Andanzas Quisqueyana Maguanera
Juan Tobías León Ortega ©
I
Recordando a mis amigos de adolescencia: Cheo, Tom y Vitín.
No intento transformarme en el gigante artrópodo kafkiano de Sam Gincana y así tras una sutil metamorfosis llegar a ese pasado lleno de virtudes y esperanzas; de exabruptos y tristeza; de alegría y pactos bohémicos. En el villorrio maguanero de los 60s, entre ingenuidades y salubridades, la vida transcurría sedentaria, la sagrada familia marcaba el hito final según las tradiciones maguaneras-quisqueyanas:La sagrada familia lo era todo. El valle hermoso y coqueto, albergaba historias profundas de lado a lado, desde el mismo comienzos del inicial “pre-colombino” de una raza noble y hospitaria, como fueron los taínos, hasta la fusión en dos partes del colonialismo del primer mestizaje, hasta culminar al mestizaje profundo de aquello de “todo el mundo hereda la bemba, desde los tiempos de Colón, hasta en las familias más finas, aparece un negro bembón”(Partitura de la canción del fenecido Milton Peláez, “La Bemba”): El mulato de tantas generaciones.
El valle majestuoso, todavía con el vigor de su verde clorofílico, resplandecía el firmamento caribeño, la villa de San Juan de la Maguana. Un pueblo virgen, de eterna primavera frente al macizo de montañas y cerros de mágico esplendor que daban luz y esperanza a la vida.
Salvador Santana mi amigo, alias Tom, alias El Peje, alias Los Rieles
Conocí al eximio poeta Salvador Santana alias Tom, alias El Peje, alias Los Rieles, en las andanzas beisbolera sanjuanera a través de mi amigo José Ciloprén Martínez alias Cheo. No recuerdo por qué se le llamaba por el apodo de“Tom”, ¿Por las caricaturas del gato Tom y el ratoncito Jerry?, ¿Por haber leído la Cabaña del Tío Tom, de Harriet Beecher Stowe?, la verdad no recuerdo por qué. Un muchacho muy humilde, tímido, dócil, de buen convivir, y buen sentido del humor el cual sólo compartía con sus amigos íntimos. El contraversial Cheo Ciloprén, con sus habilidades transformistas, me presenta a un joven alto, delgado, de tez morena, de pelo bueno, más bien lucía como un Zambo refinado, una mezcla de raza taína, raza negra y raza blanca, bien vestido para los niveles de procedencia del corazón del “barrio de los Transformadores” pero que en realidad se le llamaba en el argot de pueblo, “Rapa Hincao’”. –He aquí otro amiguito del menú, el Tobi. Me dice Cheo Ciloprén mirándome con sus ojos de gato de Angora, jabado al fin, los cuales los sanjuaneros llaman “abejones” a este tipos de mulatos jabados y mirada pegajosa. – Muy bien Cheo, vamos a nuestras aventuras para que tu amiguito nos acompañe. Le digo de forma entusiasta, ya que mi emoción de conocer a otro nuevo personaje tratándose del elenco de Cheo Ciloprén, nos había traído hace tiempo, al célebre Pedro Martínez alias Merecumbé, alias Chicho, el cual nos llenó de alegría por su tremendo contraste de ser una espiga de ébano, muy trabajador y guapachoso.
-Tom, este es el Tobi el hijo del chino del restaurante Central, este es Vitín a quien algunos llaman el Vikingo, es el hijo del maestro Luis María Cadena, segundo director de la banda de música municipal después del maestro Carías Lavendier y este es Ramón Paulino a quien el Tobi apoda Muñeca, pues cuando está tirando bolas de béisbol sus muñecas se tuercen como la de un porcino comiendo afrecho. Tom nos observa con una mirada tímida que siempre lo caracterizó. Le pregunto al joven: Oye, ¿Dónde compraste esos pantalones fuerte azul tan bonito Levis? – Mi tía los trae de Puerto Rico y vende muchas cosas más, si tú quieres yo te llevo donde mi tía para que compres lo que quieras, ella tiene muchas ropas, calzados y otras cosa más, contesta Tom mirándome sigilosamente. –Okay, le digo.- Un día de esto vamos para donde tu tía.
-¿Por qué tú no juegas béisbol? -¿No te gusta? – Tú tienes buena constitución física y buen tamaño para un pelotero, le digo. Me dice:- Bueno, a veces quisiera jugar, pero no sé. –No lo he tomado en serio, me riposta Tom. –Bueno, coge un guante y vamos aparar bolas, le digo. Descubrimos que Tom tenía un brazo de un lático. –Fantástico Tom, tu brazo es tremendo, le decimos. Los muchachos se emocionan como yo. Pero Tom lucía muy tímido e introvertido y no le dio ni la más mínima importancia a la quimera de elogios. Una vez con el tiempo, decidió jugar organizado en la juvenil, su debut fue fructífero pero efímero. Era algo que no le llenaba su espíritu atormentado quizá, por su inmensa pobreza, o por otras razones. Su alma de poeta se manifestaba en el qué hacer cotidiano. ¿Estaba experimentando una metamorfosis kafkiana o una transición socializada o un refugio a sus penas? No lo sé. Lo único que sé, fue que fuimos por un tiempo íntimos amigos, desahogaba su alma de adolescente frente a un amor no correspondido, y yo le escuchaba con mucha atención, en los momentos difíciles que él necesitaba. La Deyanira, la Deya, como yo la llamaba, dejaba embelesado al Tom hasta el punto de hablar consigo mismo, dejando el destello perfumado de la fémina indolente, el martirio a un corazón despedazado que suspiraba el ansia ardiente de unos labios centellados por el fuego del deseo y el amor. –Adiós, comparona, quiero hablar contigo, agonizaba Tom por su Deya. La Deya ni se inmutaba por el ansia del piropo que la elevaba a reina Victoria. Tom quedaba en silencio frustante como si el invierno hubiese renacido en su boca, el más mínimo punto de congelación. La Deya era una muchacha mulata refinada, buena moza, de buenos modales, ella y mi amigo Tom hubiesen hecho una parejita ideal– Tobi, la Deya no me quiere, qué hago Tobi, qué ingrata la Deya, Tobi, me confiesa Tom melancólicamente. – Así son algunas mujeres, Tom, ingratas, mientras uno se muere por ellas, más tormentos nos dan; nos llevan a un mar de angustias, un valle de desprecio como si el Cupido sagrado de nuestros corazones fuese un cualquiera y no lo más puro del alma impoluta e inmaculada en el deseo de amar, le expreso. – Me ha pasado con mi reina también, Tom, no me hace caso, y yo inocentemente la llamo en las noches estrelladas, cuando la luna aflora su caminar, esa reina me trae loco Tom, sus labios de rubí, sus ojos penetrantes, sus cejas boscosas y su pelo negro como una cascada, le manifiesto acompañándole en su sentimiento. – Pero así son las mujeres, mi amigo Tom, le digo cabizbajo. Yo era el único confidente en las noches serenas en el villorrio manguanero de mi amigo Tom en las llamadas tormentosas esquinas. El Tom creaba el escenario de las esquinas para ver a su bella durmiente, Deyanira, al caer las tardes. Nos intalamos una vez en un colmado cerca de la casa de la Deya para ver si el Tom la podía localizar. –Deme una pasta dentallllllllll y una malllllta Morena,le pide Tom al pulpero, y el pulpero lo mira con asombro como si se tratase de un tígre de villa capitalino que había arribado de forastero con pronunciación capitaleña al estilo de Pancracio la Bestia, hermano de mi amigo Cheo Ciloprén. – Coño Tom, le pregunto ¿Y desde cuándo tú eres capitaleño como Pancracio La Bestia, el cual habla como si tuviera un plátano añugado en la garganta, pronunciando la “L” como los capitaleños, sacando la quijada? Y le insinúo – Porque tú eres sanjuanero y tu pronunciación debería sonar con la “R” bien fuerte, es decir, tu debiste decirle al pulpero:-Una pasta dentarrrrrrrr y una marrrrrta Morena. – La Deya te tiene verdaderamente atravesado, ya veo, le digo al amigo Tom, que me mira con cara de tristón. Le digo entonces:-Vamos a lo que vinimos, a ver a tu bella durmiente, a tu Deya. La Deya no salió, pero se sentó en una mesedora en la calzada, entonces decidimos pasarle por el lado, cuando íbamos a la altura de la mesedora, Tom, con la adrenalina y la bilirrubina de cuadrilátero, invocando a todos los espiritus del amor, acertó decir: -Adios flor de loto, no te hagas, me gusta, sabes. –Bien, coño, ese es mi amigo Tom, le digo emocionado. –Estuviste fantástico mi amigo, yo en tu lugar se me hubieran doblado las piernas si me hubiera enfrentado a la reina. Dos tímidos e introvertidos adolescentes recreando una escena de conquista a una fémina.
Pues Tom y yo empezamos una gran amistad, nos veíamos frecuentemente con los demás muchachos en el estadio, en el parque Sánchez, en el cine Antonieta o en el Romano donde veíamos diferentes series de aventuras, tales como “Los Peligro de Nioka”, la cual Vitín me decía que la protagonista, Nioka se parecía a mi madre, blanca y rubia, y Los Rieles de la Muerte, una película de vaqueros, donde el protagonista usaba pantalones de la marca Levis, y Tom tenía unos Levis por lo que yo lo nombraba , “Los Rieles” cuando lo veía con su Levis. Lo del apodo El Peje, creo que fue Vitín o algunos de sus amigos de Rapa Hincao’ que le puseron así porque a Tom le gustaba mucho el río como un pez. Las demás aventuras de ir a los campos a manguiar, a buscar naranjas u otras frutas, las reservábamos para todo el grupo.
Parquecito para niños con sus columpios, mecedoras, etcéteras: el arco. El árbol de laurel frente al colegio Parroquial de las viejas generaciones, colegio San Vicente Ferrer de las medianas generaciones, para quedarse con el nombre de Padre Guido Gildea de las nuevas generaciones, un hervidero de recreamiento y de esquinero a las muchachas hermosas. El parquecito del arco, nos atraía por su belleza frente al arco, su verdor frente al macizo de cerros y montañas que se postraban hacia el norte como un horizonte erguido de vida mañanera.
-El Tobi:”El mundo, no se ha parado ni un momento, y en el silencio yo me pierdo, y no soy nadie al verte a ti”. El Vitín, con su gran voz de cantante, cantando una partitura de la canción “El Mundo” que se hizo muy popular en la voz del italiano Gino Carusso que hizo su debut por el año de 1965 después de la gran Guerra Patria del 24 de Abril, en la terraza del tercer piso del Hotel Maguana, anunciándome la llegada de la reina al parquecito. “ Pronto mi corazón espera, tu vida compañera, y si es que quieres nuestro huerto florecido, por qué lo dejas, en ese olvido”, mi amigo Cheo Ciloprén con su voz transformista de imitador innato, parecía como si el gran cantante mexicano Marco Antonio Muñiz estuviese próximo a mí, cantando esa hermosa canción titulada “Pronto”, me anunciaba que ya la reina iba pasando el parquecito del arco. “Ay que alegría, quererte como te quiero”, el Tom recitándome como el declamador Juan Llibre, anunciándome, que la reina se acercaba. Los cuatros meciéndonos al compás del columpio para niños, sólo para niños, y cuatro tajalanes adolescentes usurpando los juegos de los infantes, para satisfacer los caprichos de la reina de las muchachas: Verla pasar, decirle cuánto la quiero, que la deseo y quiero ser su novio. Mis tres amigos, Cheo, Tom y Cheo, protegiendo a su amigo, protegiendo a su reina. Cheo y Vitín, cantantes únicos, se iban a un duelo de voces en el parquecito del arco. Vitín le gustaba imitar al gran bolerista de América, Felipe Pirela:” Pobre del pobre que vive soñando un sueño, te vas a casar, teniéndome a mí……”, mientras Cheo al gran Marco Antonio Múñiz: Ven, necesito que sepas, la verdad de mi vida, lo que es mi amor, por ti, deseaba, que vayas tú conmigo, siempre a mi lado, lo que he vivido……,
-Qué bonita el Tobi su reina aquella noche cuando Gino Carusso debutó en el Maguana- Estaba bella como una doncella romana, me dice mi buen amigo Vitín. – ¿Ella es italiana?, pregunta Vitín. -¿Es de los Marranzini?, pregunta Tom. -¿Su papá es de Azua?, pregunta Cheo. – Creo que todo es así les contesto- he oído los comentarios de que es así. –No conozco al papá ni a la mamá, les digo. -¿Cuál es su nombre? Preguntan al unísono. – No sé su nombre todavía, les contesto. –Para mí es la reina de las muchachas en belleza, les insinúo.
-Fuá, za, fuá. –Es el fuete de Rafael Oviedo alias Bigote, que rezumbaba el aire y nos pasaba zumbando. Rafael Oviedo, machete al cinto, sombrero espandido, mostachón y una pipa, sólo le faltaban el caballo, las espuelas y el revolver para parecerse al coronel Aureliano Buendía de la novela del Gabo García Márquez, Cien Años de Soledad –Párense ahí batracios, estos columpios son para los niños, ustedes son unos tajalanes que ya pueden tener hijos, fuera de aquí, vocifera Rafael Oviedo con sus mostachones tipo Pancho Villa, y su pipa de tabaco negro al estilo del vale Ñico. El corre-corre se arma, Rafael haciendo sonar el fuete como si estuviera alineando a un ganado vacuno, correntiándonos. El primero en correr fue Vitín al cual Rafael Oviedo le vociferaba:- No te apures Vitín desgraciado, yo sé donde vives, se lo voy a contar a doña Cachola. Yo me quedaba pasmado, pues fue tan grande la sorpresa que lo que me daba era risa al ver el estilo del lego del pobre Rafael persiguiéndonos con el fuete, su cachimbo, un sombrero como Vale Toño y unos pantalones anchísimo. Fue así que decidimos turnarnos en dirección opuesta para no ser sorprendidos por Rafael el bigotudo. Los dos más jocosos de los cuatro, Cheo y Vitín se le paraban a los lejos para relajarlo un poco. Cheo empezaba a tiempo de sonido de Balsié: -“Machambrrú, soletú, bigotú, sombrerú, machetú, buen gomú , mientras Vitín le bailaba el Roba la Gallina: “Roba la gallinba, palo con ella, roba la gallina, palo con ella, ja-jaja, palo con ella, ja-jaja, palo con ella. Tom y yo nos reíamos como tímidos al fin. Rafael era un hombre muy bueno, trabajador, sin malicia y lo único que quería hacer era espantarnos sin hacernos daño, estaba cumpliendo con su deber, nos hicimos muy amigos por los años 70s por ser el padre de crianza de mi amigo Netico. Recuerdo cuando yo visitaba su casa de la Otilio Méndez y le contaba esas pasadas historias de travesuras, de unos adolescentes que estaban un poco wild , cuando nos hicimos buenos amigos, se ría a carjadas haciendo relucir su tremendo bigotes y su pipa. Había sido el chofer cargador de leche de la finca del Doctor Tomás Susaña por un tiempo. Rafael Oviedo murió en un accidente automovilístico años después, lo sentí mucho.
Andanzas Quisqueyana Maguanera
Juan Tobías León Ortega ©
II
Recordando a mis amigos de adolescencia: Cheo, Tom y Vitín.
Desde el arco sumergido en el laurel detrás de los recuerdos
El laurel frente a la Escuela Parroquial, hoy día, Padre Guido Gildea, nos recuerda a un frondoso árbol con exhuberante sombra. En una mañanita de San Juan de la Maguana, o para un hermoso atardecer, que embelecía frente a la espectagular vista del macizo ramillero de la Cordillera Central hacia el norte, y una Loma de Agua solitaria y coqueta hacia el este, árbol del esquineo y de los cuentos, árbol de los sueños bohémicos no nocturnos, sino más bien, sueños de las mañanitas, sueños de los atardeceres de juventud embelezada por las bellezas esparcidas de las muchachas del Parroquial y de la Consuelo Matos.
Allá, a lo lejos del horizonte norte, el Jínova expulsando sus aguas cristalinas en cascanas montañosas que una vez bañaron los dulces romances de la reina Anacona junto a su amado Caonabó, y por el este, el Mijo besando delicadamente a su Loma de Agua con todo el amor de sus jardines silvestres, en baibén simbiotico, ante la brisa pura sin el maleficio de los tiempos modernos y caóticos, como esperando una leyenda maguanera de una Ciguapa extraviada infantil e inverocímil. Pura vida! Sonrisas y pubeltad, inspiración en el romance callejero. Pura vida! Habrían acampado las tropas del General Cabral a descansar en esas llanuras, en los tiempos del anti-imperialismo originario antes de internarse a la gran batalla de fierro ardiente de Santomé? De cuan pacífico pueblo, sus sabanas y praderas habían servido de arena de campo de batalla del aguerrido General Cabral con su contraparte haitiana General Antoine Pierrot mejor conocido como Duque de Tiburón. Cabalgó el Cacique Guaroa del étnico de Caonabó, convertido al catolicismo bajo al nombre de Enrriquillo, junto a su amada Mensía, más de dos siglos antes que la epopeya de Santomé, las llanuras del valle central, donde hoy descanza el arco del triunfo provincial ? Pero la paz es el eslabón de los dioses, es la madre del Edén humano, y ahí estaba el laurel frondoso, las bellas sonrisas de las chicas y chicos, las miradas penetrantes del amor o en busca del amor. Enrriquillo y Mensía le hubiesen inyectado a lo mejor, un néctar purificado de su amor, correrías a caballos, en las planicies verduras del valle taíno, donde se construirían más de cuatro siglos más tarde, las edificaciones del conglomerado de la exhuberante entrada manguanera, y con él, el recuerdo del laurel. Como un centro de metamorfosis a lo mejor al estilo de la Bohemia checoslovaca de Kafka, el árbol de laurel y su alreadedores, se transformaban en acuarelas de los amores, donde las féminas y los demás pareceres daban vida a tan elegante transformación. Sam Gincana transformándose en un horrible artrópodo en su apartamento de la bucólica Bohemia praguense, y nosotros transformándonos en bohemios enamorados de la bohemia manguanera en pleno valle taíno en busca de unos labios femeninos para besar.
- Tobi, tobi, ahí viene la reina de las muchachas, su reina mi Tobi, anuncia el Vitín. Su cabellera negra, sus labios rojos de rubí, sus cejas tupidas femenina,y unos ojos hermosos y penetrantes, lento caminar sereno yseguro, sin malicia, sin coquetería, le merecía el sobrenombre de la reina. Me recordé que cuando la vi por primera vez en San Juan de la Maguana,pensé que estaba mirando a la atriz italiana Gina Lollobrigida, quien me cautivó fascinantemente en el año de 1959 en el teatro Antonieta con la película "Trapecio", siendo apenas un niño, pero un niño precoz que ya andaba de parejero entrovertivamente mirando mujeres jóvenes adultas, de mayoría de edad.- Sí mi Vikingo, le digo a Vitín. -Es lógico mi tígre. - Ella es descendiente de italiana, tiene ese look de mujer del meditarráneo. - Wao! -Mi pequeña Gina le digo a Vitin emocionado.- Pero esta es de mi edad más o menos. -Aquí puedo encajar. - Me la puedo jugar el todo por el todo. El Tom me mira con una mirada de aprobación, pero a la misma vez, me riposta con una expresión de la jerga de Pancracio la Bestia, imitando el sonido al estilo de tigre de villa, como si su garganta tuviese un pedazo de plátano atravezado, el sonido añugao, en el argot dominicano:- Jajaja, qué Buitre!. En realidad, las carcajadas burlescas, pero muy graciosas, de Pancracio la Bestia, sonaban más bien como si este tuviese símptomas de estreñimiento cuando desfecaba. La expresión aquella de "Jajaja, qué buitre" la creó Pancracio la Bestia, cuando una vez, el célebre Plácido Clavellina, hijo del famoso guitarrista sanjuanero, Juan Clavellina, aprendió unos trucos de magias y adivinador en la Capital, de bailador de Guaguancó al estilo equilibrista de chévere de Luyanó de la Habana bailando sobre una caja de botellas vacías, y sobre todo, de come candela con dos antorchas empapadas de aceite. Plácido presentaba su show donde hubiera público para poder colectar unos centavos y qué mejores lugares que el Hotel Maguana, el Tupinamba, el Central de los chinos y algunas veces el parque Sánchez y el mercado municipal donde el conglomerado lo ovacionaba y le daba unos centavos. Ahí veíamos a un Plácido tragándose las antorchas con candela sin quemarse. Resulta ser que Cheo por un tiempecito quizo asociarce a Plácido, y este comenzó a enseñarle el truco de las antorchas. Cheo tomó prestado las antorchas de Plácido y se las llevó para su casa para practicar. Resulta ser, que el experimento en una de las pasadas por su cuerpo, falló, y le quemó la boca y las cejas . Cuando Pancracio la Bestia, su hermano, se percató de ello, le dijo en su estilo burlesco de tigre de villa y al estilo de garganta añogá, con un jajaja como si estuviese pujando y defecando: -Jajajaja, este por estar privando en come candela como el tal Plácido se quemó: jajajaja, qué buitre! El Tom y yo tuvimos mucho tiempo usando esa expresión de Pancracio la Bestia de "jajajaja, qué buitre!
El Cheo ni se inmuta, y sólo reluce sus ojos de gato de angora. A lo lejos don Rafael Oviedo, con su bigote-mostachón al cual una vez nombré como" El Sueco" porque su mostachones se parecían al ayudante de las historietas de "Alma Grande el Yaqui Justiciero", látigo en manos para espantar a los indeseables del parquesito. -Sueco a la vista, dice Cheo con su estilo transformista - y comienza Cheo con su estilo jocoso al ritmo de balsié, relajando a Rafael Oviedo: -Machambrrú, soletú, bigotú, sombrerú, machetú, buen gomú ".- El Vikingo empieza a cantar estrofas de la canción El Mundo, imitando al italiano Gino Carusso, anunciándome que la reina se aproxima: -"No, esta noche amor no, yo no he pensado en ti, abrí los ojos para ver en torno a mí, y entorno a mí giraba el mundo como siempre. Gira, el mundo gira, en el espacio infinito, con amores que comienzan, con amores que se han ido, con las penas y alegrías de la gente como yo. O mundo, llorando ahora yo te busco, en el silencio yo me pierdo y no soy nada al verte a ti". Pasa la reina con su hermosura dejando el rastro de perfume femenino enloquecedor y de sus labios de rubí. El Vikingo le dice: -Adios Gino. Los muchachos habíamos estado presente como espectadores en el tercer piso del hotel Maguana durante la presentación del cantante italiano, Gino Carusso, como la reina fue la elejida entre las muchachas para la entrega de un ramillete de flores al cantante, los muchachos, principlamente Vitín y yo, la relacionábamos con aquel momento de las flores al cante Gino Carusso. Por eso cuando el Vikingo la vio primero, fue cuando le dijo, "adios Gino". Yo le dije un poco molesto y sin razón: - Qué te has creído, comparona? -Que eres la única mujer de este mundo. Ella me dio una mirada profunda muy penetrante con sus bellos ojos, no de desprecio diría yo, sino una mirada anunciándome algo pero sin desprecio. En realidad, era una muchacha algo introvertida en esos meresteres tal como lo era yo. Otro día, estando el Vitín y yo mesiéndonos en los columpios, pasa la reina y le digo imitando al Vitín: - Adios Gino. Ella me mira y se ríe y baja su cabeza y sigue hasta perderse en el horizonte, hasta allá la seguía mi vista sin perderla.
En mis monólogos intimos, invocaba a la reina en el espacio sideral, tierra de nadie de los sueños, donde todos cabemos y somos dueños de nuestras almas:
Quisiera que fuéramos novios para así poder contemplar tus bellos ojos, tu mirada penetrante, tus cejas tupidas que me enloquecen, tu cara angelical, tu pelo abundante y unirme a ti en un inmenso beso en tus labios de rubí de rojo carmesí. Te quiero, ........Tere. Cuando amanece, la reina desaparece, todo vuelve a ser realidad, y la reina con su mirada penetrante, su amor es impenetrable, no es correspondido. Muy difícil situación, pero ya la decisión está tomada: Me mudo a otro palomar.
-Peje, qué pasa con tu Deya?, le pregunto al Tom. -Todavía quieres seguirla cuando de verdad no te corresponde?
Continúa en parte III la proxima vez
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