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martes, 11 de julio de 2017

Entrevista con el poeta dominicano Rafael Pineda




 8 Julio 2017 
GacetaHoy
Sublimes y cuantiosas palabras de amor, desasosiego, templanza y naturaleza viva, se ciernen en el libro de poesía “No siempre el café está caliente”, del escritor Rafael Pineda.
“No siempre el café está caliente” indica con esas mismas voces arcanas, los misterios más profundos del ser humano. El frío y el calor. La muerte y la vida. Los pasajes ignominiosos del testimonio propio y hasta los avatares del destino petrificado en una tumba o un sol.
Érico Pratz (EP), conversa con el poeta dominicano Rafael Pineda, sobre su último libro antedicho, publicado por la Editorial Antítesis, en Montevideo – Uruguay.

EP: Si me lo permite, hagamos repaso de su vida. ¿Quién es Rafael Pineda?
Dominicano. Nací en El Corozo, una aldea de ciento cincuenta habitantes. Siempre he vivido en San Juan de la Maguana. Soy sanjuanero de San Juan. Mi primera profesión fue ser nieto de María Belén Sención. A los 10 años me gradué de poeta.  A los 23 quise conocer a Pablo Neruda y estuve en Chile;  a los 25 en Cuba y a los 35 en la Unión Soviética; adoré Moscú e hice mi primer viaje en tren, siendo una de mis experiencias inolvidables haber recorrido la Siberia a través de campos de girasoles compartiendo  un vagón con Luis Días  y Chío Villalona. Quedé con las ganas de conocer San Petersburgo,  la ciudad donde fueron derrotados los alemanes  y donde se filmó la película “Cuando vuelan las Grullas”.  Soy diplomático, resido en Uruguay y cada vez que regreso a mi ciudad natal mi primera acción es visitar las tumbas donde descansan mi  madre María de la Paz Reyes y mi abuela.  He publicado 8 libros de poesía, ensayo, testimonio  y novela.

EP: ¿Qué pasó a los diez años, momento en que se graduó como poeta?


Mi amor por la poesía empezó en la observación y en la sensibilidad que me generaron las cosas que formaban parte de mi entorno, eso que luego se convirtió en mi mundo poético. La primera lectura donde me concentré fue el libro  “Historia gráfica de la República Dominicana”,  escrito e ilustrado por José Ramón Estrella y José Alloza Villagrasa, llegados a mi país como refugiados políticos tras la guerra civil española. Ese libro apareció en mi casa en el campo como por arte de magia; vengo de un hogar donde la lectura era un hábito desconocido: me criaron mi madre y mi abuela, ambas eran analfabetas y con el correr de los años me decían que dejara de leer porque los libros ponen loco a las personas. Pero ya había contraído la enfermedad que mató al Quijote y a través Pablo Neruda amé la poesía y conocí el mundo y sus cosas. Las obras que leía me impactaban muchísimo,  “Las ruinas de Palmira”, “El Conde de Montecristo”, “Adiós a las Armas”, “Por quién doblan las campanas”.  Se pusieron a mi alcance los  poemas de Federico García Lorca, Miguel Hernández, León Felipe,  hasta que llegaron esas dos obras monumentales de Pedro Mir, “Hay un país en el mundo” y “Contracanto a Walt Witman”. Esas lecturas ofrecían un retrato de los sentimientos sociales que se estaban gestando en mí.  A  los 15 años empecé a militar en la izquierda; entonces teníamos una biblioteca clandestina,  porque Joaquín Balaguer prohibía la lectura de ciertos libros; en esa biblioteca que iba de barrio en barrio en una caja de madera, conocí La Madre, de Gorki; Así se templó el acero, de Ostrovski y toda la literatura clásica rusa y de la época de la revolución de octubre. A la orilla del río San Juan hacía ya 5 años o más que habían nacido mis primeros versos. Me estaba graduando de poeta, aunque fue a la edad de 24 años tras mi regreso de chile que publiqué por primera vez; fue en el suplemento cultural Aquí, dirigido por Mateo Morrison en el diario La Noticia.

EP: Usted habla con elocuencia de Pablo Neruda. ¿Cuáles son los versos de Neruda que calan hondo en su testimonio?
“Preguntaréis por qué su poesía/no nos habla del sueño, de las hojas/ de los grandes volcanes de su país natal?”   …/…   “Yo toqué con mis manos la camisa/del crepúsculo azul y derrotado:/ ahora toco el alba de la vida…”        …/…     “Yo pongo el alma mía donde quiero/ y no me nutro del papel cansado…”
Son citas de Explico algunas cosas y de Nuevo canto de amor a Stalingrado. 20 Poemas de Amor y una canción Desesperada no me influenciaron. El sentimiento de rebeldía se hacía fuerte por la exclusión que vi en el campo donde nací y en los barrios marginados de la ciudad donde crecí; la gente era sencilla y buena pero analfabeta, desposeída, sin posibilidad de acceder a la salud, a la educación, a la cultura ni a otros bienes de consumo. Vi que a la gente la mantenían sin acceso al conocimiento para explotarla mejor induciéndole el pietismo religioso para asegurarse así el vasallaje del hombre, la sumisión.  Por eso lo que verdaderamente impactó mi alma fueron los versos de la Tercera Residencia en la Tierra; la Canción de Gesta y el Canto General. Escribía con desenfreno. Tuve deseos de conocer a ese poeta gigante y con mis poemas escritos a mano, discretamente marché al Chile de Pablo Neruda para conocerlo y pedirle a ese habitante de Isla Negra una opinión sobre los escritos de este novel caribeño.

EP: Su libro empieza y continúa con un amor profundo por América Latina cuando escribe:
De nuestra América heroica
digna
victoriosa
buscándote en sus templos
¿Qué es América Latina en el corazón del poeta?
Conocí América leyendo la historia, dominicana, americana y universal; admiré a los héroes por sus hazañas, a Juan Pablo Duarte, Artigas, Martí, Luperón. Quise estar allí cuando el cacique Caonabo destruía el Fuerte de la Navidad construido con los restos de la nao Santa María y quise ayudar a Bolívar a pelear contra los españoles que habían robado el patrimonio y matado a los tainos de mi isla; a Simón Bolívar a los 47 años de edad peleando en 472 batallas contra los opresores de los pueblos y quise pelear y cabalgar con él los 123 mil kilómetros que cabalgó para liberar América.  Vi que el Che Guevara estaba muriendo acompañado de un grupo de valientes y que la única muerte semejante a la de Cristo fue la del Che, un hombre que amó inmensamente a la humanidad y murió por ella; un ejemplo de hombre, de ser humano.
Uruguay figuró en mi imaginario de adolescente cuando escuchaba que este país era la Suiza de América y yo leía Tabaré, de Juan Zorrilla de San Martín; Ariel, de José Enrique Rodó; y Cuentos de Amor y Locura, de Horacio Quiroga. Entonces se puso de moda el Boom latinoamericano cuando El Nacional de Ahora tenía de director a un intelectual sorprendido de la estatura de Freddy Gatón Arce quien creó un suplemento literario y ahí se recogían las opiniones de  esa generación, se publican artículos de Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Carlos Quijano, Juan Carlos Onetti, Carlos Real de Azúa.  La casualidad me colocó en este maravilloso país de Idea Vilariño,  Mario Benedetti, Juana de Ibarbourou, Daniel Viglietti, Eduardo Galeano, Alfredo Zitarrosa y  conocí a Pepe Mujica.
Mi relación con Chile y lo que Pablo Neruda nos contaba acerca de las heridas a nuestras democracias encarnadas en lo que representaron Jacobo Árbenz en Guatemala, Juan Bosch y Francis Caamaño, en Dominicana; Omar Torrijos, en Panamá; Salvador Allende, en Chile; Joao Goulart, en Brasil; Julio César Sandino; tres presidentes asesinados y una invasión militar a la República Dominicana en 1965. Fueron hechos injustificados que se siguen repitiendo, que no me gustan, y yo sigo soñando un mundo como lo soñaron Gandhi, el Che, Bosch. Sigo soñando, quizás por eso me gusta tanto la figura del Quijote.

EP: Una faceta de Pineda – si es que no es un equívoco – es su faceta pacifista. Otro de sus versos más encomiables afirma:
Yo, partidario de la paz
quería ser uno de ellos
y quedé largo tiempo viviendo bajo una bruma de tristeza

Y en otro verso elogia a la paz del siguiente modo:
La guerra para las personas que se aman es un desastre
lo único que se salva de ella es el amor
que nunca muere
que nada lo destruye

EP: En este mismo sentido, de incomparable belleza es también su poema “Oda a la paz”
¿Cuál es su opinión sobre ese elemento común de la paz?. 
El silencio de la gente es el mayor cómplice de las guerras. Quien guarda silencio es cómplice voluntaria o involuntariamente. Las guerras, aun cuando su escenario sean lugares lejanos, de alguna manera se vuelven contra nosotros. De ahí que Ernest Hemingway reivindicare el poema de John Donne: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Las potencias imperiales se vuelven cada día más agresivas contra los países pequeños; lo sufrí en Chile y ahora desde la distancia lo veo en Venezuela.   Con las riquezas acumuladas, con voluminosos negocios, con el saqueo, muchas veces tolerado por el saqueado,  se fabrican armas y tecnologías. ¿Para qué sirven las armas? Para el exterminio de la vida del ser humano y de la naturaleza. Después de miles de años de civilización es como si estuviéramos regresando a los orígenes de una vida que no nació de la costilla de Adán sino de la transformación del mono en hombre, como científicamente está demostrado.
A mí me aniquila ver soldados extranjeros pisoteando la soberanía de otro país. Contra eso, contra la minería a cielo abierto, contra toda forma de depredación de la naturaleza, debemos alzar nuestras voces los poetas. Dejar de decir “yo” y asumir el “nosotros”, nosotros los habitantes del planeta y lanzarnos a conquistar esa paz que tantas lágrimas, sudor y sangre han costado a la humanidad.

EP: Sin lugar a dudas, la faceta política y social también está presente en otros versos, por ejemplo, en el intitulado “El 9-11”, dónde alude a Salvador Allende, a Pablo Neruda y concluye:
Vamos a recordar
no siempre el café está caliente
y a veces falta el pan
¿Cuéntenos algo más acerca de esa faceta?
Así es. El 11 de setiembre fue un día nefasto para la historia de América Latina. Ese día mataron a un presidente democrático, murieron miles de personas en Chile, y fue el inicio de una ola terrorista que aniquiló a 30 mil chilenos. Un millón de personas fueron a campos de concentración sin motivo. El de la paz es un problema de urgencia global que me mortifica. Yo quiero que haya paz en el mundo. Los hombres no debemos defraudar a nuestros hijos y nietos guardando un silencio cómplice de la barbarie. En atención a ello uno mi voz de poeta a las de León Felipe, Pedro Mir, Pablo Neruda; a las de John Donne y Ernest Hemingway y digo “adiós a las armas”, no más guerras, no más aniquilamiento de niños en el  mediano oriente, en Palestina ni en ninguna otra parte.

EP: El amor del gran poeta Pineda también está presente en el poema “Una pequeñísima historia”, donde se puede leer:
Tiene razón la vendedora de flores
estoy loco de amor 
quiero robar tu corazón…
abre ya ese corazón
mira que es fría la noche y no siempre el café está caliente.
EP: ¿El café caliente representa de algún modo el amor en todas sus variantes?
Si. El libro No Siempre el café está caliente es un libro de amor,  conectado desde el principio por un hilo común que es el café. Me conecta con los afectos familiares, con el amor de mis dos madres y con uno de los poetas que marcaron mi camino literario, Nazim Hikmet; cuando estuve preso en Chile  decía de memoria sus poemas en el Estadio Nacional, especialmente este:  …”El pan alcanza para todos/menos para la inmensa humanidad”.
Y este otro: “El pan no siempre es fresco/no siempre el café está caliente/a veces falta el azúcar”.  Quise hacerle un homenaje a ese poeta turco amigo de Pablo Neruda por lo que significó en mi toma de conciencia. Y es un dialogo, una conversación con una mujer que escucha; el poeta dice sus verdades y la mujer escucha sin contestar, observa.

EP: El poema “La poesía” es de caudales universales y titánicos, una celebración de enorme belleza, cuando se lee, por ejemplo:
Los que no creen ni en Dios
dicen que la poesía no sirve para nada.
pero ¿cómo no va a servir
si con ella me alimento todos los días?…
¿La poesía podrá cambiar algún momento el mundo y transformarlo más humano y solidario?
No, la poesía es tan útil como el pan, la sal y el agua, pero no cambia el orden establecido. Lo cambian los pueblos cuando se dan las condiciones históricas. La poesía es una ayuda, eso sí, pero hay que dejarla expresarse. Por eso los poetas debemos romper las mordazas y llevar nuestra poesía al pueblo, no esperar que el pueblo venga a nuestra poesía. Los poetas durante años en américa Latina hemos esperado que el Estado nos patrocine; eso no va a ocurrir porque los poderes dentro y fuera del Estado quieren mantener las cosas como están para preservar sus privilegios; no aceptan un orden nuevo. No, la poesía es conocimiento, es ciencia, es amor y es rebelión; trae un mensaje nuevo y ese es el peligro, proponer una conciencia nueva basada en valores revolucionarios. Yo esto lo aprendí con los poetas de la generación de Post Guerra en República Dominicana, con las voces de Mateo Morrison, Andrés L. Mateo, Tony Rafúl, Miguel Alfonseca, René del Risco, Juan José Ayuso; Manuel del Cabral en “La isla ofendida”…y un compañero, Danilo Pérez, que me llevaba de la mano a la poesía universal. Esos poetas tiraron la poesía a la calle, a las universidades, liceos, a los  barrios donde vivían los obreros; y son estos, los obreros, los únicos que pueden hacer variar el curso de la historia. La poesía funciona como herramienta de consciencia.

EP: ¿Quién mató a Narcisazo esconde quizás un desencanto del poeta a este mundo avasallado por medios informativos que sólo responden al poder?
Ese poema es un desahogo; nació para hacer salir la indignación por el silencio y por el monopolio que cobija a los medios de comunicación; dos o tres individuos, o compañías, son los dueños absolutos de los medios; los otros medios están en manos de las iglesias; para la cultura no hay medios, las ondas hertzianas están ya congestionadas y las maquinarias de impresión muy costosas; “la cultura no nos importa”.
Los opinantes y los noticiarios se pautan a partir de lo que piensan CNN y otros medios de gran alcance filtrados según el interés de los que mueven los hilos.  Ante ello encuentras que la sociedad, las comunidades, los estudiantes, los obreros, el pueblo, no tienen quien represente la puesta en escena de la verdad sin tapujos ni temores.  Cuando la humanidad está sometida y humillada el poeta no puede…no debe, voltear la cara y cantar la belleza de la hoja verde del verano; el mismo Nazim Hikmet dijo:    “Un poeta ligado al progreso de la humanidad debe crear obras de arte verdaderamente dignas de ese nombre. Sus poemas deben ser, por una parte, comprensibles para el pueblo, incluso si es analfabeto…”
Una noche Narcisazo, profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, afamado autor de décimas políticas, dramaturgo, periodista y poeta, salió del Aula Magna tras pronunciar un discurso en el que dijo que “Joaquín Balaguer era el político más corrupto y perverso de América Latina” y nunca más regresó a su casa, fue el 26 de mayo del 1994, todavía lo están buscando. Un supuesto amigo dijo que se había suicidado pero el cadáver no apareció. Los medios de comunicación olvidaron el caso. La Corte Interamericana de los Derechos Humanos emitió una sentencia contra  el Estado dominicano;  en el momento del hecho el jefe del Estado era Joaquín Balaguer  a quien posteriormente el Congreso Nacional condecoró declarándolo “padre de la democracia dominicana”.  Y lo demás es silencio. A eso alude esta elegía que es como un grito. No hay desencanto en mi poema porque soy hombre de convicción, creo en el futuro y digo con Salvador Allende: …se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre digno para construir una sociedad mejor.

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