Solidaridad sobre las Fronteras

Relato del barrio

Por ; Teódulo Antonio mercedes

Siempre abre de recordar el encuentro en mi juventud con el distinguido sanjuanero, don Aquiles Medina, el cual vivía en la calle Caonabo 42, en  vecindad  con Altagracia de los Santo(Taso) su esposa y familia , distinguidos munícipes de toda una generación.

Cuando hablo de encuentro en mi juventud, debo de rememorar mi niñez, en la cual era asiduo de ese espacio del barrio que terminaba en un solar de la avenida Anacaona, donde junto a Tito, reputado medico que habita en Santiago, Manuel Emilio Mateo (Miquico) también medico del cual desconozco su estadía y Marito Ruiz, aventajado ingeniero agrónomo,molestábamos su morada al  ‘”hacer esquina‘frente a su propiedad buscando el beneplácito de su hermosa hija Sujey, que  como decía el renombrado Marcel Proust, era una joven en flor.

El bullicio que caracterizaba la turba de chiquillos que jugaban en el entorno, producía que cada cierto tiempo la familia Villegas que vivía frente a Malvina hija de taso y otras mas, protestaran llamando a la cordura y al silencio que anhelaban los moradores de la localidad.

A estas exigencias se unía la señora de don Aquiles, una dama de porte elegante la cual era miembro de la familia Heyaime de San juan de la Maguana.

Con el tiempo, nuestras actividades cambiaron y los espacios se redujeron única y exclusivamente  a   redenciones sociales ,adquiriendo   prejuicios producidos por las ideas de redención que ocuparon el espacio de pensamiento de la juventud, en el cual,los sectores ligados al Balaguerismo no tenían cabidas en nuestro mundo y sociedad. Con estas transformaciones, la casa de don Aquiles y sus hermosas hijas , fueron dejada en el olvido.

De esos sueños de juventud, solo permaneció en mi mente, el recuerdo de una tarde que cruzando por el lugar con Francisco Fernández, el Frank de toda una época, junto a Orlando Mazara,caído luego en las montanas de quisqueya, pregunte por los inquilinos del espacio y Frank me contesto que hacia tiempo que se habíanmudado del barrio, desapareciendo para siempre, las bullas y tertulias del recordado sitio. 

Años después, en un viaje realizado a Italia y retornando a los Montes Cárpatos en Rumania, entrando por la republica de Yugoeslavia, fui parado e interrumpida mi travesía, porque mi pasaporte estaba desde hacia un gran tiempo vencido y no podía renovarlo, porque nuestros consulados no estaban autorizados para ese operativo.

Luego de varias indagaciones, había sabido que en algunas de nuestras dependencias consulares, a muchos de los que tenían situaciones como la mía y que habitaban en lugares prohibidos, los cónsules llamaban a los estamentos policiales para hacernos desalojar de los recintos dominicanos.

También en las indagaciones, conocí que en la republica de Alemania, específicamente en Hamburgo, había sido nombrado como cónsul, el señor Aquiles Medinas y que nadie se había atrevido a renovar pasaporte en ese recinto, por temor a ser tomado prisionero en el mismo.

Luego de haber expuesto el problema hasta las autoridades rumanas, logre una carta de ruta expedida por la cancillería de mi país residente y con ese documento, me apersone al consulado de Hamburgo, donde solicite una entrevista con el incumbente de la delegación.

El recordado señor, me recibió detrás de  un hermoso escritorio de caoba, con una palidez discreta, debido a la carencia del sol tropical y de manera muy cortes me preguntaba en que podría servirme, ya que la presencia de compatriotas por esos lares era poco común.

El tiempo que todo lo puede y lo cambia, parece que había aplicado su lógica en mi cuerpo y rostro, por tal motivo, haciendo uso de un inusual esfuerzo, sonreí y le dije que hacia muchos años que no lo veía, al mismo tiempo que le solicitaba para que hiciera memoria y se recordara del inquieto niño negro que en horas de la tarde por mucho tiempo le llevo la intranquilidad de su galeríaen su hogar en su lejano San Juan.

Se paro de su escritorio y me abrazo como un familiar que se reencuentra con un pariente luego de largo tiempo.

Me conto de su estadía en Alemania y las  noticias del pueblo, las cuales todas eran nuevas para mi, al mismo tiempo en que pasábamos a otro salón, donde pude disfrutar de una suculenta comida dominicana.

En ese intercambio de información , le informe donde vivía y que me había llevado a su oficina producto de la dificultad que se podía presentar para renovar mi pasaporte.

Me decía que no era fácil en los momentos actuales, pero que el solucionaría todos los inconvenientes que pudieran presentarse.

Al mismo tiempo en que entraba en la eterna discusión política del dominicano, donde me comentara la nueva estrella política del firmamento de la oposición que era el licenciado Jacobo Magluta, al cual le veía mucho futuro.

Sobre mi profesión, me informaba que estaba en auge, pues la Rosario Miningabriría sus puertas, unidas a las existentes, las cuales eran la Alcoa y Falconbridge y que era necesario que el país contara con técnico de esa área para el desarrollo de la nación.

Mi dijo que en esos momentos los cónsules no estaban autorizados a renovar pasaporte, pero que el enviaría el mío a Santo Domingo para su renovación y para moverme, el me proporcionaría cartas de rutas las veces que fuere necesario para mi desplazamiento en Europa.

Con beneplácito recibí la noticia y le di las gracia por tan valiosa ayuda. Me despedí de ese Sanjuaneo con alegría y efusión porque por encima de la politiquería primo la solidaridad de seres de un mismo lugar, que la vida lo había colocado en una latitud diferente.

Dos meses después, recibí en Rumania mi pasaporte nuevo firmado por un general de orca y cuchillo del régimen, e inmediatamente informe a los colectivos de estudiantes del socialismo, que en el consulado de Hamburgo se podía renovar nuestra documentación.

Nunca volví a tener noticia de el y su familia, y hoy, luego de muchos años, eneste Junio triste, en horas de la tarde evoco  su figura, con sus cabellos grises, sus diminutos pasos y su gran generosidad en épocas de grandes dificultades.