Pancracio “La Bestia”: Hijo del Pueblo Sanjuanero
Juan Tobías León Ortega
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-La Bestia, ¿cómo estás? – Pancracio, ¿qué de tu vida?- Miren a
Pancracio-La Bestia, jajajaja. Las voces cotidianas del pueblo
sanjuanero saludando al famoso Pancracio, quien más luego agregaría a su
menús el sobrenombre de “La Bestia”. –-Jajajajaja. Reía Pancracio,
burlescamente, con aquella sonrisa -risa burlona del típico tíguere de
villa y con una voz cuyo sonido se semejaba como si él tuviera en la
garganta, un pedazo de plátano atravesado, es decir, “añugao’ como dicen
los dominicanos en su argot. Algunos decían, que ese estilo de sonido
en la garganta del pedazo de plátano añugao’, no era más que el estilo o
monería del tíguere¹ guapachoso de villa. Como ejemplo, el Tíguere
Balbuenas representado por el comediante-músico Luisito Martí, con la
quijada hacia fuera, simulando ser un tíguere malón y con la
pronunciación de la “L” donde hubiera “R”:-Mira blanquito de bellas
altes (en vez de artes), tienes que resolvel’ (en vez de
resolver).-¿Oíste? Resuelve blanquito”. Jajajaja. Y con la quijada para
fuera. Así era Pancracio, puro tíguere de villa en ese aspecto.
En realidad, Pancracio y su familiares llegaron a San Juan de la
Maguana en los 50’s. Su padre, el señor Siloprén, había sentado base en
la ciudad Capital, llamada en aquel entonces, ciudad Trujillo. Don
Siloprén trabajaba para el Ayuntamiento de San Juan de la Maguana, y
creo que llegó a trabajar en alguna ocasión, con don Joaquín Garrido en
su almacén de maderas en la 27 de Febrero casi esquina Capotillo.
Eran los días de la dictadura trujillista. Aparentemente, Pancracio,
joven como tal, se vio involucrado en la oposición al régimen de
Trujillo. Cayó preso, y según algunos, fue llevado a la cárcel de la
Cuarenta, la más temida ergástula trujillista, donde muchos no pudieron
salir con vida y fueron a parar después de haber sido torturados y
muertos, cortados en trozos de carne, a las fauces de los tiburones del
malecón, especialmente aquel tiburón famoso grandote llamado “El Bolo”.
Pancracio nació en el populoso barrio obrero de villa Francisca en el
sector de la Manzana de Oro, en la ciudad Capital, donde era
ampliamente conocido para aquel entonces, su inclinación por la lucha
libre, cuyos practicantes son nombrados “pancracistas” en honor al
antiguo juego de lucha creado por los griegos. De ahí su sobrenombre de
Pancracio.
Es de costumbre en los países del Caribe, como Cuba,
Puerto Rico y República Dominicana, cuando amerita el caso, ponerles
seudónimos-apodos o sobrenombres a las gentes. De ahí que en el San
Juan del Ayer oíamos tantos apodos, tales como Pequelé Moño de Miao, la
Babosa, Brochén, Peo con Yuca, Ñañá, Luis Braván, Cabo Cloche, Mata
Cuero, Propín, Millo Ojos de Pesetas, Paché, Moño de Locrio, Gamba, El
Cacú, El Loco Lámber, Cuerillín, etcéteras. El nombre de Pancracio no
fue la excepción. El apodo de la Bestia lo obtuvo una vez, en los años
60’s cuando hubo una temporada de lucha libre local en la antigua
gallera municipal de la avenida Anacaona. A partir de ahí, casi todo el
mundo empezó a llamarle la Bestia.
Pese a su aspecto burlesco-con
estilo de tiguére de villa, Pancrasio siempre fue muy trabajador. Nunca
lo observé pidiéndole a nadie. Era uno de los nombrados por el argot
popular, como “maca hierro”, pues desarrolló una gran habilidad en el
taller del difunto José Ramón Montes de Oca, que quedaba en la calle
Santomé entre la avenida 27 de Febrero y avenida Anacaona, haciendo
piezas industriales, piezas de arados, piezas de vehículo, etcéteras. El
taller estaba dotado de las más modernas fresadoras, taladros,
etcéteras de la época.
Una vez, Pancracio, hizo gala de sus
ocurrencias. Sucede que a los talleres antiguos iban muchos jovenzuelos,
hasta niños, encargados por sus padres para que los maestros de oficios
los entrenaras para sus vidas futuras y aprendieran un oficio. En otras
palabras, eran ayudantes del maestro. Eran como la una de tarde, a esa
hora, el sol tropical arreciaba intensamente, haciendo más sofocante el
calor, que combinándose con el hambre, hacía un panorama de
desesperación. Había un niño ayudante en dicho taller (entre otros), que
estaba desde muy temprana hora, ayudando al gran Pancracio-la Bestia.
Sucede, que cada vez que el niño le agarraba la pieza a Pancracio, se le
caía. Pancracio, haciendo valer el principio de autoridad, le dice al
niño: ¿pero qué carajo es lo qué le pasa a usted? - ¿Usted no le gusta
el trabajo? Entonces, el niño le contesta:- Maestro, no me gusta el
trabajo, yo lo odio. El niño pensó que ya Pancracio le iba a dar su
cocotazo. Entonces Pancracio, le contesta tiernamente:-pues mire, usted
va aprender porque del odio nace el amor, jajajajajajaja. Pancracio, con
su riza burlesca hizo relucir un gesto de ternura hacia ese pobre niño
que ya ansiaba comer, pues a lo mejor, como hijo de Machepa de las masas
populares, no había desayunado en la mañana. Además, esos niños, tenían
que irse para su escuela.
Nota¹ : escribimos la palabra tigre, “tíguere” que es el sonido en el argot dominicano.
Continuaremos
Juan Tobías León Ortega
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-La Bestia, ¿cómo estás? – Pancracio, ¿qué de tu vida?- Miren a Pancracio-La Bestia, jajajaja. Las voces cotidianas del pueblo sanjuanero saludando al famoso Pancracio, quien más luego agregaría a su menús el sobrenombre de “La Bestia”. –-Jajajajaja. Reía Pancracio, burlescamente, con aquella sonrisa -risa burlona del típico tíguere de villa y con una voz cuyo sonido se semejaba como si él tuviera en la garganta, un pedazo de plátano atravesado, es decir, “añugao’ como dicen los dominicanos en su argot. Algunos decían, que ese estilo de sonido en la garganta del pedazo de plátano añugao’, no era más que el estilo o monería del tíguere¹ guapachoso de villa. Como ejemplo, el Tíguere Balbuenas representado por el comediante-músico Luisito Martí, con la quijada hacia fuera, simulando ser un tíguere malón y con la pronunciación de la “L” donde hubiera “R”:-Mira blanquito de bellas altes (en vez de artes), tienes que resolvel’ (en vez de resolver).-¿Oíste? Resuelve blanquito”. Jajajaja. Y con la quijada para fuera. Así era Pancracio, puro tíguere de villa en ese aspecto.
En realidad, Pancracio y su familiares llegaron a San Juan de la Maguana en los 50’s. Su padre, el señor Siloprén, había sentado base en la ciudad Capital, llamada en aquel entonces, ciudad Trujillo. Don Siloprén trabajaba para el Ayuntamiento de San Juan de la Maguana, y creo que llegó a trabajar en alguna ocasión, con don Joaquín Garrido en su almacén de maderas en la 27 de Febrero casi esquina Capotillo.
Eran los días de la dictadura trujillista. Aparentemente, Pancracio, joven como tal, se vio involucrado en la oposición al régimen de Trujillo. Cayó preso, y según algunos, fue llevado a la cárcel de la Cuarenta, la más temida ergástula trujillista, donde muchos no pudieron salir con vida y fueron a parar después de haber sido torturados y muertos, cortados en trozos de carne, a las fauces de los tiburones del malecón, especialmente aquel tiburón famoso grandote llamado “El Bolo”.
Pancracio nació en el populoso barrio obrero de villa Francisca en el sector de la Manzana de Oro, en la ciudad Capital, donde era ampliamente conocido para aquel entonces, su inclinación por la lucha libre, cuyos practicantes son nombrados “pancracistas” en honor al antiguo juego de lucha creado por los griegos. De ahí su sobrenombre de Pancracio.
Es de costumbre en los países del Caribe, como Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, cuando amerita el caso, ponerles seudónimos-apodos o sobrenombres a las gentes. De ahí que en el San Juan del Ayer oíamos tantos apodos, tales como Pequelé Moño de Miao, la Babosa, Brochén, Peo con Yuca, Ñañá, Luis Braván, Cabo Cloche, Mata Cuero, Propín, Millo Ojos de Pesetas, Paché, Moño de Locrio, Gamba, El Cacú, El Loco Lámber, Cuerillín, etcéteras. El nombre de Pancracio no fue la excepción. El apodo de la Bestia lo obtuvo una vez, en los años 60’s cuando hubo una temporada de lucha libre local en la antigua gallera municipal de la avenida Anacaona. A partir de ahí, casi todo el mundo empezó a llamarle la Bestia.
Pese a su aspecto burlesco-con estilo de tiguére de villa, Pancrasio siempre fue muy trabajador. Nunca lo observé pidiéndole a nadie. Era uno de los nombrados por el argot popular, como “maca hierro”, pues desarrolló una gran habilidad en el taller del difunto José Ramón Montes de Oca, que quedaba en la calle Santomé entre la avenida 27 de Febrero y avenida Anacaona, haciendo piezas industriales, piezas de arados, piezas de vehículo, etcéteras. El taller estaba dotado de las más modernas fresadoras, taladros, etcéteras de la época.
Una vez, Pancracio, hizo gala de sus ocurrencias. Sucede que a los talleres antiguos iban muchos jovenzuelos, hasta niños, encargados por sus padres para que los maestros de oficios los entrenaras para sus vidas futuras y aprendieran un oficio. En otras palabras, eran ayudantes del maestro. Eran como la una de tarde, a esa hora, el sol tropical arreciaba intensamente, haciendo más sofocante el calor, que combinándose con el hambre, hacía un panorama de desesperación. Había un niño ayudante en dicho taller (entre otros), que estaba desde muy temprana hora, ayudando al gran Pancracio-la Bestia. Sucede, que cada vez que el niño le agarraba la pieza a Pancracio, se le caía. Pancracio, haciendo valer el principio de autoridad, le dice al niño: ¿pero qué carajo es lo qué le pasa a usted? - ¿Usted no le gusta el trabajo? Entonces, el niño le contesta:- Maestro, no me gusta el trabajo, yo lo odio. El niño pensó que ya Pancracio le iba a dar su cocotazo. Entonces Pancracio, le contesta tiernamente:-pues mire, usted va aprender porque del odio nace el amor, jajajajajajaja. Pancracio, con su riza burlesca hizo relucir un gesto de ternura hacia ese pobre niño que ya ansiaba comer, pues a lo mejor, como hijo de Machepa de las masas populares, no había desayunado en la mañana. Además, esos niños, tenían que irse para su escuela.
Nota¹ : escribimos la palabra tigre, “tíguere” que es el sonido en el argot dominicano.
Continuaremos
Damocles Méndez Rosado
"Mi viejo amigo Pancracio, hijo de Siloprén,
hermano de Trinbilín y Cheo.
Viejos recuerdos en su tiempo de fisiculturista y
campeón en la lucha libre en San Juan.
Es un una figura emblemática del San Juan del ayer que
hoy nos trae hermosos recuerdos de nuestra niñez.
Debo recordarle a los jóvenes de hoy que Pancracio
aportó su granito de arena en la lucha contra la tiranía de Trujillo, razón por la que fue prisionero en la temible
40."
Isaías Herrera Ike, por favor, deseo saber si Pancracio aun vive, pues deje de verlo en el 1962 y jamas he vuelto a saber de el. Aun recuerdo cuando se lo llevaron preso y cuando lo regresaron a San Juan, en el año 1960. Te agradezco de antemano el dato-
Isaías Herrera Ike, por favor, deseo saber si Pancracio aun vive, pues deje de verlo en el 1962 y jamas he vuelto a saber de el. Aun recuerdo cuando se lo llevaron preso y cuando lo regresaron a San Juan, en el año 1960. Te agradezco de antemano el dato-
2 comentarios:
Pancracio también tiene un hermano llamado Rafaelito, que vive en Santo Domingo. Se le puede ver por los alrededores del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, pues allí tiene un puesto de vender productos naturales para el bienestar. Rafaelito perdió una pierna en un accidente de tránsito, pero esta saludable. Yo tengo su celular y puedo facilitarlo para complementar esta linda historia de una familia sanjuanera muy pintoresca.
Pancracio, Vive en la calle Jose del Carmen Ramirez casi esquina Sanchez y se dedica a la labor de herrero siempre y cuando la luz lo deja. que pena que el estado Dominicano no le este dando el apoyo que merece.
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