Dr. Sobieski De León Lazala(*)
Les habíamos hablado a nuestros estudiantes de las ideas rusas sobre Herencia y Medio Ambiente. Sobre Lamarck y el cuello largo de las jirafas y las patas largas de las aves acuáticas que en su adaptación al medio ambiente (morfología evolutiva) habían adquirido esas nuevas cualidades. Las jira-fas estiraban cada vez más su cuello en su intento de alcanzar las hojas más altas de los árboles, mientras que las aves acuáticas estiraban sus patas para alejar cada vez más sus alas de la superficie impidiéndoles así que se mojaran y le dificultaran su vuelo. Luego, las generaciones posteriores heredarían un cuello largo y unas patas largas adquiridas a fuerza de tesón por sus antecesores. De alguna forma habían metido ese “aprendizaje” en sus genes, en su “genoma” pues ahora, por medio a éstos, heredarían sus descendientes esta condición “estructural”.
Pienso también en los estudios rumanos sobre el tamaño de las generaciones anteriores, que eran más pequeños que las generaciones presentes. En la actualidad los rumanos son más grandes por-que sus padres también lo fueron.
Aquí resalta la tesis rusa materialista dialéctica: “Toda estructura tiene una función, así como toda función influye sobre la estructura”. Estructura y Función forman una unidad dialéctica, la una, in- fluye en la otra y la otra, en la una.
Los hermanos rusos Servetsov, biólogos y embriólogos así como el inmenso Oparin, que a partir de sustancias inorgánicas hizo en su laboratorio una sustancia orgánica que es la base de la materia viva (protoplasma de la célula), aportaron grandemente al tema de la herencia y la evolución de las formas vivientes en el planeta. Ellos completaron a Lamarck y “limpiaron” su teoría del idealis-mo que la inutilizaba, mostrando una concepción objetiva materialista en la relación existente entre la herencia y el medio ambiente.
El lunes 9 de septiembre 2013 una de mis alumnas más inteligentes, Alejandra Mateo Báez, hizo una intervención. Les había estado hablando sobre Inmunología y la “memoria” que tienen ciertas células del sistema inmunológico como los linfocitos “B” que al atrapar un antígeno (una bacteria por ejemplo) no sólo crean un anticuerpo especifico para esa bacteria sino que al mismo tiempo crean una “clona” (un “clon”) que recordará durante toda su vida al “antígeno específico” que la célula que le dio origen acababa de destruir. “Aprendió” y “recordaría” que a ese antígeno había que destruirlo cada vez que intentara entrar a nuestro organismo desde el exterior” no importan-do el tiempo transcurrido.
Un día llegué a la conclusión que no sólo las células nerviosas (el cerebro, órgano dirigente del cuerpo) tenían “memoria”. Se lo comuniqué a mis alumnos. No sabía yo –nunca lo sospeché- que pudiera prender en alguien tan relativamente rápido. Ahora veo que siempre la “idea” de un profesor puede prender en alguien del grupo con mayor o menor celeridad. Esta vez había prendido en Alejandra Mateo Báez, observadora, disciplinada, algo tímida, despierta, inteligente, que siem-pre preguntaba y hacía comentarios muy racionales.
Cómo demonio se pasaba a un organismo una “información”, una “cosa aprendida” en su medio ambiente, específicamente a sus “genes”, para ser transmitida a su descendencia como “nueva cualidad adquirida”, como “nueva función”? Lamarck ya lo había planteado pero sin llegar más allá de la suposición. No importaba que ese organismo fuera unicelular, como cualquier protozoa-rio (ameba, giardia, toxoplasma, balantidium coli) o que fuera un organismo pluricelular como el Hombre (Homo-sapiens).
La tesis (comentario) de Alejandra fue “la memoria celular”, de la que les había hablado a propósi-to de los linfocitos “B” y sus “clones”. Alejandra estuvo brillante en su reflexión. Creo con ella, que la “memoria celular” es la clave. El “eslabón perdido” de Carlos Darwin. De nuevo la Filosofía Mate rialista Dialéctica Rusa tenía razón: “La Función, modifica la Estructura y la Estructura la Función”. Toda determinada estructura, tiene una determinada función. Pero la “función” en nuestro orga-nismo es “el trabajo” de cada célula organizada en tejido, en órgano, en sistema de órganos que forman los niveles estructurales de nuestro cuerpo. Y “el trabajo”, modifica con el tiempo o pue-modificar la “estructura” de nuestro cuerpo.
Federico Engels sostiene que “la mano, es el órgano de trabajo del organismo y fue lo que desarro-lló al cerebro” . Fue lo que transformó definitivamente “al mono en Hombre”. Eso sostiene el filó-sofo Federico Engels.
“Todo fluye”, “todo vive cambiando” enseñaba a su vez desde la Antigua Grecia el viejo filósofo Heráclito. Y Demócrito, desde la misma antigüedad enseñaba que “todo lo que existe es Materia o proviene de la Materia”. Más tarde y cercano a nuestros días (siglo XVIII), Lavoisier el francés del período de la Iluminación francesa defendió con razón: “En la Naturaleza, nada se crea, nada se pierde, todo se transforma”. Hasta el Amor, cualquier tipo de Amor agregamos nosotros, proviene de la Materia. ¡Y también puede transformarse para bien o para mal! . De esa materia atormenta-da que nos cantara el poeta Walt Whitman, “el arquitecto de América”. Tenía razón Carlos Marx: “Los griegos, seguirán siendo por siempre, nuestros maestros”.
(*) Cirujano General y profesor universitario de Ciencias Morfológicas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) Centro San Juan de la Maguana.
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