Por Nicolás Mateo
Han Cambiado el rostro, la voz filosa, la equidad oscurese, de luto se confunde la libertad y la palabra, hay que vivir, hacer valer la dignidad perdida.
Así, como epílogo que desafía la palabra, irrumpe en sus últimos versos José Enrique-Ike-Méndez, dejando entre silencios una duda de un fin que no es todavía, aqui la imagen se basta a sí misma, el discurso poético gotea como gotas de agua que resbalan por las estalactitas de la cavernas.
Como dijera el meta poeta mayor, Jorge Piña, en este texto, que de forma magistral Ike Méndez intitulara Al Despertar, el autor “piensa y recrea, delira y sueña, pinta y cuenta”, y mas que nada desanda por el poema con la destreza propia de un hábil trapecista que hace piruetas en la palabra.
Es claro, que este poemario es el resultado de una reflexión intimista, de un asedio interno y de una madurez alcanzada tras años de búsqueda de un aliento propio que revela a José Enrique como un exquisito poeta que aborda el lenguaje mas allá de la vana palabrería y del metaforismo insulso del que sólo se hace uso para impresionar.
Aqui la construcción es precisa, punzante, y lo descubre como un ser que domina el asombro, que coloca cada verso en el lugar exacto donde provoca al lector en shock, postrado al yo mas íntimo..Me interno al instinto de un quejido de rosa que me reta a sumergir, navego en sus oídos, a los que hablo y perforo con codicia, sentencia Ike Méndez, dejando un sabor agridulce que provoca los sentimientos mas diversos.
Al Despertar es mas que un poemario, es un encuentro del escritor con el yo-hombre que subleva sus entrañas. Es esto mas que un manojo de letras formando palabras, palabras que descontruyen versos. Aquí se nace y se vive en el filo de una Mirada que se mira a sí misma.
De sus textos dice el doctor Sobiesky de León en el prologo del libro que: “Su poesía hace creíble nuestros sueños, y ahuyenta la angustia existencial a través de las palabras, buscadas y encontradas en el olimpo de su armonía, haciendola coincidir con el orden de nuestro universo, su poesis conquista las sanas ideas bajo el manto e hilo conductor de la pulcritud expresiva”.
Me conmueve la vida como memoria y placer en alegría, ruptura en pedazos escondidos en las fronteras difusas, en el limite de lo eterno. En estos versos se desnuda el Ike que canta a la propia poesía, surge de la nada el meta poeta que lleva dentro, el que se coloca de espalda al espejo que sucumbe ante otro espejo y presagia la vida y la muerte entre tormentas.
Sin dudas, que Al Despertar navega por los mares mas profundos del ser que lleva en sus hombros José Enrique, el hombre de ciencia, el sembrador de sueños y esperanzas, el meta poeta. El cultivador de versos indigenistas, pero mas que nada, el que descubre en la pos verdad del poema, su aliento, la razón primigenia de sus existencia, sus fantasmas, su miedo, su duda y su silencio.
Han Cambiado el rostro, la voz filosa, la equidad oscurese, de luto se confunde la libertad y la palabra, hay que vivir, hacer valer la dignidad perdida.
Así, como epílogo que desafía la palabra, irrumpe en sus últimos versos José Enrique-Ike-Méndez, dejando entre silencios una duda de un fin que no es todavía, aqui la imagen se basta a sí misma, el discurso poético gotea como gotas de agua que resbalan por las estalactitas de la cavernas.
Como dijera el meta poeta mayor, Jorge Piña, en este texto, que de forma magistral Ike Méndez intitulara Al Despertar, el autor “piensa y recrea, delira y sueña, pinta y cuenta”, y mas que nada desanda por el poema con la destreza propia de un hábil trapecista que hace piruetas en la palabra.
Es claro, que este poemario es el resultado de una reflexión intimista, de un asedio interno y de una madurez alcanzada tras años de búsqueda de un aliento propio que revela a José Enrique como un exquisito poeta que aborda el lenguaje mas allá de la vana palabrería y del metaforismo insulso del que sólo se hace uso para impresionar.
Aqui la construcción es precisa, punzante, y lo descubre como un ser que domina el asombro, que coloca cada verso en el lugar exacto donde provoca al lector en shock, postrado al yo mas íntimo..Me interno al instinto de un quejido de rosa que me reta a sumergir, navego en sus oídos, a los que hablo y perforo con codicia, sentencia Ike Méndez, dejando un sabor agridulce que provoca los sentimientos mas diversos.
Al Despertar es mas que un poemario, es un encuentro del escritor con el yo-hombre que subleva sus entrañas. Es esto mas que un manojo de letras formando palabras, palabras que descontruyen versos. Aquí se nace y se vive en el filo de una Mirada que se mira a sí misma.
De sus textos dice el doctor Sobiesky de León en el prologo del libro que: “Su poesía hace creíble nuestros sueños, y ahuyenta la angustia existencial a través de las palabras, buscadas y encontradas en el olimpo de su armonía, haciendola coincidir con el orden de nuestro universo, su poesis conquista las sanas ideas bajo el manto e hilo conductor de la pulcritud expresiva”.
Me conmueve la vida como memoria y placer en alegría, ruptura en pedazos escondidos en las fronteras difusas, en el limite de lo eterno. En estos versos se desnuda el Ike que canta a la propia poesía, surge de la nada el meta poeta que lleva dentro, el que se coloca de espalda al espejo que sucumbe ante otro espejo y presagia la vida y la muerte entre tormentas.
Sin dudas, que Al Despertar navega por los mares mas profundos del ser que lleva en sus hombros José Enrique, el hombre de ciencia, el sembrador de sueños y esperanzas, el meta poeta. El cultivador de versos indigenistas, pero mas que nada, el que descubre en la pos verdad del poema, su aliento, la razón primigenia de sus existencia, sus fantasmas, su miedo, su duda y su silencio.
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