Buscar este blog

miércoles, 1 de agosto de 2012

Haitianos bailan en la calle en Carnaval de las Flores




Medio millón de haitianos bailan en la calle en Carnaval de las Flores 

"Un pueblo golpeado por la pobreza y las tragedias naturales y políticas, que quiere salir adelante"

Ese es, el hermano pueblo haitiano, se muestra alegre en sus fiestas. Su ritualidad está llena de colores, Sus festejos los celebran bailando. A veces concilian sus tragedias y sus desgracias con el ritmo de sus gentes que olvidan su angustioso drama. El Carnaval de las flores es la cara alegre del terremoto que sembró a miles de haitianos que en ese momento, el carnaval funerario de flores negras llenaron de muerte y dolor el rostro de ese sufrido y batallador pueblo.


 En ocasión del terremoto en Haití, escribí algo sobre este triste fenómeno. Es aquí un fragmento. l El pueblo haitiano vive la más grave angustia de su historia:
El llanto caminas con pies de gigante en cada cuerpo que languidece en los caminos de suelos agrestes .El llanto es un rosario de calamidades que cabalgan como luciérnagas en las noches sombrías y en el desconcierto de los poblados de niños que claman en el abandono la herencia de las injusticias ancestrales.

Puerto Príncipe está convertido en polvos y lágrimas que bañan los rostros que deambulan buscando bajos los escombros seres queridos. En Puerto Príncipe parece que el llanto permanece y se abraza con su tragedia, triste pueblo que constantemente escribe su historia con sangre y llanto y así lo expresaba su poeta, Jacques Viau '' Nada permanece tanto como el llanto ''

Llanto que golpea la conciencia, llanto de hambre de miseria, de abandono, de pobreza. Haití es un pueblo que ha bailado sus glorias en medio de lágrimas, dolor y muertes. Un anatema sombrío siempre lo acompaña, pero se repone y escribe hermosos capítulos de libertad y siempre lucha afanosamente para sobrevivir.

 Muerte, destrucción, hambre...Es un drama humano desgarrante. El terremoto que sacudió a Puerto Príncipe es una tragedia sin precedentes en el vecino pueblo. La sangre llenó de triste color su suelo. La vida despedazada se pierde en un instante inesperado de la furia de la naturaleza. Niños angustiados atrapados en el dolor, jóvenes y ancianos destrozados y sus quejidos de auxilios ahogados por el manto de la muerte, la esperanza se esfuma y el respiro de vida se corta.

En Haití, la muerte camina lenta y despaciosa
en una fúnebre caravana de dolor, lágrimas e impotencias y no hay un camposanto para que la parca muerte, descanse en paz, en infinita paz, sin la plegaria rosario de despidida y donde no habrá una señal lapidaria para recordar las almas desaparecidas, aunque sus recuerdos queden como un pedestal o símbolo ignominioso de un drama petrificado en las grutas de los escombros de acero y cemento. Este es el vía crucis de una nación con dificultad para transitar el camino del desarrollo, administrada por los que han causados su abandono, los que han acumulados ‘’ las venas rotas de América’’, al decir de Eduardo Galeano. Este valeroso pueblo, es un ejemplo de intrepidez al momento de sacudirse de los imperios y de los tiranos. Pero lamentablemente con dificultades para coronarse con la felicidad permanente de una nación con capacidad para labrarse su propio desarrollo.

Siempre se ha dicho que Haití es un Estado fallido y en proceso acelerado de colapso y de inviabilidad. ¿Pero que han hecho los que pueden, para evitar este fenómeno vinculado directamente al proceso histórico de formación de la nación haitiana?
La tragedia haitiana, es un clamor que nace de las mismas entrañas de los desaparecidos y un llamado de humanidad para que los corazones de sentimientos nobles crucen las fronteras y dejen allí sus manos bondadosas como un digno y decoroso ejemplo de solidaridad. Las tragedias de los pueblos no tienen colores ni nacionalidades. El terremoto que sacudió al pueblo haitiano puso de manifiesto las desigualdades de nuestros pueblos, excluidos y marginados de las riquezas de las grandes potencias.

Niños y ancianos despedazados en la fragua de la impotencia, estructuras de varillas rodadas al pavimento como livianas hojas de un árbol sacudido por la inclemencia del tiempo es el drama patético y desolador que presenta Haití como resultado de la furia incontenible de la fuerza de la naturaleza.

Quejidos impotentes, voces con sonidos apagados en la oscuridad de los escombros, piernas demolidas y dolor mitigados en la desesperanza es la imagen tétricas de la desesperanza de llantos y dolor que compiten con la llegada de la muerte que espera la caída de escombros en los cuerpos demolidos, en la angustia de la espera para respirar un hálito de vida, o sencillamente, de fugaz respiración para amortiguar la esperanza de la salvación.
El llanto, dibujado de terror, inclemencia, miseria y abandono, parece que caminas con pasos lentos en los hombros de la población haitiana. A veces la tierra de los antiguos esclavos liberados del látigo, llevas las cicatrices del dolor en sus manos y se desborda en el mapa de la inclemencia la tragedia de espantosos episodios que cubren de lutos la vorágine de su anatema. Dolor, sangre y desolación han acompañados la bella historia de los hijos de Toussaint.

En Jacques Vieux la permanencia del llanto se ha convertido en un rosario luctuoso que ha lacrado de esperanza a miles de seres humanos cuyos rostros no tiene presencia en las cifras del desarrollo que planifican los grandes de occidentes. Así es, de los planificadores de occidentes. Haití yace, se mitiga, envejece y el rostro de sus gentes se arruga .Se arruga en el olvido, en el abandono, en el desprecio y en la miseria que caminas con poses cadavéricas en la desolación de la mirada afligida en la ausencia de la esperanza. El drama haitiano ha permanecido angustiosamente en el llanto. Llanto que se refugia en su terreno agreste y desolador. Llanto que no tiene el rocío de la mañana florecida en los arbustos de los campos. Llantos y clamor ahogados en oídos y en manos sin auxilios.
 Haití ha vivido como un mar bravío y tempestuoso. Pero siempre con la mira en el puerto seguro. Mandato ineluctable del destino impide ver la llegada del puerto. Luchas contra las injusticias, vences, muestra su sangre como ejemplo de su amor a la libertad, pero cae en las fauces de la desgracia. Y así lo vemos vencer a imperios y coronarse como ejemplo de libertad en América, rompiendo las garras de la esclavitud destrozando cadenas de oprobios e injusticia.

Resultado de viajes de injusticia, la población haitiana, no renuncia a sus ancestros. Lo redefine en la nueva tierra, renuncia a la práctica europea, amas su origen, lo ritualiza, lo socializa, su mundo de símbolos mágico-religiosos es parte integrante de sus vivencias. Sus luchas sociales están matizadas con sus símbolos religiosos. Macandal represente una etapa de su identidad con sus antecesores. El rito de los tres pañuelos es una valoración de la influencia de la religiosidad como bandera de salvación y de luchas por sus derechos. Macandal simboliza la grandeza del espíritus de los del pueblo haitiana en la etapa previa. para iniciar la marcha de la libertad.
La tierra de los antiguos esclavos nacidos de un viaje sin regreso, ha vivido desafiando las dificultades y la inclemencia de los fenómenos naturales y sociales. Cuando abrazaron el sabor de la libertad, al mismo tiempo sintieron en sus manos lacradas de trabajos y sudor, cómo la sangre caminabas sobre un mapa de inciertas historias de llanto y dolor. Haití ha tenido poco espacio para bailar con alegría la fiesta de su libertad, llanto, muerte y miseria, pintan los colores de su bandera.

La desgracia haitiana es nuestra desgracia. / SOLIDARIDAD. /

La tragedia haitiana, se viste de múltiples matices y colores. Pero el color de la esperanza tarda en llegar, la alegría de la esperanza en las manos de miles de almas que han hecho del llanto su rosario de vida se pierde en el vacío. La permanencia de la angustia brota de sus ojos. Angustia que carga con el rastro de su historia a veces cantada con sonidos de libertad y en ocasiones con la melodía fúnebre de dolor y sangre que como río de aguas desbordadas, bañan su mapa de figura lánguida y desmayada.

El desbordado río Sulie, transportaba como despojo a cadáveres desconocidos, el terremoto, enterró las miradas callejeras y los santuarios de antiguas memorias, el cólera con la cruz de la muerte, entre desmayo y miradas lánguidas perdidas en el dolor angustioso de la muerte, cabrán vidas y aumentan las desolaciones. El cólera da la sensación de ver rostros humanos con imagen de cadáveres vivientes, flagelado en la lejanía interior de la mirada y en el cuerpo disminuido por la muerte que le arrancado el liquida de la vida.
 Que hermoso es ver este contraste del terremoto con el alegre Carnaval de las Flores en Haití.

No hay comentarios: