Prim Ramírez era un próspero comerciante. Igual que su hermano, era un enemigo declarado de Trujillo. La trampa para matarlo se comenzó a materializar cuando un grupo de guardias le pidió "una bola" al chofer de Prim Ramírez, llamado Juan Rosario, quien manejaba un camión International lleno de mercancías adquiridas en Ciudad Trujillo, con destino a San Juan de la Maguana.
En el camión, además del dueño, viajaba otro chofer conocido como Califón. Encima de la cama del camión iban tres ayudantes conocidos como Los Cibaeños, una mujer no identificada y el comerciante de pollos Zenón Alcántara.
Los soldados supuestamente se quedarían en el puente de Nizao, pero un auto con un comando tomó la delantera del camión y obligó al chofer a detenerse. Prim, al darse cuenta de que era una emboscada, saltó del camión para enfrentar a los soldados, que iban armados con pistolas y garrotes. El general Fiallo dio el frente y preguntó al comerciante:
--¿Tú no me conoces?
--¿Cómo no te voy a conocer, asesino? ¿Es así como ustedes matan a los hombres machos?
Sin vacilar, aquel hombre corpulento propinó una trompada tal al general Fiallo que le hizo rodar por el suelo. Un oficial le aagredió con un garrote, pero Prim se lo quitó y lo golpeó, también derribándole. Sonaron entonces varios disparos y Prim cayó al suelo, mientras sus compañeros de infortunio presenciaban impotentes la escena, pues estaban encañonados por los guardias.
El cadáver de Prim fue despojado del dinero y de los documentos que portaba. La misma suerte corrieron los otros documentos que estaban en la cajuela del camión.
Fiallo ordenó a un guardia que manejara el camión. Continuaron la marcha hacia Baní, sin pasar por el pueblo, hasta que llegaron a El Número, donde los testigos del crimen fueron atacados a garrotazos, incluida la mujer que en vano pedía que no la mataran. Una vez terminada la macabra tarea, el camión con los cadáveres fue empujado hacia un precipicio, pero no llegó al fondo porque se lo impidieron unos grandes tocones. Entonces los guardias bajaron al lugar por órdenes de Fiallo, le rociaron gasolina y le prendieron fuego.
Sin embargo, el chofer Juan Rosario sobrevivió milagrosamente, a pesar de haber sido rudamente golpeado con los garrotes de los guardias y también a pesar de que su cuerpo fue severamente afectado por las llamas.
Los guardias se marcharon, ignorantes de la suerte de Rosario, quien a pesar de sus críticas condiciones logró caminar unos ocho kilómetros, hasta que fue recogido por un camionero y llevado al hospital de Baní.
El doctor Víctor Manuel Ramírez Alcántara, hermano de Prim, recibió la noticia de lo sucedido de parte de Juan Rosario. El médico se trasladó a Nizao el 2 de junio, es decir al día siguiente del suceso, para examinar el lugar de la tragedia, con permiso de las autoridades. Sin embargo, el cadáver de su hermano Prim no estaba entre los demás cadáveres.
El chofer Rosario, temeroso de morir por los golpes y las quemaduras, contó al doctor Ramírez Alcántara todo lo relacionado con el crimen. Sin embargo, el pobre hombre fue asesinado por desconocidos en el propio hospital, mientras jamás se pudo encontrar el cadáver de Prim.
El doctor Ramírez Alcántara tuvo que tomar el camino del exilio. Sin embargo, antes de eso y cinco días después del crimen, a su consultorio se presentó el sargento de la Policía Alejandro Méndez, quien le contó con detalles todos los pormenores del asesinato de Prim y sus compañeros, detalles que conocía perfectamente pues había recibido una orden del coronel Teodoro Noboa Martínez de participar en una "misión especial" con miembros del Ejército.
Horas después de su encuentro con el doctor Ramírez Alcántara, el sargento Méndez fue arrestado y trasladado al Palacio de la Policía, en Ciudad Trujillo. Esa misma noche entregaron el cadáver a su esposa, a quien comunicaron que el sargento se había ahorcado.
El Gobierno dominicano, vale decir la tiranía trujillista, informó oficialmente que la muerte de Prim y sus compañeros "fue un accidente", según publicó el diario El Caribe el 16 de febrero de 1962.
Una querella contra José María Alcántara por el asesinato de Prim Ramírez y sus acompañantes fue interpuesta por el doctor Víctor Manuel Ramírez Alcántara ante el procurador general de la República, doctor Antonio García Vásquez, el 27 de enero de 1962. El proceso verbal fue iniciado originalmente en La Habana el 17 de junio, bajo fe de juramento del médico. El expediente fue luego tramitado a Santo Domingo, donde se le dio curso.
El 20 de noviembre de 1963 el general Alcántara se presentó voluntariamente ante el procurador general de la República, quien lo envió al penal de La Victoria. En esos mismos días, la Suprema Corte de Justicia revocó una fianza que otorgó en San Cristóbal la libertad bajo fianza al ex general, apresado por las acusaciones que se le hicieron. Con anterioridad había estado preso en la fortaleza Ozama.
El 13 de junio de 1962 las autoridades informaron que en la celda de Alcántara se encontró la suma de RD$34,871.00, dinero que fue depositado en el Banco de Reservas, en un giro a favor del Tesorero Nacional.
El 17 de noviembre de 1965, al calor de la revolución constitucionalista iniciada en abril, el entonces procurador general doctor Manuel Ramón Morel Cerda informó que Alcántara había "escapado" de La Victoria junto al también esbirro Victor Antonio Alicinio Peña Rivera, un ex jefe del temible Servicio de Inteligencia Militar (SIM), de Trujillo. Peña Rivera fue quien dirigió el operativo que culminó con el apresamiento y asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, el 20 de noviembre de 1960. Peña Rivera se radicó en Puerto Rico, donde con ayuda de un exiliado periodista cubano se dedicó a escribir libros sobre sucesos de la dictadura, en todos los cuales se pinta como un angelito.
El procurador informó que junto a Alcántara y Peña Rivera también "escapó" el antiguo jefe del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, el ex coronel Octavio Balcácer Bonilla, alias Tavito.
Hasta que ocurrió la supuesta "fuga", el ex general Alcántara no había procesado, como tampoco lo fue después.
En diciembre de 1966, el Tribunal de Confiscaciones descargó al ex militar de la acusación de enriquecimientos ilícito.
El 6 de julio de 1967, el ex general Alcántara fue objeto de un atentado, cuando el raso de la Policía Armando Montero Lebrón le disparó una ráfaga de ametralladora mientras Alcántara se encontraba sentado en una mecedora en la galería de su residencia de la avenida Independencia, en el Centro de los Héroes, de Santo Domingo. Inexplicablemente, los disparos no alcanzaron al ex general. Entonces el raso Montero Lebrón le lanzó una granada, que no estalló. El propio Alcántara lo apresó y lo llevó al Palacio de la Policía. La versión popular decía que Alcántara tenía "un resguardo de un brujo haitiano" que lo protegía "contra todo".
Montero Lebrón dijo que trató de matar a Alcántara porque había éste dado muerte a su padre, de lo cual fue testigo siendo un mozalbete. Según su relato, antes de matarle, Alcántara lo ató a un árbol cuyo tronco estaba lleno de hormigas caribe, dejándole en ese estado varias horas, hasta que finalmente le asesinó a golpes y disparos.
Montero Lebrón interpuso una querella contra Alcántara, la cual nunca prosperó, ignorándose posteriormente el destino del policía. Entonces circuló la versión de que "se perdió", muy empleada en la Era de Trujillo para decir que una persona había sido asesinada. El ex general Alcántara falleció de muerte natural en el hospital militar Enrique Litghow Ceara, el 14 de septiembre de 1970.
Alcántara había ingresado al Ejército el 10 de febrero de 1925, cuando tenía 21 años de edad. Paulatinamente ascendió de rango, hasta que fue designado general de brigada, el 5 de julio de 1961, un mes y cinco días después de la muerte a tiros de su mentor y guía, el generalísimo y dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Fuentes consultadas:
El Caribe, 26 de octubre de 1952; Listín Diario, 7 de julio de 1967: periódicos nacionales, 15 de septiembre, 1970; Entrevistas del autor con algunos militares retirados; Archivo General de la Nación./ECOS|26 ABR 2010, 12:00 AM|2|POR DIARIO LIBRE
Uno de los más crueles militares de El Sisal, José María Alcántara, participó en el asesinato de Porfirio Ernesto Ramírez Alcántara, alias Prim, quien falleció en una emboscada junto a otras ocho pers
EL SISAL DE AZUA, CAMPO DE EXTERMINIO DE ANTITRUJILLISTAS (II)
1 comentario:
Este articulo hace referencia a una mujer no identificaba que viajaba en el camion de Prim.Hay un relato de los hechos de la autoria del Dr. Leopoldo Figuereo en la que menciona a una mujer apodada "Cosita" quien viajaba en dicho camion.
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