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jueves, 4 de agosto de 2022

LA MAGIA EN LA METAPOESÍA DE IKE MÉNDEZ


No sé; hay magia en la metapoesía de Ike Méndez; el suyo es de un decir intenso que, ganando en colorido, se aho- rra palabras; signos de puntuación como el punto y la coma son, a veces, suprimidos, también artículos, de la misma que deja colar un pensamiento simple y cotidiano que, al mismo tiempo, por su contenido trascendente, nos coloca en el cen- tro de un universo en que nunca deja de lagrimear la eternidad en los ojos del mundo.

No obstante domeñar la estructura del poema clásico, donde el poeta nos deja una historia al mismo tiempo que va hilvanando ingeniosamente los versos de cada estrofa, apre- hendiendo con eficacia suma el ser complejo antológico del objeto poético un poema que precisamente se titula Postu- mismo.

En Ser de emociones, metapoema, se nos define Ike Mén- dez, al decir:

Cazador soy de sensaciones/

del esplendor del deseo/

desde pupilas hieráticas/

desde siluetas de matices enconados/

Ruptura del Semblante

9


Ike Méndez

desde la emboscada de un Ángel de papel/ desde emisiones sutiles/

hasta los jeroglíficos del viento

Ser de emociones, metapoema, nos habla de huellas de senderos anónimos/

del zohar

y termina sublimándonos en la última estrofa, cuando dice:

Percepción de simples realidades/

en su acaecer de cosas todas/

presentes sucesivas/

decursando siempre hacia refugios de desolaciones

Es decir, que la metapoesía en ike Mendez tiene la magia de introducirnos de soslayo en la historia del mundo, a partir de ejemplos sencillos, como “percepción de simples realida- des” que son como el meollo, que sirven de conducto, en su decir original y sin valerse de la retórica clásica, la cual co- noce sobremanera, por donde las “cosas todas” que acaecen, “presentes sucesivas”, pues la realidad nunca cesa, como el tiempo es sucesivo, y entonces va “decursando siempre hacia refugios de desolaciones”, porque la humanidad parece retro- ceder cuando ha alcanzado cierto grado de civilización, y es por eso que el poeta vuelve al pasado, detrás de esas “simples realidades” que percibe que aun hoy son “presentes sucesi- vos”, que, por tanto, son significativas, como parte de nuestra identidad nacional que no puede estar, en modo alguno, por cierto, desconectada del sentir de la bolita del mundo.

Abraham Méndez Vargas

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