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domingo, 27 de enero de 2013

Discurso pronunciado por Cassandro Fortuna puesta en circulación de su quinto libro "HAITI, EL ETERNO CONFLICTO"



Discurso pronunciado por Cassandro Fortuna el viernes 25 de enero 2013, con motivo de la puesta en circulación de su quinto libro "HAITI, EL ETERNO CONFLICTO", en el foro Pedro Mir de LibrerLa Cuesta.

“Las Relaciones Dominico-haitianas: una visión del futuro”


“Así como no se puede obligar a nadie para que crea, tampoco se le puede obligar para que no crea” Sigmund Freud

El libro que hoy ponemos en circulación es el producto de dos interrogantes:
1ero. ¿Hasta dónde era posible, la historia de lo imposible, y que se produjera una confederación o sucesión de Estados entre Haití y la República Dominicana? Y
2da. ¿Hasta dónde estaban protagonizando tales eventos Estados Unidos, Francia y Canadá?



Cuando inicié mis investigaciones sobre las relaciones dominico-haitianas era mi propósito producir conocimiento al respecto para saciar mi sed de curiosidad. Era enero del año 2011 y me instalé en la biblioteca Nacional de España, en la ciudad de Madrid, donde durante todo un año leí o consulté más de un centenar de libros y documentos relacionados con la historia haitiana o dominico-haitiana. (Los libros escritos referentes Haití, sobre todo en idioma inglés y francés, sobrepasan con mucho a los que conciernen al tema dominicano).Leí todos los libros que pude encontrar acerca de la historia dominicana, escritos por autores dominicanos o no. Incursioné en más de un centenar de páginas de internet. Leí diversos artículos o declaraciones de prensa en los que se aludían a los planes de fusión de Haití y República Dominicana, y, por supuesto, le di seguimiento al día a día de las relaciones entre ambos Estados.


Al principio encontré mucha información histórica que desconocía y que no se enseña en la escuela dominicana, incluyendo las universidades. Encontré mucha confusión (por ejemplo en nuestro país casi todo el mundo cree que Leclerc y Ferrand eran haitianos) y muchas ideas repetidas (la Historia dominicana tiene todavía que precisar muchas cosas), y debido a ello mis investigaciones bibliográficas se estancaron durante un tiempo. Mi cabeza estaba muy confundida, mientras todo lo leído se mezclaba de diferentes formas en mi cerebro. En un momento llegué a pensar que todo lo leído había sido inútil porque sentía que sabía menos que antes. Luego comprendí que estaba viviendo una interesante etapa en la que las ideas y el conocimiento adquirido se estaban asociando en ese laboratorio secreto que es nuestro cerebro. 


El cúmulo de informaciones históricas, cotejadas con los acontecimientos del presente, unidas a un vistazo hacia el futuro, produjo una visión clara de que la confederación dominico-haitiana, y una hasta una sucesión de Estado en el porvenir, era perfectamente posible. ¿Por qué no? Una y otra habían ocurrido ya en otras partes del mundo------- y aquí también podía ocurrir si esa fuera la voluntad de los Estados haitiano y dominicano. Muchos creen que ello no es posible, que se trata de una ficción irrealizable con el objetivo de alimentar el odio entre ambos pueblos…. y están equivocados.


Así quedó contestada nuestra primera interrogante. Con la segunda no he tenido la misma suerte. No he podido conseguir una respuesta categórica y clara; solo tengo la intuición de que si las grandes potencias son las que trazan las grandes pautas mundiales, ellas son las que estarían detrás de cualesquiera de las eventualidades que impliquen los dos Estados que ocupan la isla de Santo Domingo. Así las cosas procedimos a concluir este libro (que tuvimos que reescribir tres veces, pues muchas de nuestras ideas originales fueron cambiando sobre el proceso) para compartir con el pueblo dominicano el resultado de nuestras investigaciones.
Por otra parte, en algunos medios de prensa se ha publicado, en un juicio a priori, que nosotros planteamos en nuestro libro la fusión de Haití y la República Dominicana como una propuesta al país. Es decir, que somos partidarios de que ambos Estados se conviertan en uno solo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. En este libro nosotros sostenemos, con argumentos causales, que en los próximos años en nuestro país se pondrá en discusión el tema de la Confederación dominico-haitiana. Ello, a nuestro modo de ver las cosas, podría ser como fruto de una propuesta que podría hacer la Organización de Naciones Unidas (ONU), como ya lo ha hecho para los casos de la isla de Chipre, en el mar Mediterráneo o para la isla de Timor, en el archipiélago malayo, en donde tiene instaladas tropas de ocupación, al estilo de la MINUSTAH, que se encuentran en Haití desde hace 20 años. Sin embargo, antes de que una situación como la antes dicha pueda ocurrir las relaciones dominico-haitianas tendrán que ser óptimas y la mayoría de sus conflictos históricos, del pasado y del presente, tendrían que estar depurados. Solo si ocurre de ese modo las relaciones entre ambos Estados podrían continuar su tránsito hacia más avanzadas.
Ahora bien, por el hecho de que Haití y la República Dominicana logren alcanzar unas relaciones internacionales inmejorables ello no quiere decir que esto las conduzca. Necesariamente, hacia el camino que culminará con la firma de un tratado internacional que las envuelva en una confederación. No. Ello solo quiere significar que en la medida que crezca la armonía y el entendimiento entre estas dos naciones (lo cual es bueno y necesario para la sana convivencia) crecerá la tendencia hacia una asociación binacional más profunda (como ocurre con los novios, que mientras mejor se llevan más se acercan al camino del matrimonio).
Pero, como se puede apreciar, estamos hablando de probabilidades. Estamos hablando del futuro, y el futuro es lo que no ha ocurrido, y como dijo Aristóteles, hace ya muchos siglos, “lo que no ha ocurrido puede ser que no ocurra”.


De manera, pues, que el propósito de este libro es decirle al pueblo dominicano que las posibilidades de una confederación dominico-haitiana (y que esta evolucione con el tiempo en una fusión sucesión de Estado), son reales. ¿Cuándo será la discusión de estos asuntos? No sabemos. Pero desde que los franceses ocuparon la isla de la Tortuga comenzó ese proceso.


En efecto, la persistencia de los franceses de ubicarse, contra viento y marea, en el lado oeste de la isla, les permitió en el 1625 ocupar la isla de la Tortuga y establecer un pequeño asentamiento, que el imperio español destruyó cada vez que se hizo. Debido a la bonanza de aquel territorio los franceses retornaban una y otra vez. Allí había arboles de madera dura, cerdos salvajes, ganado y agua dulce. Pese a todas las contrariedades los obstinados franceses instalaron definitivamente su colonia en la isla la Tortuga en el año 1659 con el apoyo pleno del rey Luis XIV.

Luego se produjeron los acontecimientos siguientes: en 1678 el Tratado de Nimega, entre Francia y España, que aunque no tuvo nada que ver con la isla de Santo Domingo, les cayó como anillo al dedo a los franceses porque permitió que su colonia fuera reconocida de hecho en el lado oeste del territorio español. 19 años después, en el 1697, se produjo el Tratado de Ryswick, mediante el cual se reconoció legalmente esa colonia francesa. A partir de este último convenio entró en acción el rey Luis XIV, quien se propuso adueñarse de toda la isla.

En el 1698, un año después del Tratado de Ryswick, el monarca envió emisarios a Madrid para discutir el equivalente que podría negociar con la corte española por su parte de la isla de Santo Domingo. Esa iniciativa no prosperó. En el 1740 se hizo a España otra oferta: un cambio por la isla de Córcega. Tampoco fue aceptada. 37 años después se produjo el Tratado de Aranjuez que delimitó la frontera entre ambas colonias. En el 1783, cuarenta y tres años después, se le ofertó a España el canje de islas: Guadalupe por Santo Domingo. Nuevo intento fallido. 

12 años después, en el 1795, el gobierno de la Primera República francesa logró el anhelado objetivo mediante el Tratado de Basilea. A través de este mecanismo de Derecho Internacional España cedió a Francia el lado este de la isla que había sido suya desde el 1492. De este modo la isla quedó unida. Toussaint apuntaló el proyecto unionista en 1801 y Boyer continuó en 1822. La tendencia integracionista fue frenada en el 1844.

Aún así, Pedro Francisco Bonó llegó a decir que si Boyer hubiese materializado una confederación en el 1822, en lugar de anexar el territorio del este, hubiera sido lo mejor para todos. Y Américo Lugo, según el controversial Joaquín Balaguer, también escribió sobre lo beneficioso de una confederación dominico-haitiana.


Por una serie de razones histórica el tema de la integración dominico-haitiana desapareció hasta que en el 1994 y el 1996 el doctor Joaquín Balaguer le dio vigencia denunciando la existencia de un plan de Estados Unidos, Francia y Canadá para fusionar los dos estados. Al día de hoy su denuncia es controversial. Unos la dan como completamente cierta, mientras que para otro es una fábula.


En cuanto a nosotros, creemos que luego de la caída del muro de Berlín, la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ,desaparecido el fantasma del comunismo y terminada la Guerra Fría, el mundo es otro. El juego de poder es distinto y el juego de la geopolítica mundial también lo es. En este mundo políticamente uni polar, pero económicamente multipolar, prima el interés de establecer y/o afianzar democracias liberales, sistema de libre mercado y regímenes de derecho. Dentro de ese contexto dentro de la comunidad internacional existe el consenso de que Haití debe superar su condición de “estado fallido” e integrarse plenamente rehabilitado al concierto de naciones democráticas; pero todo indica que ello es tarea muy difícil y que no podrá hacerlo solo. Para ello las República Dominicana es piedra angular. Pero como hemos dicho la cooperación interestatal idónea no se producirá si las relaciones dominico-haitianas no sufren una profunda mutación. Esa es la fase que estamos viviendo desde 1991 y que será cada vez más notoria y habrá de constituirse en la base para nuevas propuestas de cooperación binacional en el futuro.

Cuando se discuta la propuesta de una confederación dominico-haitiana los dominicanos tendrán la oportunidad de decidir oficialmente si la quieren o no. Ello no será una imposición, pues un evento de ese tipo no puede ser impuesto, sino que debe ser el resultado de la voluntad de los Estados involucrados.

Esa es la discusión que planteamos en nuestro libro.

Muchas gracias y buenas tardes.
Santo Do mingo 25 de enero de 2013.

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