Por Damocles Méndez Rosado.
La guerra restauradora se inscribe en los capítulos de la historia nacional como el movimiento de rescate de la soberanía de mayor expresión popular en el contexto de las luchas por reconquistar la soberanía nacional tras ser anexionada por Pedro Santana a España en el año 1861. Este acontecimiento tiene como antecedentes históricos, el movimiento de la Regeneración Dominicana encabezado por el prócer Francisco Del Rosario Sánchez quien comprendió la necesidad de impulsar la lucha por el restablecimiento de los principios fundamentales de la dominicanidad. A las acciones libertarias de Sánchez, se le suman los diferentes movimientos que se organizaron en la línea noroeste en la dirección de preparar las condiciones favorables que culminaron con el Grito de Capotillo, cimiente libertaria de las ansias nacionalistas que impulsó el nacimiento del movimiento restaurador.
La anexión a España fue una vil traición de Pedro Santana y de los sectores conservadores que perdieron la fe y el sentimiento nacionalista. Este acontecimiento no tiene justificación a la luz de
los principios que sustentan la dominicanidad y la preservación de los ideales patrios surgidos en el fragor de las luchas independentistas del 27 de Febrero del año 1844 y sus posteriores procesos de consolidación en las grandes epopeyas heroicas que culminaran con la consolidación del Estado.La anexión a España es un capitulo plasmado de ignominias, fue un acto bochornoso cuyo anatema es imborrable en la conciencia nacional.
El gobierno de la anexión pronto entro en conflicto con la realidad social dominicana y con la población, que siempre le negó su apoyo al gobierno anexionista.La forma despótica y la utilización de mecanismos de opresión agudizaron las contradicciones entre las autoridades españolas y la población, aumentando el rechazo de ésta a las políticas que en los diferentes sectores de la vida de la nación aplicaba el gobierno anexionista.
Con la gesta restauradora se enarbolaron los principios que inspiraron a los genuinos forjadores de los ideales libertarios encarnados en el pensamiento del patricio Juan Pablo Duarte.
A diferencia del proceso independentista del año 1844, la guerra restauradora adquirió una proyección nacional que permitió el surgimiento de un nuevo liderazgo político y militar así como el desarrollo de un pensamiento social de orientaciones liberales a pesar de sus múltiples limitaciones respecto a su incapacidad para la materialización de un proyecto de nación estable y que estuviera en consonancia con las características y las particularidades de la realidad sociológica del pueblo dominicano. Pronto asomaron en este periodo de la vida nacional los conflictos entres los diferentes caudillos regionales y nacionales por la dirección del poder político
por lo qué se manifestaron dos corrientes en pugnas en este período llamado Segunda República, es decir la corriente liberal y constitucionalista y el conservadurismo anexionista en la persona de
Buenaventura Báez, máxima expresión del entreguismo.
En el gobierno restaurador estuvieron presentes, desarrollando un papel de primer orden las grandes cumbres del pensamiento tales como Espaillat, Bonó y Rojas.
También en esta epopeya surgió un genuino liderazgo local, expresión del regionalismo que contribuyó en forma determinante al logro de la victoria de las armas dominicanas contra las tropas españolas en los diferentes escenarios de las acciones bélicas.El campesinado hace su
aparición en los diferentes espacios de los acontecimientos de la guerra de donde surgen naturales conductores de ejércitos libertarios como es el caso de Marcos Adon y de los hermanos Ogando en la región sur.
La guerra restauradora fue un acontecimiento de profundas proyecciones políticas y sociales para la historia dominicana, ella constituye la máxima expresión del sentimiento patriótico de la
dominicanidad por el afianzamiento y preservación de los principios que sirven de sostén a la conciencia nacional.Fue un fenómeno político y militar que sirvió de legado histórico para la posteridad. Esta gesta restauradora conformo la unidad nacional en la lucha contra una
potencia opresora que mancilló el lienzo tricolor que cubre de decoro y dignidad al pueblo dominicano siempre presente en aras de defender su soberanía y libertades.
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