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lunes, 12 de agosto de 2013

Un Tesoro Histórico Dominicano Ahora en Grave Riesgo de Destrucción, 9 de agosto del 2013- 5ta Entrega



 La riqueza de restos arqueológico-históricos del lugar donde se supone estuvo uno de los más antiguos ingenios coloniales azucareros de Repú- blica Dominicana, en el actual paraje de La Culata al sureste de la ciudad de San Juan de La Maguana, parece evidente simplemente a través de la abundancia de material cerámico que se encuentra a ras de suelo a poco que se mire con un mínimo de atención. Los fragmentos que mues- tra la fotografía, claramente pertenecientes a ladrillos de albañilería y moldes o formas de cuajar o cristalizar azúcar, fueron identificados en cuestión de minutos en una caminata por las instalaciones del antiguo ingenio, hoy inundadas peligrosamente. Estos materiales de arcilla, con su simplicidad, nos remiten inmediatamente a la vida de los primeros antepasados de los dominicanos de hoy, los habitantes de La Española del siglo XVI: europeos (sobre todo españoles), taínos y africanos. En la misma visita durante la que se tomó la foto, algunos lugareños de zonas aledañas entrados en edad nos decían como ‘de antes’ todo se guardaba en tinajas, testimonio de una continuidad histórica respetable.

 Los restos de uno de los primeros ingenios azucareros de las Américas ubicados al sur-este de la ciudad dominicana de San Juan de La Maguana, escenario de los comienzos del encuentro entre europeos, indígenas y africanos que marcó para siempre lo que sería el “Nuevo Mundo”, están hoy inundados por canales agrícolas que podrían deshacer para siempre sus estructuras en muy poco tiempo.
 Bogota, New Jersey, Estados Unidos.-Viernes 9 de agosto del 2013. Por Anthony Stevens-Acevedo. (Quinta entrega de un testimonio-reflexión sobre el estado de varios sitios coloniales dominicanos en la actualidad.)
La misma jornada de visita al antiguo ingenio colonial ubicado en La Culata reveló también situaciones si no tan graves al menos similares en cuanto a una carencia casi total de valorización de otros lugares de ingenios coloniales de la zona y de otros lugares históricos en general. Tanto en el ingenio de los predios de La Culata como en los restos de lo que parece ser otro ingenio de la época en el lugar conocido como Hato de La Culata, unos pocos kilómetros más allá también hacia el este-sureste de la misma Ciudad de San Juan de La Maguana, el mismo escenario de uso agrícola y sembradío e invasión vegetal se advierte entre los restos de estas antiquísimas estructuras que fueron escenarios de las primeras plantaciones esclavistas que luego serían tan típicas de las Américas durante el larguísimo período colonial, marcando a todos los países del continente de una manera o de otra, desde Estados Unidos al norte hasta Argentina por el sur y donde la presencia de los descendientes de blancos europeos, indígenas americanos y negros africanos se constituiría en sello de identidad de sociedades formadas por cientos de millones de personas.




En estos lugares de San Juan de La Maguana, entre malezas y a pura flor de suelo, a cada paso el visitante se tropieza con grandes y pequeños fragmentos de las típicas paredes y cimientos hechos de mezclas de piedras de distinto tipo, ladrillo grueso y argamasa que eran la norma en las edificaciones de los colonizadores ibéricos del momento, y con una abundancia de restos de “hormas” o “formas” o moldes de cerámica usadas para cristalizar el sirope de azúcar que sencillamente apabulla por su abundancia. Por otro lado, hay que andar preparado también para contemplar las monedas de época colonial, incluidas algunas posiblemente del mismo siglo XVI (por ejemplo, de la época en que los hijos de Cristóbal Colón todavía vivían en La Española) que los mismos lugareños confiesan haber encontrado simplemente mirando el suelo sobre el que se camina en estos sitios. Quien visita estos lugares, aún en su estado de marginación administrativa y cultural actual, no puede dejar de sentir la gravitación de un pasado que, quinientos años después y tras todo tipo de terremotos, huracanes, arriadas y olvido humano, persiste en recordarnos, a poco que concentremos la mirada, un mundo ya ido pero que hizo a
los dominicanos llegar a ser el peculiar colectivo humano que son hoy en día, y que hizo de Iberoamérica una región del mundo también perfectamente distinguible por sus perfiles étnicos-raciales en el concierto de la humanidad de este siglo XXI.


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