Carmen Quidiello de Bosch
“Hermana lluvia….” Así
la llamó el santo Asís. Todos los elementos se reconcilian en ella porque todos
participan de ella: aire, agua, tierra….El fuego se rindió a sus encantos y se
hizo humo al contacto de sus dedos livianos.
Oyéndola
trastabillar y caer nos reconciliamos todos profundamente con nosotros mismos.
Parlera,
habla el habla de todos los confines y parajes y la traduce al punto al
prestigio cirílico de su propio dialecto. Con las raíces deletrea un extraño
alfabeto cuyo oculto sentido confinarán luego al viento las flores de ciruelo y
las resinas de pinos y abetos.
En su infancia
-hace ya mucho tiempo- se hizo aprendiz de brujo y una vez comenzando su
ritual no supo cómo ni cuándo acabar: desbordó todas las cuencas – también las
del mar -; convirtió los confines en un todo continuo; ahogó los montes;
confundió los caminos; y tras bisbisear , gorjear, canturrear con voz cándida (al
principio), tomó prestada la voz del trueno e hizo con é un dúo de cuarenta
días y cuarenta noches hasta que en el monte Ararat dio perdón a lo alto y le fue enviada la paloma de la paz
al bueno de Noé para que contara el cuento.
Desde
entonces se hizo humilde y en cualquier ensayo general de s “su puesta en
escena” lo mismo hace de prima donna que de apuntadora que de “extra”.
No obstante,
puede ser temperamental y hasta terca, aunque en el fondo es de índole noble y
siempre es fiel a si misma. Pero si se decide a dramatizar al máximo su presencia
por aquejarla, de súbito, ramalazos de nostalgias relampagueantes, entonces hay
que clamar al cielo porque puede volver a ocurrir cualquier cosa, si bien, por
fortuna, las más de las veces ella suele contentarse con un simple bit. Así y todo,
y puesto que aquí se habla de esa protagonista universal, hay que admitir que
sus actuaciones dependerán mucho del programa en cartel de cada temporada (se
aconseja, a pesar de ello, no fiarse demasiado).
En cualquier
caso sostengo que la conocí hace mucho (¿sería tal vez como nodriza), y aunque
no guardo memoria de la fecha –edipos más o menos a mi cuenta- siento que desde
entonces algo en mi corazón- a su solo contacto, en su presencia – se diluye en
su abrazo como criatura prohijada por ella porque a ambas nos une la más
autentica filiación viajera.
La de todos –
de raíces fluidas y secretas…Y siento, para decirlo de algún modo, que
reconozco en ella mi infancia vegetal -
¡Ahora! No. 979 26 de agosto 1982
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