Por Carlos Hernández Soto
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Ponencia presentada el 4 de mayo del
2000 en el "Coloquio Internacional La Narrativa del Caribe de Expresión
Francesa" con ocasión de la III Feria Internacional del Libro Santo
Domingo 2000.
Discurrir sobre el mito es discurrir sobre el hacer
filosofía poéticamente, es decir, filosofar
en lenguaje poético sobre las primeras causas y principios de las cosas, de
acuerdo a la definición que da Aristóteles de la filosofía: "el
estudio de las primeras causas y principios" (1990:38). Aristóteles, en su
Metafísica, plantea lúcidamente las relaciones entre la filosofía y el
mito:
Lo que en un principio movió a los hombres a hacer
las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre
los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se aplicaron primero
a los que estaban a su alcance; después, avanzando paso a paso, quisieron
explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna,
el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del universo. Ir
en busca de una explicación y admirarse es reconocer que se ignora. Y así,
puede decirse que el amigo de la ciencia, lo es en cierta manera de los mitos,
porque el asunto de los mitos es lo maravilloso. (Aristóteles, 1990:40).
Mircea Eliade ha recogido esta tradición
poético-filosófica al definir el mito como un relato (elemento poético) que
explica, total o parcialmente, una realidad
(elemento filosófico). "Cada mito -dice Eliade (1965:84)- muestra
cómo una realidad ha venido a la existencia, ya se trate de la realidad total,
el cosmos, o sólo de un fragmento: una isla, una especie vegetal, una
institución humana. Narrando cómo las cosas han venido a la existencia, uno las
explica y responde indirectamente a otra pregunta: ¿por qué han venido a la
existencia? El 'porqué' está siempre imbricado en el 'cómo'". Entonces, lo importante del relato mítico no es la
explicación concreta sino la actitud
filosófica de admirarse del mundo e intentar dar una explicación del
mismo. En esta actitud filosófica irrumpe la poiesis, la
creación literaria.
Entre los taínos, los mitos
eran reactualizados en el areito, memorial colectivo en que la historia de la comunidad se
pasaba, sacralizada, de generación
en generación. En él se reactualizaban, como "historia sagrada",
los acontecimientos primordiales del grupo, en los que los dioses o los seres semi divinos -los héroes culturales- eran los actores. Esas
historias sagradas son contadas en los mitos.
Estos, situándose en los tiempos primordiales -"inillo tempore"-, o
cuentan la historia de los dioses narrando cómo éstos vinieron a la existencia (mitos
teogónicos); o cuentan la historia del mundo material (mitos cosmogónicos); o cuentan la historia del
mundo humano (mitos antropogónicos). En suma,
los mitos de los taínos revelan la teogonía, la cosmogénesis y la
antropogénesis de este grupo de origen arahuaco que
se asentó en La Española, Jamaica, Puerto Rico
y el oriente de Cuba.
El corpus mítico
taíno fue recogido parcialmente, con visión etnocéntrica, por el ermitaño jerónimo (no sacerdote) Fray
Ramón Pané en su Relación acerca de las antigüedades de los
indios, única fuente directa sobre los mitos de los aborígenes antillanos,
terminada de redactar hacia 1498 (Pané, 1978:1).La relación de Pané, cuyo
original se perdió, fue incluida en el capítulo LXI de la
Historia del Almirante
don Cristóbal Colón por su hijo don Fernando,
escrita en castellano y traducida al italiano por Alfonso de Ulloa en1571.
Anglería compendió la Relación de Pané en una carta dirigida, antes de1504, a Ludovico de Aragón, publicada en sus Décadas del Nuevo
Mundo (libro IX, capítulos 4 al 7).
Bartolomé de las Casas hizo un extracto de la Relación en su Apologética
Historia de las Indias (Capítulos CXX, CLXVI y CLXVII). Como el original de la Relación se perdió, sólo quedaba de ella el resumen
de Anglería, el extracto de Las Casas y la traducción al italiano de Ulloa.
Esta no es, como ha señalado Arrom, un modelo de pulcritud, y en ellas e
italianizan muchos términos taínos. Gracias a Arrom hoy disponemos de un texto remozado, fruto de un minucioso y concienzudo
estudio de este sabio cubano. Este
trabajo se propone ofrecer una visión panorámica de los mitos taínos en
base a las fuentes señaladas y hacer ver la repercusión que han tenido en la
literatura dominicana. En la primera parte se hará una breve referencia a los mitos teogónicos, cosmogónicos y
antropogonicos de los taínos; en la
segunda, se tomará una muestra de escritores y se analizará el influjo que han tenido en ellos dichos mitos. Como
se trata de unainvestigación en
proceso, nuestra exposición no podrá abarcar todos losautores.
MITOS TAINOS
Mitos teogónicos
En un ambiente insular, donde por más que se
caminara, siempre se iba a parar al mar y donde el principal producto
alimenticio era la yuca, hasta tal punto que ésta llegó a industrializarse
mediante la fabricación del cazabe, no es de extrañar que el dios supremo fuese
Yúcahu Bagua Maórocoti.
'Yúcahu', el
Espíritu hacedor de la yuca; 'Bagua', del mar; 'Maórocoti', Sin-abuelo, o como
explica Pané, que tiene madre mas no tiene principio. Este dios supremo era también llamado Yucahuguamá, Señor de la Yuca o Señor Yucador. Así como los cristianos claman
diciendo: "Danos hoy nuestro pan de cada día", los taínos
bien podían impetrar de Yúcahu: "Danos hoy
nuestro cazabe". La
madre de Yucahú tenía muchos nombres. Aquí subrayaremos el de
Atabex
o
Atabeira.
Este nombre probablemente se
deriva deitabo,en susignificado
de 'lago' o 'laguna'.
Itabo se utiliza hoy en el sentido de
"charco o depósito de agua dulce y limpia...con manantiales que salen
del fondo"(Arrom,
1975:45). En Atabeira, 'atte',
'atteté' es madre, señora en varios vocabularios arahuacos, y 'era' es
agua, por lo que Atabeira equivaldría a "madre
de las aguas", y tiene su equivalencia en Orehu, la Madre o
Espíritu de las Aguas de los arahuacos, que
surge de las olas (en Arrom, 1975:45). Con este título, Domingo Marte ha
publicado recientemente una novela de corte ecologista. Y en una zona como la caribeña, donde cada año hay una temporada
ciclónica, no podía faltar un dios o una diosa del huracán. Tal es Guabancex, que es siempre acompañada de
Guautaubá
y de Coatrisquie.
La Señora del Huracán,
de acuerdo a Pané, "cuando se encoleriza hace mover el viento y el agua y echa por tierra las cosas y arranca los
árboles".
Guautaubá, el
Señor del Trueno, es su pregonero o heraldo, provocando
el viento y la lluvia cambiantes,
y Coatrisquie, su otro compañero, se encarga de recoger y gobernar las aguas que causan las
inundaciones. Más adelante trataremos sobre otros dioses y diosas.
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El autor es antropólogo social profesor de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo.
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