Dr. Sobieski de León
26 de octubre 2001
Mientras viva crucificada la Esperanza
Que no les deje paz el verano
en su incansable ciclo de estaciones
ni paz le alcance nunca el río a los
migrantes peces de su cauce
Por qué paz ha de tener el caminante
si es su destino caminar hacia la Muerte
Paz no han de albergar los ruiseñores
picando el dulce polen de las flores
ni el trajinar de la abeja en su colmena
ha de alcanzar la paz de sus panales
No permita su paz
la cruel ponzoña
de la avispa que mata y que acalambra
y enroscado en el árbol de la vida
el guardado veneno de la sierpe
destile su venganza duradera
a la maldad del lobo y sus ancestros
No es la paz lo que la vida engendra
ni brota, crece o reverdece en las limpias ciudades
ni la dicha anida en la conciencia
ni el trabajo tenaz nos alimenta
No la razón que esgrimo es establece
Sobre esta precaria redondez
ni el abrazo o el beso clausurado
me toman por asalto
Vuelen los polvos cósmicos de Némesis
esporas que desorbiten los ojos del lagarto
y lo hundan en su prehistórico destino
No los dejen en paz, grite la voz del aire
corten el vuelo a sus halcones
van defecando su pólvora quemante
Y ensuciando las noches estrelladas
No los dejen machar la luz del alba
la clara luz sobre el trigo quemado
sean las bocas sedientas clausuradas
al amarillo maná que el cielo ultraja
Por Dios, por Buda, por Alá
Por quien sea, no se permita
destruir nuestro alimento
No los dejen en paz hasta que el verbo Paz
pueda ser conjugado en todo tiempo
Hasta que en cada jardín o cueva milenaria
no se encienda una luz que sea
La llama establecida que redima
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