el próximo milenio».
La educación para el desarrollo desborda los límites de la escuela y es útil en múltiples ámbitos: movimientos sociales, diversos colectivos. Consiste en un empeño que conjuga la formación científica y la educación en valores y que considera el sistema de enseñanza-aprendizaje, como un proceso dinámico y participativo que abarca las esferas de las ciencias, la cultura, lo corporal, etc. en sentido amplio.
Este tipo de educación se inserta en un contexto muy preciso: el proceso de descolonización y la cooperación europea con los países del Tercer Mundo. Intenta superar una concepción puramente mecánica del desarrollo y contempla un mundo cada vez más interdependiente, determinado por la división crucial entre el Norte y el Sur; asimismo, trata de garantizar un desarrollo sostenible, no sólo para el presente sino también para el mundo futuro en toda su riqueza económica y ecológica.
La educación para el desarrollo - educación para la solidaridad- persigue la implicación de todos los sectores sociales en la construcción de una nueva sociedad multicultural, tolerante e igualitaria. Está orientada hacia el compromiso y la acción transformadora, y posee un fuerte componente autocrítico hacia las propias posiciones, hábitos y valores. Audrey Osler ha dicho que "el reconocimiento de la interdependencia global entre los pueblos nos brinda un marco adecuado para explorar las relaciones entre el poder político y económico y desafiar al racismo y la injusticia".

Los objetivos fundamentales de este empeño educativo son, favorecer la autoestima y la responsabilidad de las personas, así como la participación de las mismas y el desarrollo sostenible -ya indicado- a todos los niveles. La educación solidaria se basa en unas fuentes pedagógicas de primera categoría: la educación popular de Paulo Freire, el constructivismo, la investigación-acción y el aprendizaje socio- afectivo. Aporta una estructura conceptual básica para el trabajo interdisciplinar, ayudando a la comprensión global de los problemas que afectan nuestra sociedad y sus componentes, una elaboración teórica y un ejercicio práctico de valores, actitudes y destrezas (la autoestima personal y colectiva, la justicia, equidad, la empatía, la tolerancia, etc. ) y una acción emancipadora basada en la participación. En cuanto a los contenidos, trata de relacionar los conceptos -unidad, complejidad, coherencia, contradicción, continuidad, cambio, desarrollo, paz y conflicto, interdependencia, con la formación de las personas.
La educación para el desarrollo tiene como niveles de conocimiento la comunidad local, la nación y el mundo, y constituye un enfoque u orientación global para el conjunto del currículo.
Sintetiza las aportaciones de un modelo educativo positivista (que persigue la eficiencia y los resultados), otro interpretativo (que busca la comprensión de los contextos) y un tercero crítico (animado sobre todo por un interés emancipador).

Tratar de aproximarnos al talante que alienta la educación para la solidaridad y aplicar sus líneas principales en nuestras diversas tareas puede ser un revulsivo, y un estímulo para nuestras vidas, ayudándonos a superar "la triste opacidad de una existencia sólo centrada en sí misma",( Hannah Arendt). O lo que es lo mismo: entrar en una dinámica profunda de cooperación más allá de la competitividad que habitualmente nos domina. Ojalá y podamos en la Rep. Dominícana, ser capaces de desarrollar un modelo educativo que privilegie la formación humanista del ser humano, pero en conjunción con una educación científico-tecnológica, que ayude a superar los retos y exigencias de una sociedad global en continuo y constantes cambios.

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