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domingo, 12 de febrero de 2012

Don Món Acosta


¿Quién fue Ramón Acosta Vargas
 

PANEGIRICO

Con motivo a su fallecimiento el 3 de Julio, 2004

El último peldaño de la vida es la muerte. Don Mon Acosta acaba de completar ese trayecto. Su espíritu vital, la energía vital consustancial a su matera, a la sonrisa habitual de su carne, acaba de cesar. Las partículas de vida que conformaron lo que es este planeta se llamó Ramón Acosta Vargas, hoy emprenden una especie de viaje a esa desconocida zona de la conciencia humana que los pueblos primitivos llamaron “lo sobrenatural”.

Cuando la carne sufre y se empantana y se mete en un círculo vicioso, y ya no quiere reír ni disfrutar de las múltiples bellezas que inunda al mundo, la muerte nos hace un gran favor.

Bienvenida seáis encantadora muerte, novia de la vida de los hombres, persistente mujer del hombre que ya no puede sostener su espalda de lucha en alto por el peso de tu pasión y de tu encanto, de tu cálido amor y de tu abrazo que nos funde o derrite para siempre, agotadas las ansias...

Este último beso en este cementerio que acoge tu cuerpo hecho hoy carne de ataúd, ha de convertirse en recuerdo, esa otra sustancia de los vivos que alimenta nuestra soledad existencial.

Sé que ahora descansará en paz, sonreído esta vez al universo como un niño feliz y juguetón escapado a sus padres.

Con nosotros tu recuerdo, lo conocido de tú biografía ¿Quién fue Ramón Acosta Vargas?, ¿Món Acosta?.

Permítame esbozar algunas pinceladas de su humanidad con los datos que el mismo, sonrisa en labios, me contara.

Nace en San Juan de la Maguana el 31 de Agosto de 1910. Hijo de Mariano Acosta y Magdalena Vargas. Nieto del General José María Cabral, héroe de varias batallas para la consolidación de la dominicanidad, entre ellas la “Batalla de Santomé” y “La Canela”.
Uno de nueve hermanos de una misma mujer, que vivió en la calle Colón, en una casa que compró con un préstamo, porque al decir de uno de los hijos de Magdalena Vargas. “Don Mario Acosta- que en paz descanse – dejó a esa pobre mujer sin casa y sin “cuarto”, con nueve muchachos...”

En la actualidad casado con la profesora Victoria Suero –Tina-, vendió maní por las calles del San Juan que despertaba al siglo XX, y más tarde, pero temprano en su vida, fue clarinetista de la Banda Municipal de Música de San Juan de la Maguana, tal vez influido por el tío también clarinetista de la Banda”, Fidel Batista.

Creció en el agradecimiento, por eso recuerda hasta el presente a Alberto Gómez y a su esposa Pilina Piña, dueños de una farmacia donde está en la actualidad Laura Calderón, y de una tienda en la casa de al lado, donde estaría por mucho tiempo “Cintrón” y sus Helados “Bamby” en la independencia con Mella.

Trabajó para la familia italiana de “Los Marra”, famosos comerciantes de principio de siglo XX que establecieron las primeras tiendas para la venta de tejidos y misceláneas. Estuvo al servicio de Virgilio Marra por varios años. Cuando éste decide marcharse a Roma, vende a su hermano Surilo Marra, para quien trabaja por más de 15 años.

¿Cómo llegó Mon Acosta a casa de los “Marra”?
 
Carlos Augusto Sánchez Mesa. “Papasito Mesa”, trabajaba para los Marra. Pero un día necesita marcharse; quiso irse a La Vega. Virgilio Marra, queda sin ayudante. Le pide antes de irse que le busque un sustituto. Sólo tiene un nombre en su mente. El único hombre capaz de sustituirle. Resuelto se dirige a Virgilio Marra en estos términos:
-“La única persona que puedo recomendar se llama Mon Acosta”.
Su madre para el ciclón de San Zenón, en 1930.

De regreso de Roma, Virgilio quiere su tienda. Surilo Marra se la vende de nuevo y con el dinero pone otra. Virgilio quiere el mismo antiguo empleado. Pero la solidaridad y amistad desarrollada con Surilo, no lo hace dudar con quién se queda. Se decide por Surilo; con él, come en la misma mesa, como uno más de la familia junto a Carmelita Marranzini, esposa de Surilo Marra. Los hijos de Flor Marra, Virgilio y Surilo, le preparan el camino exitoso de tendero a Mon Acosta, sin saberlo.

El dueño de la tienda se cansa de la ciudad, se aburre y busca otros horizontes en la metrópoli, Santo Domingo. Deja pues a su operario como representante de la tienda y se marcha. Un buen día le propone venderle la tienda.
-“Y de dónde voy yo a sacar dinero”, tiembla el empleado. La amistad y la confianza en el empleado honesto, le demuestra cómo Lo sube en su carro. Lo lleva a Santo Domingo y le busca crédito en los mismos lugares que se lo daban a los “Marra”,. Le acomoda los pagareses y le pide un inicial de $500.00 pesos. Mucho dinero para él, que tampoco tiene.

Salim Heyaime – turco-, le resuelve el problema.

-¡Era como un hermano mío y me los prestó!-
Ahora la tienda se llama “La Simpatía” con su nuevo dueño, Mon Acosta
¿Por qué “La Simpatía”? ¿De dónde le sale eso?

-Porque yo era muy simpático!, responde su sinceridad sin ningún falso pudor.
Otro día se encuentra en la oficina del gerente de un Banco. Necesita un préstamo, pero tiene un problema. -¿Cuál?, pregunta el gerente -¡Que no tenga garante! -¿Y quien más garante que usted mismo?, responde el gerente.

Carmelita y Surilo, son dos de sus hijos. Los mismos nombres de sus patrones.
He aquí entonces el resumen de su Vida Social y Humana: Honestidad, perseverancia, responsabilidad, palabra empeñada y mantenida, amor ad-infinitum, por aquella “pobre mujer” llamada Magdalena, “la de los nueve hijos, sola, sin casa y sin “cuarto”.

Agradecimiento y simpatía porque en el pueblo de San Juan, todos conocen ya quien es Mon Acosta, el hombre de los regalos, el elegido de todos los bautismos y matrimonios de la ciudad acompañado imperturbablemente con una sonrisa a flor de labios. El resto, no interesa. Las trivialidades barriales cotidianas producto de las pasiones o las deficiencias espirituales. Para Ramón Acosta Vargas – “Mon”-, no interesa Como para ningún otro mortal, tampoco interesa.

La biografía de un hombre son los hechos que él hizo posible cada día. No es ni buena ni mala. No está para juzgarse. ¿Cómo diablo puede un humano juzgar a otro humano si nunca ha estado debajo de su piel? Además no vivimos para ganarnos un “cielo” o perdernos en un “infierno”.
Mon Acosta, Ramón Acosta Vargas, ha hecho la suya.
Esto es lo que he intentado explicarles en este Cementerio.
Sobieski De León

San Juan de la Maguana

1 comentario:

Victor Ml. Caamaño dijo...

Una corrección necesaria, Virgilio Marra no era hijo de Flor Marra, solo familia.