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miércoles, 9 de mayo de 2012

Ayer Dejamos Nuestras Últimas Huellas




Patica de cerdo a la Cho-Cho y  ensalada de Water-cate

Juan Tobías León Ortega


Enclave de ensueños que una vez albergó la esperanza de nuestra niñez, en el valle Niti, puro y sensual, fresco y romántico, como la eterna primavera de fragancia tropical, dejamos las huellas en calzadas, calles, callejones bohémicos, praderas, maniguas vírgenes rodeadas de inmensas Jabillas que a sus pies esparcían cigarrones rojos que como grillos silvestres, las cristalinas aguadas cuesta abajo, ungía en ronquidos del San Juan, del Mijo, del Yaque, y el lento adagio de un Jínova sereno, dormido, escuchando el viento coqueto de la tarde.

Del San Juan de ayer no existe más que los callejones bohémicos del recuerdo, el verdor del parque Sánchez, el imponente teatro Antonieta, la tenebrosa oscuridad del antiguo Partido Dominicano y su renacer en Escuela de Bellas Artes, la catedral antigua del santo patrono San Juan Bautista, y más allá, junto al macizo norteño, los cerros que otrora arroparon con su manta la raza de nobles guerreros traídos a su nueva tierra por vientos de un Guabancex benévolo, acompañado de Guataubá y Cuatrisquie de la gran madre del Orinoco. Esos mismos cerros, sufren hoy día del mal de la calvicie: pelones encuerados, maldecidos por los dioses del progreso y la delincuencia ecológica.

La juventud se va, vienen los años del recuerdo, atormentado lo que pudo y no pudo ser, se voltea atrás sin importar las enseñanzas de Sodoma y Gomorra: en piedra nos convertiremos. Pero un recuerdo es algo como una espina que clava con la fuerza de un huracán, corroyendo al tiempo y espacio, sin auxilio, sin aliento, dejando al alma flotando viento arriba, a la deriva.

Generaciones tras generaciones huyeron despavoridas, en busca de un futuro que no logró frutos colectivos de país: fueron salpicados por la horda destructiva del individualismo ¡Sálvese quien pueda! Fortunas almacenadas de papeles chatarras que casi todo lo puede comprar. Hasta un mendigo anda con su arma reglamentaria debajo de su bolso limosnero por si acaso. 

¿Qué ha hecho el maldecido progreso? Nada:
Ha destruido demencialmente al entorno de los jardines más hermoso, de su ala caribeña, sólo para satisfacer un estilo de vida muy pendejo, donde una gran cantidad de jóvenes no saben ni lo más mínimos elementos culturales pero, sí son Masters y PhD hablando en las esquinas acerca de las mejores marcas de automóviles, de los exquisitos placeres de lo alucinante de las drogas, el amargo licor, y el poder bravucón de poseer un arma que muchas veces es proporcionada por la banca del crimen organizado cuyo arsenal es en muchos casos, mejor que el de la policía y el ejército (el crimen organizado en el aspecto económico-financiero hoy día, está considerado como la segunda fuente económica más poderosa después de los minerales energéticos gas-petróleo quitando del segundo lugar, a las ventas de armas según un informe de la ONU (un 11 % del PIB mundial = 6 trillones anuales) ) junto al afán bajo pequeño burgués de ser un político perezoso-corruptor-embustero-ladrón: Para tener queridas, whiskey, champaña, filete, patas de cerdo a la Cho-Cho y ensalada de Water –cate, al estilo del menú del fondero- sanjuanero Gulli. Para los que no lo saben, el señor Gulli cuando tenía su fonda en la Independencia casi esquina Anacaona, a mediado de los 70’s, cuando se construían las dos grandes presas: la de Sábana Yegua o represa del Yaque del sur (dirigida por ingenieros y técnicos norteamericanos, secundados por ingenieros, técnicos y manos de obra dominicana), y la de Sabaneta o del río San Juan (dirigida por ingenieros y técnicos españoles, secundados por ingenieros, técnicos y manos de obra dominicana). Eran los tiempos cuando se paseaban los ingenieros gringos y españoles por plazas y lugares céntricos en sus momentos de esparcimientos. En una de esas andanzas, un grupo de gringos venía hambriento de algún lugar del centro, después de haber ingerido bebidas alcohólicas, se internaron donde el señor Gulli y su gran fonda céntrica-madrugadora.- ¿Qué tener usted para nosotros poder comer, señor? – Porque nosotros tener mucha hambre. Pregunta uno de los gringos con su típico acento norteamericano al señor Gulli. Entonces Gulli, queriendo aparentar que podía inventar un estilo que sonara como en idioma Inglés, le dice al gringo: 

- Yo tener patica de cerdo a la Cho-Cho y también yo tener ensalada de Water-cate.

 El gringo se sintió algo confundido con aquel término: ¿Water-cate? Inmediatamente, el gringo le pregunta a Gulli:

 -¿Qué ser eso de ensalada de Water-cate?

 Entonces Gulli le responde: -Water = agua y cate = cate. 

–Eso significa ensalada de Aguacate. El gringo se quedó asombrado con el término inventado por el fondero-sanjuanero Gulli.

Continuaremos

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