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jueves, 4 de agosto de 2022

Poética de los libres, Flor de Utopía es poesía más allá de uno mismo

 


Tito Alvarado

 Las preguntas esenciales que desde tiempos inmemorables se hace el ser humano son: ¿qué somos? ¿cuál es nuestro lugar en la vida? El saber acumulado nos dice que la vida es ritmo, vibración, cuerdas que están presentes en todo. A los poetas les toca la misión de intentar atrapar la vibración de esas cuerdas. En este sentido la poesía es lo permanente, lo que le da sentido humano a las cosas y a los hechos, la poesía está en la vida, el poeta la transparenta, la atrapa y la entrega a otros en forma de canto, un canto que puede ser murmurado, dicho, cantado, gritado sin que nadie pueda acallar lo ya enunciado.

 

En la vibración hay ritmo, basta saber como se trabaja con los números en todos los sentidos de las matemáticas o las fórmulas de la química, la sublime coordinación de las notas musicales, la división de la células generadoras de nueva vida, los latidos del corazón, las pulsaciones de la sangre, el ir y venir del aire en eso portentoso llamado respiración, el murmullo de los árboles mecidos por el viento: un concierto de hojas frotando sus trémulas siluetas, la cadencia del agua cuando realiza su danza de vida, el viaje de las arenas en las dunas y desiertos, la diversidad y armonía de los copos de nieve y así hasta el deslumbre del conocimiento o el pasmo de la ignorancia.

 

Poesía es eso indefinible, que podemos encontrar en la totalidad de lo que aprecian nuestros sentidos. El poeta es un intérprete, un demiurgo en la misión de inaugurar, como un acto de creación, lo que está allí para regocijo del espíritu humano. Solo en poesía se puede tocar lo inasible, se puede alumbrar, con luz propia, las sendas de la vida, se puede llegar a profundidades del alma, en un viaje de ritmo, música, armonía de sentidos. La poesía es anterior al poeta, la misión de este es atrapar aquello tenido por inasible. Algunos se quedan en la contemplación, otros nos hablan de si mismo, los menos intentan ir más allá, revelando un secreto, mostrando el lado hermoso, sin que lo contado sea hermoso en si. En esta misión encontramos los versos de Ike Méndez.

 

Luz primera desde el medio de la nada

desde el silencio de vieja y honda ausencia

“silencio redondo de la noche

sobre el pentagrama del infinito”

 

Méndez poetiza el comienzo de algo, que puede ser un comienzo de los muchos comienzos en la cadena doble que es la vida, lo que está allí, está para ser visto, el poeta nos presenta lo cotidiano en la maravilla de ser único y tener un único ser que mira y admira, este solitario se vuelve universal si logra tocas fibras de humanidad.

 

La belleza en sí, no existe, la existencia se la da quien contempla. Se llega a ella luego de un largo proceso de búsqueda. En un principio fue la diaria ocupación de sobre vivir, tras largos milenos, el ser humano tuvo un respiro, aparecieron las representaciones, las posibles explicaciones, la necesidad de acercarnos a aquello que nos entregaba una emoción, primero fue la poesía, después aparecieron los poetas. Este camino largo tiene su ritmo de fuerzas en lucha y avances de humanización en unos seres con escasos atributos intelectuales. Este proceso es poesía, por más que algunos le den otros nombres.

 

Cada persona es un mundo en su diversidad, contradicción y visión de lo posible, todo poeta es en primer lugar una persona. La o él Poeta en tanto persona es un mundo en constante creación de universos, por medio de palabras nos entrega ritmo, figuras y emociones que nos trascienden y nos transportan a universos más allá de lo cotidiano. Vale tanto lo que se dice en forma que agregue belleza, como los silencios, las insinuaciones, esas ventanas abiertas a nuevos horizontes.

 

En su mundo el poeta es un Dios, será mayor o menor no por el hecho de que otro lo diga sino por la audacia de visionar y entregar mundos en la vibración del sentimiento. Se trata de despertar emociones que vayan más allá de una persona para expresar el sentir de muchos, la poesía es un acto solitario y un hecho social a la vez, se escribe en soledad para abrazar multitudes en un canto que es ritmo, poco importa que uno no sienta los troncos huecos emitiendo su mensaje a los golpes de palos ni el bullicio expectante de la jungla, en cada ritmo está el ritmo del todo: Un poema está logrado si capta algo de la totalidad y la transmite, emocionando, a quien acude a la lectura como una forma de completar una etapa de su viaje.

 

Con estas palabras no pretendo demostrar nada que no se haya demostrado antes ni tampoco pretendo manipularles diciendo que estamos ante un poeta como pocos, en realidad cada poeta es único en su creación y capacidad entrega. Es desde esta unicidad que José Enrique Méndez, poeta de los imprescindibles, nos acerca a la energía fundadora, que a su vez pudo ser un acto solitario y un eslabón más en una cadena interminable, desde allí el poeta levanta una realidad hecha a los tropiezos, pero desde el canto se percibe hermosa, sublime, como todo acto de creación. El lector puede sentir aquello que sin decirse está allí, como un susurro del viento entre las hojas, como una caricia vegetal, como el acompasado sonido de una vertiente entregando agua y con ello, vida.

 

No les invito a leer estos versos con los ojos sorprendidos que leen una noticia funesta, les invito a entregarse a la lectura como un niño se entrega a sus juegos, ésta será la primera lectura, que es solo una invitación a leer otra vez estos poemas y asistir al prodigio abrir una puerta, cruzar el umbral, adentrándose en un amplio espectro de posibilidades, de ellas cada lector asimilará la más acorde a su emoción. De esta lectura se vuelve siendo una mejor versión de si mismo.

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