José Enrique Méndez
Cada año en fecha variable próxima al primer domingo de Junio, se celebra la fiesta religiosa “Domingo de Pentecostés”, festival de atabales de la cofradía del Espíritu Santo en El Batey, antigua comunidad de Cimarrones asentados en San Juan, República Dominicana.
Podemos encontrar a nivel musical, ritmos de atabales, congo y Pri-Prí, “Se hacen procesiones cantando salves, tocando atabales compuestos por el palo grande, el burlador y el alcahuete, cuyo retumbar dan un ritmo bailable. Como símbolo más destacado se rinde culto y veneración a una representación, un pequeño santo, el cual se conduce en solemne procesión hasta la ciudad de San Juan, llevándolo de casa en casa de cada Cofrade del espíritu Santo, los días previos al gran domingo de Pentecostés.
Cruces, velones y vestimentas de color rojo y amarillo son indumentarias propias de esta celebración de estas creencias y prácticas mágico-religiosas, realizadas de una forma espontánea por un grupo de seguidores.
Estas festividades de religiosidad popular es expresión cultural del pueblo de San Juan en El Batey, y recuerdan la narración bíblica que cuenta que:
“Todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. En acción de gracias a Dios, celebraban la “fiesta de la cosecha” israelita, la cual se celebraba cincuenta días (siete semana) después de la Pascua. De repente un gran ruido que venía del cielo como un viento fuerte resonó. “se les aparecieron lenguas como de fuego, que se repartieron y sobre cada uno de ellos se asentó una y todos quedaron llenos del espíritu santo y comenzaron a hablar en otras lenguas”.
Habían recibido a “el defensor”, el “espíritu de la verdad” anunciado por Jesús ante de ascender junto a su padre”.
“Las creencias y prácticas mágico-religiosas, realizadas de una forma espontánea por un grupo humano, es lo que se llama Religiosidad Popular”. Los investigadores sociales consideran que esta religiosidad es una expresión cultural del pueblo.
Todos los campesinos dominicanos son devotos a los santos. En todas las casas que visitamos en sur encontramos altares y santos colocados en una mesa o en las paredes interiores de la casa. Estos santos se encuentran representados es su mayor parte por imágenes y esculturas que se venden en mercados o en tiendas especiales cercanas a las iglesias. Es costumbre en la mayoría de las familias campesinas bendecir a las imágenes de los santos con agua bendita como si fuera un bautizo, este bautizado se le hacen servicios o sea, se le prenden velones y se le rezan oraciones. Los campesinos tienen la fiel creencia de que los santos bendecidos pueden realizar milagros si se los piden con fe, sobre todo cuando las peticiones son para curar enfermos. Para los creyentes, los santos no se ven pero están en todas partes en el cielo, en la tierra y en el agua.
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