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martes, 13 de mayo de 2014

Monseñor Reilly en la obra Mi 30 de Mayo escondido de Josefina Gautier de Álvarez.



“Eran las cuatro menos veinte de la madrugada el miércoles 31de mayo de 1961, cuando nos despertamos mi esposo Mario Tabaré Álvarez Pereyra y yo, Ana Josefina Gautier Castellón de Álvarez, con el tableteo de ametralladoras y una voz que llamaba “Josefina…” Los tiros procedían del Colegio Santo Domingo y la voz era de una moja en búsqueda de ayuda.

Como una loca tiré de la cama, me puse unos zapatos tennis y corrí hacia el colegio. Entré del lado de la Capilla, y al darme cuenta de que el edificio dormitorio Santa Catalina estaba completamente rodeado de guardias con ametralladoras y fusiles, me refugié en la oscuridad de los pasillos exteriores de la iglesia. Los tiros provenían del Santa Catalina y ahora se oían los gritos de las niñas internas.

Llena de pavor, sin saber qué hacer, volví a mi casa, me tiré un vestido y corrí a la casa de mi vecino Andrés Freites Barreras, casado con mi prima Antonia Vásquez Gautier, para contarle lo que había visto. Freites me abrió la puerta ya vestido y me dijo que me tranquilizara. Se volvieron a oír tiros y gritos. Corrí a la capilla de nuevo, ya los guardias se retiraban. Esperé un momento y luego me dirigí al edificio, cuando vi a Sister Helen Claireque salía.  “Se han llevado a MonseñorReilly preso”, me dijo, en eso entró un carro diplomático, eran los embajadores ingleses y ella nos narró lo sucedido.

Monseñor Tomas F. Reilly fue uno de los sacerdotes que firmaron la carta pastoral del 25 de enero de 1960. Su iglesia en San Juan dela Maguana fue vilmente profanada, su casa violada y pudo apenas escapar en su carro,que fue baleado y apedreado hasta quedar todos los vidrios rotos. Se refugió enel Colegio Santo Domingo.

Al atacar el edificio, los guardias rompieron la puerta y se dirigieron  al pasillo qe conducía a las habitaciones que Monseñor ocupaba. Unas monjas subieron a la segunda planta a calmar y cuidar a las niñasi nternas que el Colegio alojaba, mientras las demás hermanas Dominicanas formaron una doble cadena agarrándose unas a otras con los brazos y negándosea dejar pasar a los guardias. Las halaron, les cayeron a golpes, a culatazos, y al ver que no cedían ametrallaron el piso delante de sus pies, los fragmentos de mosaicos hirieron a algunas en la cara y los brazos.

Ante esta amenaza, Monseñor salió de su habitación para entregarse. El perro del colegio estaba amarrado frente a su puerta y esos hombres sedientos de sangre lo ametrallaron. A Monseñor lo metieron en su carro y se fueron todos. El grupo fue comandado por Juan Bautista Cambiaso (Molusco). Eran las cuatro de la mañana.  (…)


Sister Helen Claire pidió que nos calmáramos y que rezáramos  una oración en ayuda de Monseñor. Empezaba a clarear, las luces del alba, ya todo estaba tranquilo, amanecía. Se oyó el ruido de un motor de automóvil, las monjas salieron a la puerta. Del vehículo se desmontó Monseñor Reilly, eran las seis de la mañana. Todas nos hincamos y él nos dio la bendición. Luego se apartó con el grupo de monjas.”

Al rato se me acercó Sister Helen Claire y me dijo que Monseñor iba a dar una misa en acción de gracias por haber llegado sano y salvo, pero confidencialmente quería informarmeque habían visto muerto en el Palacio Nacional, el Presidente Balaguer se lo había mostrado…. Pág. 3,4, 5, Mi 30 de Mayo escondido/Josefina Gautier de Álvarez.




Un instante del valor dominicano
por Guillermo Piña Contreras


Había quetener más de 15 años de edad en 1960 para comprender hoy lo que fue ladictadura de Trujillo. No desde el punto de vista histórico, sino para tener conciencia de lo que significaba el miedo, el temor a caer en las garras de latiranía que desde 1930 había penetrado lo más íntimo de la familia dominicana.Había que tener mucho valor para atreverse, sencillamente, a pensar en contradel dictador y hasta de un pariente. Más aún para intentar poner fin aloprobioso régimen o atentar contra la vida del sátrapa y todavía más para poneren acción el plan que aquella noche del martes 30 de mayo de 1961 dio al trastecon un régimen sin parangón en la historia dominicana.
Es difícil explicar y todavía más comprender lo que significó ese acto heroico del 30 de mayo y más aún el de los que se comprometieron a seguir adelante, como esos héroes que expusieron sus vidas, en los minutos que siguieron  al ajusticiamiento. Quien no sea capaz de entender ese momento histórico y sus consecuencias, no podría comprender el “30 de mayo” de Josefina Gautier deÁlvarez.

El tiranicidio de 1961 tiene aspecto de epopeya. Los conjurados comenzaron a caer pocas horas después del ajusticiamiento, unos en la madrugada del 31, otros fueron arrastrados por la ola represiva de la familia del dictador y los demás,los prisioneros sobrevivientes del grupo de acción, fueron las víctimasindefensas de la sed de venganza de Ramfis Trujillo el 18 de noviembre de ese histórico año.

Entre principios de junio y el 19 de noviembre de 1961, Josefina Gautier de Álvarez y su esposo, Tabaré Álvarez Pereyra, jugaron un papel digno de encomio. En su casa del sector La Julia, de Santo Domingo, estuvo escondido Luis Amiama Tió,uno de los hombres, junto a Antonio Imbert Barreras, más buscados por su participación en el ajusticiamiento de Trujillo.
Conocí a doña Josefina a principios de los años 70. No recuerdo como supe que Amiama Tióse había escondido en su residencia.
Desde niño tengo una admiración sin límites por los que se atrevieron a enfrentarse aTrujillo así como por los que lograron la hazaña que, al margen de los conjurados, parecía imposible. El azar, que siempre ordena las cosas como debenir, me hizo amigo de Virginia Álvarez Gautier, una de sus hijas. Virginia, como sus hermanas, nunca hablaba de que en su casa se había escondido durante seis meses Amiama Tió. Tal vez por ese pudor que ella mostraba, tampoco le preguntaba. Nunca hubiera entendido por qué era tan modesta con respecto al tema si un día no le hubiera preguntado, así como el que se lanza al agua, si era cierto que en su casa había estado escondido Amiana Tió. “Sí”, me respondió de la manera más natural del mundo. Sin temor a ser indiscreto, le dije que quería hablar con su papá sobre ese episodio y me dijo que mejor conversara con su mamá.
No fui el último en saber dónde había estado Amiama Tió durante esos terribles meses de persecución trujillista, pero sí el primero que se atrevió a hablar con doña Josefina, con fines de publicación, de esos meses de ansiedad, de miedo y, sobre todo, de esos largos días en que se anidaba en lo más remoto de su conciencia el temor de que, en el momento menos esperado, su casa fuera objetode la insaciable venganza del agonizante régimen. Una venganza que se podía traducir en una muerte segura para la pareja Álvarez-Gautier, tal vez para las cuatro niñas cuyas edades oscilaban entre los 9 y 5 años, otros familiares ei ncluso el servicio doméstico. Doña Josefina sabía el riesgo que corrían y aunque había entrado en el complot unos días después del martes 30 de mayo, lo asumió como si toda su vida hubiera estado esperando ese momento paraincorporarse a una lucha que nadie se hubiera imaginado que también era suya.
No voy a hablar de “Escondido. Mi 30 de Mayo”, ese hermoso, tenso e intenso relato de los meses en que Amiama Tió pudo burlar, gracias al valor de los esposos Álvarez-Gautier el ojo ubicuo de la decadente tiranía. Esa obra todo el mundo la conoce. Lo que el gran público no sabe es que antes y después del libro, su relato se mantuvo siempre igual. Ella no permitió que la imaginación fermentaray la fábula distorsionara su “30 de Mayo”. La discreción, la sensatez y el recato de su relato es lo que, años después, me hizo comprender la razón por la que Virginia trataba el tema con tanta naturalidad.
Así pues,cuando los esposos Álvarez-Gautier tomaron la decisión de ocultar, “por unas horas”, a uno de los hombres más buscados por el régimen, lo hicieron con la mayor naturalidad del mundo y a sabiendas del riesgo que corrían; pero esa fue una primera etapa, pues no estaban organizados para que esa “visita” estuvieraen su residencia de La Julia ni siquiera hasta la salida del sol. Como nadiefue a buscar a Amiama Tió, ni doña Josefina ni su marido vacilaron enorganizarse y simular una vida normal, logrando así, sin proponérselo, un actode heroísmo que sólo los que lo han realizado saben por qué lo hicieron.
¿Por qué? merepito desde aquella tarde de septiembre de 1977 cuando doña Josefina me contó su “30 de Mayo”. Nunca tendré una respuesta como tampoco sabré quién fue el que no buscó, aquella madrugada de junio de 1961, a Amiama Tió. Ese no era su carácter, no buscaba incriminar ni acusar, ella y su esposo se habían comprometido con una causa que era la de todo aquel que creía en la libertad. Doña Josefina Gautier de Álvarez, así como su marido, simbolizan un instante del valor dominicano.
Desde niño tengo una admiración sin límites por los que se atrevieron a enfrentarse aTrujillo así como por los que lograron la hazaña que, al margen de los conjurados, parecía imposible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, quisiera comprar ese libro de josefina gautier lo busco y no lo encuentro si alguien lo tiene me puede llamar al 8099754468 urgente porfavor me urge leerlo.