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viernes, 25 de diciembre de 2009

Gran Dama del Valle del Maguana

Juan Tobías León Ortega

Los hombres y mujeres en este mundo nuestro, que todos compartimos, y que todos moriremos cuando las fuerzas divinas así lo decidan, no nos distinguimos por quien o quienes tenga o tengan más o menos riqueza material, sino por quien tenga o quienes tengan más riqueza del don de dar y compartir lo mucho o lo poco que tenemos, ya sea material o espiritual.

El fallecimiento de la gran dama del valle del Maguana, doña Laura Calderón, ha enlutado la familia barriga-verde. Esta gran dama, fue una apasionada del humanismo real, de su torrente de pasión por los que más necesitaban algo, desde un vaso de agua a un sediento, un plato de comida a un campesino, de una ropita para un niño pobre, de una medicina para un adolorido, de un consejo de amiga, de una amistad eterna y de una sonrisa amistosa a quien la miraba.

Según se comenta, y así fue de hecho, a pesar de que su muerte aconteció el día 24 de Diciembre, primer día máximo de la tradición cristiana, día dedicado al amor de la familia, recordación del nacimiento de nuestro Señor en la aldea de Belén, dentro de un pesebre redentor y lleno de la magia del amor, los sanjuaneros salieron de sus hogares de la ciudad Capital y del interior, a decirle el último adiós a esta gran dama.

Se sitúan así los sanjuaneros, como verdaderos anfitriones de su pueblo, apoyando a los suyos. Para mí, eso es más que un gran gesto de cariño, de honor, de lealtad y de fe. Vaya mi admiración pues, a la comunidad sanjuanera esparcida por donde quiera. Con ello, la comunidad sanjuanera, se convierte en un ejemplo dentro de este tumulto de desorden que se encuentra nuestra adorada Quisqueya en el marco de la tal llamada globalización. Los sanjuaneros acaban de aplicar el amor fraternal a uno de los suyos, en este caso, a una dama muy querida por pueblo: doña Laura Calderón.

Descanse usted en paz doña Laura, mi familia, especialmente yo, estamos muy agradecidos de usted, que Dios le haya mandado una corte de angelitos en un trineo blanco lleno de flores, una túnica blanca como símbolo de la paz y del amor, y usted con su sonrisa eterna, regocijada por ver la entrada de la gloria de Dios, nos saluda de allá del firmamento, sonriente y feliz, deseándonos a todos feliz navidad y un año resplandeciente. Amén

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