No obstante, esto no fue siempre así y se trata de un fenómeno relativamente reciente. El territorio de la provincia San Juan ha vivido al menos tres momentos destacados en su historia productiva y de las políticas de fomento, la cuales han buscado, en general, aprovechar los recursos disponibles como agua, pastos, ganado y tierras. Esos tres momentos han sido:
los del hato ganadero,
el de la activación comercial, y
el fomento agrícola que tomó cuerpo entre 1950-1980.
Hacia la expansión del hato ganadero
Durante la colonia, en particular durante el S. XVIII, las autoridades impulsaron una política de repoblación y fomento de hatos en el Valle de San Juan con el objeto de frenar el avance de los franceses y activar económicamente la colonia. El lugar ocupado por el valle y sus extensas sabanas,
con abundantes pastos para los animales, fue visto como una oportunidad para repoblarlo, frenar el avance de los franceses y activar económicamente la región.
Los informes de viajeros que visitaron el valle desde (1690)262, lo describen como un territorio próspero y fértil donde abundaba ganado libre. Los sacerdotes, en sus visitas anuales relataban el potencial de los recursos naturales de sus llanuras con abundantes pastos y animales que se reproducían libremente.
Pese a la fertilidad del territorio, las autoridades de la época no desarrollaron la agricultura. La corona se concentró en dar facilidades para la ganadería, limitándose a ofrecer tierras y animales como principal atractivo.
A partir de la segunda mitad de la década de 1760 el valle de San Juan empezó a atraer habitantes de los alrededores de Azua y también se establecieron canarios con el auspicio de las autoridades. Sólo se pedía a colonos y vecinos la manutención parroquial, visto como condición del funcionamiento legal de una villa, ciudad o poblado. Manuel Hernández, apoyándose en un informe de Lescallier de 1764, dice: “el poblado se acrecienta todos los días con nuevas casas que construyen los vecinos procedentes de los cercanos hatos, los cuales abundan esparcidos en gran cantidad”263. En 1770 tenía alrededor de dos mil habitentes según Hernández.
En 1783, habían en San Juan unos 14 hatos ganaderos: Las Charcas de María Nova, Mogollón, La Cuba, Guazumal, Juan de Herrera, Los Bancos, Punta Caña, Jinova, Herradura, Culata, La Higuera,
Hato del Padre, La Cabilma, y Lavapie. La crianza libre se expandió en ese siglo y se vivió un momento
de activación económica por el aprovechamiento del negocio ganadero hacia el Santo Domingo Francés
(hoy Haití) donde se colocaba parte del ganado.
San Juan llegó a ocupar el tercer puesto como vendedor de animales de a pie hacia la colonia francesa (hoy Haití)264. La cantidad de reses en el Valle aumentó, pasó de tener 8 mil reses en 1740 a 25 mil en 1780265. Esta actividad se extendió tanto que las autoridades posteriormente llegaron a denigrar a los habitantes, acusándolos de haraganes para los cultivos. La corona se concentró en dar facilidades
para la ganadería, limitándose a ofrecer tierras y animales como principal atractivo266.
Esta política dio paso a la creación de dos grupos diferenciados socialmente. Por un lado estaban los hateros, dueños y propietarios con cierto reconocimiento social y que usualmente ocupaban los cargos del cabildo y alcaldías, principales instituciones públicas locales. Por otro lado, estaban los esclavos y libertos, vinculados a las haciendas y hatos. Los esclavos atendían el hato y cuidaban las haciendas. El mayoral era el encargado. Las mujeres esclavas se ocupaban en el servicio doméstico y cultivando víveres. Muchos esclavos durante el siglo 17-18 trabajaron en hatos o trapiches para ganarse su libertad y fueron ocupándose en los conucos, fenómeno que dio paso al conuquismo267.
La colonia dejó un sistema de relaciones sociales desiguales, como indicó en sus trabajos Michel
Baud: “Los campesinos, descendientes de esclavos, se mantuvieron en una relación de subordinación
con los propietarios y terratenientes-patrón-cliente”268.
La sociedad hatera se debilitó por la revolución en Haití (1791-1804), que eliminó el sistema esclavista y cayeron los volúmenes de demanda de carnes y animales para las plantaciones de este de la isla269.
Luego, con las guerras de independencia, a mediados del siglo 19, esta tendencia al declive se mantuvo, los cultivos y las labranzas superaban en número a los hatos, con 557 270
Ángel Moreta, apoyándose en registros parroquiales de Carlos Nouel, informa que en los alrededores del pueblo de San Juan había 25 hatos en 1885, un indicador de su disminución271. Muchos hateros se trasladaron a otros lugares y los libertos se establecieron en la zona con los conucos de autosubsistencia. Del poco dinamismo económico hablaban las memorias de los gobernadores de las provincias del suroeste (abarcaba desde Barahona hasta la frontera) en sus memorias a finales del siglo XIX.
Sin embargo, en San Juan y Las Matas, la ganadería se había vuelto estacionaria para propietarios y para los más pobres a través de la crianza libre. En 1908 Las Matas de Farfán era uno de los mayores centros ganaderos del país según las memorias de los gobernadores 272 . Tenía aproximadamente un 30% de la producción de ganado del país, 329 hatos de un total de 1,146 hatos que existían.
La venta de raspaduras273 fue otra actividad importante y complementaria a la ganadería y generaba recursos a los que todavía poseían trapiches.
“Aquí se vendían las mejores raspaduras del país. Se vendían a 6 centavos… seis cheles. Se envolvían en yaguas de palma y se llevaban al mercado que era de madera. El primer mercado estaba en el centro de la ciudad. Ahí los campesinos traían víveres, auyamas, yuca, de todo. Venían de Barahona en caballo, a comprar y vender…”
En 1920 había 200 trapiches en San Juan-Las Matas de Farfán y Los Llanos274 y en 1952 San Juan concentraba junto a la provincia Independencia el 70% de la venta de raspaduras del país275. El
panal de raspadura fue sustituido de manera forzosa durante la dictadura de Trujillo, para obligar al
consumo de azúcar refinada, especialmente cuando compró la mayor parte de los ingenios azucareros
del país. Así lo atestiguó Laura Escalante, hija de un propietario de trapiche en Los Arroyos (sección de
Sabaneta, distrito de San Juan), quien reseñó que producían muchas raspaduras y se vendían en el
pueblo, pero su familia tuvo que eliminarlo por presión de Trujillo276.
El territorio de San Juan escapó a la ola de ingenios modernos, durante primera mitad del siglo XX dominicano. No se instaló ninguno, como en Azua y Barahona, porque no tenía acceso a puertos y
carreteras.
Adicionalmente, en Yabonico, al Noroeste de la provincia, en la zona oriental, y en Las Matas de
Farfán se sembraba tabaco y se hacían andullos en los parajes Los Ríos, Bui (hoy Bohechío), Sabana
Yegua, Túbano (hoy Padre Las Casas), El Coco, Arroyo Cano, y Las Lagunas. Esta actividad declinó por no encontrar capital y mercado. San Juan estaba postrado sin conexión ni puertos, lo que hacía que la poca producción se destinase al consumo casero y de las localidades cercanas 277 . En diversas
comunidades se elaboraban productos de artesanía como material para hacer hamacas fabricado con la
cabuya. Con el guano las familias hacían macutos, árganas, esteras, capachos y sombreros de fibras de
cana, para 1907 habían 2 sombrererías en San Juan278.
A pesar de la crisis del mercado ganadero por la revolución en Haití a finales del S. XIX, la ganadería imprimió un estilo particular en la sociedad sanjuanera. Víctor Garrido hablaba en sus escritos de que el ganado y el conuco aseguraban la subsistencia a los habitantes de San Juan hasta muy avanzado el siglo 20279. La crianza de chivos, cerdos y ganado ocupaban la vida de la población.
Recoger el ganado, ordeñar las vacas, secar y vender sus cueros eran las actividades más comunes. La
leche era de consumo casero. La carne y los cueros se vendían en el mercado del pueblo, o a comerciantes de las ciudades de Neyba y Azua.
El mercado principal era Haití por la cercanía, no sólo para vender animales sino también porque allí se podían adquirir mercancías y manufacturas, dada las distancias y la falta de comunicación con Santo Domingo y otras ciudades. Víctor Garrido escribió: “Todo el mundo viajaba a Haití a vender su
ganado y al regresar traía cuanto necesitaba en artículos de procedencia extranjera”280. Esta situación se derivaba de que San Juan no tuvo carreteras que la comunicaran con el resto del país y no tenía
producción agrícola de exportación. La gente más pobre iba al centro del pueblo para vender algún
animal, comprar sal, telas, gas.
Una serie de medidas apuntaron a la desintegración de la ganadería en los primeros años del S. XX. El comercio ganadero a través de la frontera recibió un choque por cuestiones políticas, cuando los
norteamericanos comenzaron a controlar la aduana de Comendador (frontera con Haití) en 1905 y 1907
por la Convención Dominico-Americana y establecieron impuestos al paso de mercancías y animales281.
Además colocaron carabineros para contrarrestar el contrabando. Esto tornó difícil el mercado libre que
llevaba años en la región. También las autoridades arremetieron contra este patrón al prohibir la crianza
libre282.
Hacia la expansión del comercio
Los inicios de la agricultura comercial en San Juan se registran en las primeras décadas del siglo 20, con la aparición de un sector de comerciantes extranjeros (inmigrantes) de algunas islas en el Caribe
como Curazao, Saint Thomas se logró desarrollar en el país una intensa red de comercio y crédito. La
producción de azúcar hizo activar las ciudades ubicadas en los puertos, lo que constituyó un incentivo
adicional para la inmigración de comerciantes283 . De esta forma, se asentaron en el país judíos
sefarditas, árabes e italianos, en diferentes ciudades del país.
En este contexto San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán empezaron a recibir comerciantes y buhoneros extranjeros que ya tenían sus casas y tenerías en Haití, Azua, Barahona, Santo Domingo284. Árabes, italianos, turcos tenían la facilidad de introducir mercancías como calzados, telas, ropa y otros artículos que revendían al por mayor y al detalle285
Algunas de las familias y comercios que se establecieron en San Juan y Las Matas de Farfán fueron los hermanos Marranzini desde 1895, Flor y Samuel Marra, propietarios de Casa La Linda, Casa Comercial El Sol de Elías y Nicolás Michelén, y otras familias como los Potentini, los Vitielo y los Ronzino. También destacaron casas comerciales de familias de origen árabe como los Rodríguez Zayas, los hermanos Arbaje, Pedro. J. Heyaime de La Francia, José J. Heyaime dueño de la casa Rosa Linda desde 1900286, y otros como Hazim, Selman y Dauhajre. También se fundaron casas comerciales de españoles y dominicanos como La Altagracia de B. Arturo Batista, el comercio de Francisco Tomillo; la casa de Felipe Collado hijo y Paniagua Hermanos287.
Los comerciantes con cierto capital comenzaron a comprar mieles, cera, habichuelas, maíz y otros cultivos, denominados “productos del país” sin que el Estado mediara. A su vez, tenían agentes vendedores en aldeas y secciones para colocar los productos en las ciudades de Santo Domingo, Azua,
Barahona. Así se articuló una red de comercio agrícola.
De esta forma, este nuevo sector contribuyó a dinamizar la actividad agrícola de San Juan, Las Matas de Farfán y otras zonas del valle. Como se observa en el este anuncio aparecido en el periódico El Cable de 1921, agentes de compañías norteamericanas se instalaron en San Juan y se especializaron en la venta de utensilios agrícolas. Ángel Moreta288 sostiene que esta situación fue desventajosa para los campesinos, por el tipo de relación que marcó las transacciones lo que incluía elevados intereses, préstamos con recargos, pago de avances por parte de los agricultores con parte de sus cosechas de
forma directa, compra de mercancías importadas a altos precios, y cargos por la utilización de la pesa
“romana”289.
262 Hernández 2006 , p. 241
263 Hernández 2006 , p. 240
264 Alrededor de 2 mil y 5 mil animales pasaron por los pasos fronterizos de Las Caobas, y San Rafael entre 1776 y 1780. Cf.
Hernández 2006
265 Hernández 2006
266 Sevilla Soler 1981
267González 1987. Cassá 2005 , p.4
268Baud 1986 , p. 9
269Cordero Michel 1968
270Cassá 2003
271 Moreta 2009, p.38
272 Baud 1993 , p.10
273 Producto que se elaboraba del jugo de la caña en los trapiches colonial utilizada para procesar la caña.
274 Baud 1986
275 Cassá 1982 , p. 92
276 Trabajo de campo del equipo de la Oficina de Desarrollo Humano 2009
277 Rodríguez Demorizi 1975
278 Cordero 2008 , p.49-50
279 Garrido 1970 , p. 17
280Garrido 1970 , p. 17
281 Baud 1993, p. 18
282 Cassá 2005, p. 527-528
283 Domínguez 1994, p. 37
284 Domínguez 1994
285 Méndez et al 2007, p. 191
286 AGN El Cable 1921-1929
287 Moreta 2009, p. 65-66
288 Moreta 2009, p.52-53
INFORMES PROVINCIALES DE DESARROLLO HUMANO
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