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domingo, 25 de octubre de 2009

¿Volverán Los Vientos Alisios A Quisqueya?




Juan Tobías León Ortega



Calor , agonía, y mugre esparcidos como estiércol hediondo, y el aire letal se alejas de Quisqueya. No fue así en los tiempos de Caonabo o de mi reina Anacaona: dulzura, verdor, baitoa, barrancolí, viento alisios, clorofila inmaculada, miel silvestre, buen pan y cazabe.

Se ha de extrañar tu presencia por ser tu morada la de los dioses purificados por el oxígeno terrenal, ni tu risa juguetona junto a la orilla del inmenso mar se oirá como el arpa melodiosa de los Salmos justos.

Ni se sentirán los aullidos de los pinares en las montañas, ni el sonido de las aguas cristalinas, ni el cantor de la Cigua Marronera.

Nostalgias se han desatar, por tu ausencia, se sentirá el estorbo implacable del fuego ardiente, cuando no vuelvan a posarse en ti las estaciones de las Amapolas perdidas, de los Lirios del río, de los Cigarrones flotantes en las periferias de los jardines quisqueyanos.

Quisqueya llorará, como lloró la reina Anacaona la ausencia de su amado Caonabo en las orillas del Jínoba, el canto al Maguana y la sirena del Fututo será melancólica, no habrá Areito, ni leyendas de Ciguapas enamoradas, ni bejuco Taino para refrescar con un Mabí, el Cazabe será otrora leyenda escondida en los refugios de los avernos, porque pecado se ha cometido contra la tierra del Maguana, del Magua, del Marién, del Jaragua y del Higuey.
Delincuencia Ecológica



Adiós Cordillera Central: Adiós Quisqueya

Parte 1

Juan Tobías León Ortega

La verdad es que cuando alguien se inspira de vez en cuando respecto a uno de los antiguos sueños sanjuanero-cibaeño, o mejor dicho, globalizado, Cibao-Sur: la construcción de la tal llamada “Carretera Cibao-Sur”. Surgen voces que emanan desde los valles, las ciudades, los cuartos palaciegos y de las oficinas-refrigeradas.

El amigo-compueblano-compañero, Arnulfo Mateo, escribió un artículo en el El Nacional, titulado: “Desafiando a la Muerte” (El Nacional 14 de Septiembre, 2008). En ese artículo (aunque escrito hace un año), el amigo-compueblano-compañero-compatriota Arnulfo Mateo, de una manera muy elegante, nos narra las aventuras de un joven Boy- Scout de la época de los 60s, que se embelese ante tanta belleza del paisaje de la campiña cibaena, sobretodo, del enclave de la Cordillera Central en el área de San José de Oca y el Valle de Constanza.

Reconozco la impresión de nuestro compueblano Arnulfo Mateo ante aquel paraíso terrenal. Es un recuerdo inolvidable para cualquier niño, o joven entrado/da a la edad de la pubertad. Yo viví esos momentos en tiempo pasado, pasar la gran aventura en la Cordillera Central y el macizo de cerros y montanas que la secundan: es algo impresionante.

Arnulfo nos deleita en su narración, respecto a los peligros de los precipicios que bordeaban la angosta carretera en dicha aventura. Hasta llevarnos y ablandarnos, de la “gran necesidad” que significa, la carretera “Cibao-Sur”.

Creo que hemos oído no sé cuantas veces esas voces, esos coros:”Queremos una gran carretera que conecte el Cibao con el Sur”. Yo creo, que sería de los primeros en unirme a ese coro. Sin embargo, las cosas no son así, ni pueden ser así. Por lo tanto, me niego a pertenecer a ese coro de voces de los “desarrollistas” anti-naturaleza y anti-medio ambiente. No quiero que las futuras generaciones me tilden como un delincuente-ecológico.

La carretera Cibao-Sur sí se puede construir pero sin romper el macizo de la Cordillera Central. Sólo condicionando a la carretera Internacional y haciendo cortes tácticos y estratégicos por Dajabón, Santiago Rodríguez y Santiago de los Treinta Caballeros, el daño ecológico se podría aminorar.

También desde el punto de vista del comercio entre Haití-República Dominicana, acoplar la carretera Internacional, es decir, convertirla en una pista súper -moderna, sería una bendición para esos propósitos, y a la misma vez, serviría para los propósitos Cibao-Sur.

No estoy de acuerdo con la construcción de la carretera Cibao-Sur cortando por la Cordillera Central por ciertas razones:

· Deben entenderlo muy, o bien claro, los dominicanos que todavía viven en la bella Quisqueya: la Cordillera Central es el sostén principal de la vida acuífera-medio-eco sistémica de la RD(leer las enseñanzas de la columna en El Nacional “Ecológica” de mi amigo el Doctor Demetrio Castillo, experto en Ecología y Medio-Ambiente). Es allí donde todavía existen, las ÚLTIMAS reservas del maltratado ecosistema dominicano. Desde especies de la flora, así como especies de su fauna. La Cordillera Central es lo que sostiene la vida de los dominicanos. Entiéndase eso bien.

· El parque José del Carmen Ramírez es prácticamente el sistema respiratorio de la provincia del Maguana y otras regiones del norte-sur, además de ser su fuente acuífera, centro de la Isla de Santo Domingo, asiento de la Reina Anacaona y el Cacique Caonabo. Junto con el parque J. Armando Bermúdez, constituye los verdaderos pulmones de la maltratada Isla. Hacer un corte por los macizos de uno de esos parques, significaría el inicio de la africanización –eco-sistémica.

· Una vez lo comenté de volada dando mi opinión sobre la carretera Cibao-Sur: “una vez se inicien los trabajos de cortes de dicha controversial carretera Cibao-Sur, detrás de estos cortes, como si fueran soldaditos de virutas de aserraderos coloniales, un ejército de montoneros (me vale un carajo de que sean los más pobres buscando establecer un sostén de vida, son delincuentes ecológicos también) buscando donde hacer una casita o una tumba (es decir, una porción de terreno donde sembrar o hacer un gran pilón para almacenar carbón vegetal)”.

· Detrás de los primeros montoneros, vendrían los tígueres (vamos a usarlo así, para no utilizar el vocablo tigres, que le suena muy noble delante de esa pléyade de forajidos). Estos son nada más y nada menos que los tígueres de cuellos blancos: banqueros en busca de terrenos celestiales (encaramados en los cerros) para financiar casas de campos (en busca del oro verde: la belleza de la biodiversidad que ha creado la sagrada flora y fauna caribeña durante siglos y de cuya riqueza, estos delincuentes econo-socio-ecológicos no han aportado ni un carajo), ya me puedo imaginar los anuncios comerciales de áreas verdes en los medios:”Sí, acabe con el mal olor de las Ciudades, Acabe con su Estrés y el Hollín del Dióxido de Carbono, Comprándose un Terreno Junto al Nacimiento de Ríos ; grupos de burgueses en busca de un terrenito encaramado en un cerro para construir la quinta de sus sueños junto al nacimiento del Yaque del Sur y decirle adiós al maldito calor de la mugre capitalina; políticos en busca también del oro verde, acosados por esposas en busca de más aire fresco y el bochinche de las ciudades, de queridas en busca de romances bajo la verdura de los pinares y las baitoas, de prostitutas en busca de algo nuevo al compás del sonido de los grillos y las chicharras de las montañas; lambones politiqueros para ver que les puede tocar de algún terrenito y demás yerbas aromáticas; jefes militares-policiales corruptos en busca de un pedazo de su isla del tesoro. En fin, toda la gama de delincuentes ecológicos, listos para cercenar a los jardines del Caribe.

· Detrás también de la pléyade de delincuentes ecológicos mencionados, vendrían otros tipos de delincuentes ecológicos: los llamados Padres Boíl, Padres Las Casas y Padres Billinis: son un grupo o grupos de salvadores dizque de la pobreza humana, que se dedicarían (o se están dedicando desde hace tiempo en otras áreas) a desmontar tremendas áreas verdes con el fin de subsanar dizque el impacto habitacional de la sobre-población quisqueyana y con ello crearían (y están creando desde hace tiempo según denuncias) , grandes poblados, barrancones, caseríos y callejones en lo largo y ancho de las orillas de la carretera Cibao-Sur. Es decir, la Cordillera Central se inundaría de poblados y caseríos por todos los costados llevando así el infierno a los que fueron bosques vírgenes.

· No olvidemos aquí también, los que todavía hacen negocios con las maderas, es decir, los dueños de aserraderos. La Cordillera Central es una gran atracción del oro verde para estos forajidos. Este otro grupo de delincuentes ecológicos sólo está esperando el momento oportuno para entrar como Pedro por su casa a los jardines de la Cordillera Central.

· Para rematar los tristes jardines del Caribe de la Cordillera Central: la invasión de haitianos hambrientos, en busca del desmonte fácil, con sus mochas (machetes criollos) bien afiladas, desmontando en lo que canta un gallo, lo que la bella naturaleza caribeña creo con tanto esmero. Junto con los demás delincuentes ecológicos más arriba mencionados, formarían el ejército para el acto de defunción de la Cordillera Central:” Crónica de una Muerte Anunciada”.

· Continuará

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