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jueves, 6 de octubre de 2016

OCTUBRE FATAL




Roberto Rosado Fernández, UASD, San Juan de la Maguana

Aquel octubre en que Cristóbal Colon piso tierra Americana fue la clave de la desgracia de nuestro pueblo cuyos gobernantes han entregado por cualquier vía el patrimonio nacional.
Salieron por oro y aun siguen buscando oro. Buscaron en Cuba y no encontraron, o no le dijeron que había, siguieron a haití, hoy República Dominicana y Haití, y ahí crearon su asiento, desde ahí, esclavizaron todo el continente y legalizaron su acción con una Bula Papal, pues el Papa Alejandro VI era español y representaba la defensa ideológica de la Monarquía.
Así se juntó la Espada, la Monarquía y la iglesia, como un solo cuerpo para iniciar y desarrollar la desgracia eterna de los pueblos del hoy Continente Americano.
Al nuestro, Haití (La Hispaniola), lo sometieron a la más vil esclavitud, lo obligaron a pagar impuestos, precisamente en oro, le violaron sus mujeres, le mataron sus infantes, le hicieron la guerra con cañones, espadas, escudos caballos y perros para descuartizarlos y así consiguieron someterlos y reducirlos a la más mínima expresión.
Y no se conformaron con eso, produjeron la  matanza de Higuey y de Jaragua para exterminarlos y luego distribuir los que quedaban a los encomenderos, separándolos de sus hijos, sus hermanos y sus parejas, cuanto crimen, cuanta desgracia sobre esas pobres gentes.
Las Casas, Córdoba y Montesinos, de la Orden de Los Dominicos, dieron la voz de alarma con su Sermón de Adviento pero con poco o ningún resultado.
El oro y otras riquezas era lo que importaba. Eran “Siervos del Rey” pero solo para pagar impuestos y nada más. Nada humano le importaba, no eran seres humanos, solo servían para eso, para pagar impuestos.
En su afán de riquezas trajeron negros como esclavos para producir, producir y producir con la finalidad de fortalecer económicamente la Monarquía y tener dinero para competir con Inglaterra y Francia por el reparto del mundo.
A ellas les permitió ser parte del botín después de un intenso contrabando. Inglaterra para Jamaica y Francia para La Tortuga  y así las tres, convertir a América en un botín económico para llenar sus arcas a costa del trabajo de los que trajeron como esclavos y la esclavitud de los que encontraron en vida de colaboración comunitaria.
Hoy , a más de 500 años del llamado “Descubrimiento” en que una cultura irrumpe la quietud de sus habitantes y se apodera hasta de la condición humana de los mismos, no se vislumbra medida alguna que implique mejoría para los pueblos sometidos y la mayoría de sus masas.
Las potencias siguen influyendo en sus economías convirtiéndolos en pagadores de intereses e impuestos a los grandes emporios financieros que funcionan en las mismas.
Las representaciones políticas locales del Estado se han convertido en soportes de esos emporios a cambio de financiamientos que solo han servido para fortalecer la idea del cumplimiento de iniciativas prohijadas en el imperio para que sean cumplidas por cada gobierno puesto por ellos en condición de “siervo” o servil.
Al conmemorarse este octubre un aniversario más del denominado “Descubrimiento” propicia es la ocasión para alertar a los ciudadanos acerca de la explotación de la mina de oro de Hondo Valle, Sabaneta, San Juan de la Maguana.
 Si queremos sobrevivir a esta tormenta, no permitamos su explotación, pues de esa montaña depende la vida del valle y de todos los habitantes de la Cuenca de los ríos San Juan y Yaque del Sur y, por vía de consecuencia de los habitantes de El Valle de San Juan y la Sub-región de Enriquillo.
El oro de San Juan es el agua y no podemos permitir que la ambición desmedida del imperio y la actitud complaciente de quienes lo apoyan arruinen la vida y nos arrebaten la posibilidad de seguir viviendo con el verdor que la naturaleza nos otorgo.
Tampoco debemos permitirlo para  que no se repita la desgracia que nos trajo Colon hace más de quinientos años en aquel fatídico octubre de 1492 y mas el 5 de diciembre de 1492.
Ahora que  el presidente ha dicho “luchar por el agua” se impone que no permita que se agregue a nuestras deforestadas montañas otro crimen explotando dicha mina porque mataría la vida de cada ciudadano de las regiones de San Juan y de Enriquillo.

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