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lunes, 14 de noviembre de 2011

Invictus



David Alvarez Martín

En la noche que me envuelve,

negra como un pozo insondable,

doy gracias al dios que fuere

por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias

no he gemido ni llorado.

Ante las puñaladas del azar

si bien he sangrado, jamás me he postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos

acecha la oscuridad con su horror,

no obstante la amenaza de los años

me halla y me hallará sin temor.

Ya no importa cuán recto haya seguido el camino,

ni cuántos castigos lleve a la espalda,

soy el amo de mi destino,

soy el capitán de mi alma.

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