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lunes, 6 de abril de 2015

RAYO DE LUNA DE JOSÉ JUAN BÁEZ FUMERO




                                                                                    José Enrique Méndez

Desde el dominio de la acción y de la contemplación, múltiples han sido las definiciones que han querido abarcar en la definición la actitud vital del Haiku:

            ‘‘La síntesis de la síntesis’’, ‘‘La quintaesencia del lenguaje

Poético’’, ‘‘Una intuición que recoge las sensaciones

 inmediatas’’, como ‘‘Un relámpago que solo algunos poetas,

                                         dotados de una sensibilidad especial, puede ver’’.



Al decir de Rafael Abreu Mejía, el más prolifero cultor del haiku dominicano el haiku es:           

                                                           Un momento de visión

                                                           Enriquecido

                                                           Con la belleza  



Para él, su procedencia de acuerdo a lo expresado por el prestigioso orientalista Samuel Wolpin, ‘‘el haiku como tal es decir el poema de diecisiete sílabas, constituido por tres versos de 5,7 y 5 sílabas, data del siglo XV. Fácilmente se pueden rastrear sus antecedentes, de paso para destacar la influencia de la poesía china sobre la japonesa’’.



En cuanto a la definición del haiku, Sogi (1421-1502) poeta japonés a quien se le atribuye la paternidad de esta modalidad poética, dijo  lo que todo el mundo interpreto como una clara alusión al haiku: ‘‘La poesía expresa momentos de visión’’. Cinco siglos después, estas palabras se harían famosas en el mundo occidental, al ser incluidas en el importante libro de R.H. Blyth ‘‘A history of haiku’’.



Emoción es lo que sentimos al leer la elaboración maravillosa de los haikus de José Juan Báez Fumero, al interpretarlos como acentos de la luz que rescatan el contenido del verbo portador de comunicación.

José Juan Báez Fumero, domina el paisaje, regodeándose en él con libertad, perfumando la realidad del día, con tentadoras interpretaciones, representación de las palabras del escritor y poeta que cultiva los mundos.

                                                                       En el Silencio

De la tierra mojada

Late un lucero

           

En la lectura de ‘‘Rayo de Luna’’, encuentro textualidades en las composiciones, donde en sus partes hay una carga de infinitud, la presencia de una alegría de la naturaleza, mediante interconexión siguiente a un estro. Al final la temporalidad del poema, arriba a ser efluvio.

Es un acaecer donde lo sinestésico rige en parte el principio y donde en la organicidad hay una especie de antagonismo.

                                                           Porque el silencio

                                                           En esta noche oscura

                                                           Habla sin voz               

                       

La calidad poética estructural, logra la unidad interna formal propia del Haiku, la ubicación temporal o espacial del poema, con adecuadas reiteraciones  -fónicas, morfológicas, sintácticas, semánticas, asociadas a la creación cósmica, la otra, el impacto deslumbrante, de su poesía rica en sutilezas carente de artificios.

En el aspecto temático, su personaje es la luz, la luz del rayo que le permite ver el agua, la luz de las palabras, canción que entona desde la recogida de Octavio Paz, y Jesús Tomé, autor de ‘‘El Haiku, una aproximación a sus dificultades’’, publicada en Borinken isla que les vio nacer y crecer.

                                                                       Azul y plata

                                                                       Sobre el río dormido

                                                                       ¡Brilla la luna!



La exhortación a unirnos a la voz de luz, en largo recorrido, atravesando sonidos, el viento que calla armonioso sobre la tierra mojada, los rayos de la luna se transforman posando brillante sobre el rio dormido sobre el roble florido, en la copa del pino, sobre el valle dormido.



                                                                       Todo calla

                                                                       Ante la luz naciente

                                                                       De la mañana



Y en efecto, analizando los textos del poeta, vemos con gran profusión, en sus adentros, lo vivencial de su alma, la sensibilidad, la humildad y sinceridad propia de los grandes seres humanos.

El escritor es un artesano del verso. En su ‘‘aproximación primera al haiku’’, sus lienzos de colores, son palabras perfectas que nos hablan de caprichos de los rayos de la luna, Sinestesias del gesto de los rayos que sueñan, cobrando vida en el destello reflejo sobre el valle dormido.

El resplandor de las palabras del creador, es cielo estrellado miríadas ‘‘lamparitas’’ que designan con cientos de ojos, dando alcance y dimensión cósmica acusadora a la fecundidad del amor henchido a través de los ojos y la mirada.

‘‘Rayo de Luna’’ es una colección de estelas luminosas, meditación integradora, al viento, rumor, murmullo sobre las honduras del alma, dignidad dual de la filosofía oriental, en el sonido y las voces entre luces y sombra, entre hojas y viento que desvelan dentro del nido escondido, el murmullo que habla al aire entre las ramas.

La oscuridad nunca es espesa gracias a la intensidad espacial, la gloria limpia y tersa con que hace brillar el rostro de comprimido creativo de sus poemas.

Sin caer en la tentación de adoración, el creador de Haiku rinde culto a los caminos de la luz naciente del día, a la blanca luna, al lucero latente, penetrando con su carro de fuego a las profundidades de la noche obscura, resucitando la luz que en ella vive escondida.

‘‘Como el Sol a la niebla en la mañana’’, el autor es poeta Cultural, profeta del Haiku en Puerto Rico, Yauco y desde hoy, en la Republica Dominicana.

El movimiento y la quietud, son fuerzas fundamentales, elementos activos, espíritu que como ‘‘forma poética única’’ asume el escritor borinkano, como canto perdido en un ‘‘intenso de la interpretación de la voz poética a la experiencia física o espiritual’’ que trata de despertar cada noche con un rayo de luna.

Jugando al influjo Qi  (soplo, energía), propio de las sutilezas del oriente, en el capítulo de las hojas y el viento, capta la pasión vital y su correspondencia con las cosas, la permanente ruptura del equilibrio del viento y su poder para hacer resonar.





                                   Columpio de hojas

                                   En el árbol del río

                                   ¿Viento torcido?



            Logra captar del paisaje los ejes invisibles, el maridaje de la luz y el viento, la energía recóndita del macrocosmo, inyectándola con algarabía en su obra:

           

                                   ¡Qué buena suerte!

                                   La del viento en la tarde

                                   Bañado de luz!



Rayo de Luna, poesía en comunión con el dinamismo del universo, siendo y estando, eternamente marchando y regresando



                                   En el jardín

                                   De mi inconclusa vida

                                   Hay hojas secas.



                                   Unas las lleva el viento

                                   Otras con él regresan





HORIZONTES                                              

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