Por
Wilson Roa.
Una
vez escuché decir a mis profesores de la universidad que “La cultura es el alma
de los pueblos, […] es medio y fin del desarrollo humano, […] y que una
verdadera revolución es producto de la cultura y las ideas”.
Las
frases anteriores sugieren que el desarrollo de los pueblos se encuentra
estrechamente vinculado a su cultura, la cual es entendida como conjunto de
manifestaciones materiales y espirituales que caracterizan a los grupos
humanos. Por eso, quienes desean y trabajan por el desarrollo de nuestros
pueblos, deben participar activamente en su gestión.
Los
pueblos más desarrollados son aquellos que han alcanzado un mayor nivel de
desarrollo cultural, es decir, un mayor nivel de acceso o participación de las
personas en la vida cultural. Estos países han creado un conjunto de
condiciones favorables para los procesos de involucramiento de la gente en
actividades que tienen significado para sus vidas y las del colectivo social a
que pertenecen. La efectividad de esta participación fortalece el sentido
de pertenencia de la gente a su propio grupo humano: su identidad.
Las
estrategias más efectivas para la participación cultural generan sensibilidad y
reflexión crítica sobre el contexto histórico y social en que se desenvuelve la
vida de los sujetos y del pueblo; contribuyen a la organización y el
fortalecimiento del tejido de las relaciones sociales; favorecen el desarrollo
de conocimientos, habilidades y valores; y generan escenarios de amplia
participación del colectivo, integrando elementos de la cultura local,
regional, nacional e internacional.
EL
CARNAVAL.
El
carnaval es una manifestación cultural festiva en donde se recrean expresiones
auténticas o representativas de los grupos humanos. A través de este, la
población tiene acceso a las manifestaciones de la cultura local y universal,
constituyéndose en un medio para la educación social. La diversidad es una
característica distintiva en dicha manifestación.
No
existe un único carnaval. En primer lugar encontramos uno que se manifiesta de
forma libre y espontánea. Lo vemos cuando los niños improvisan mascaras de
cualquier material adornadas con accesorios coloquiales, construyendo fuetes
con correas viejas, utilizando algunas ropas viejas complementadas con hilos de
saco para salir a las calles del barrio con esta simple indumentaria. Los miles
de practicantes de esta manifestación crean el ambiente más auténtico de fiesta
y mascarada durante una época específica del año.
Por
otro lado, en el mismo contexto encontramos un carnaval pensado, planificado y
controlado por un grupo de gestores culturales que se organizan para tales
fines. A este último van dirigidas estas consideraciones.
CARNAVAL:
SENSIBILIDAD Y REFLEXIÓN.
El
carnaval genera en los participantes sensibilidad y reflexión crítica sobre el
contexto histórico y social en que se desenvuelve la vida del pueblo.
Para
las grandes masas de la población, el gran atractivo del carnaval es que, ante
todo, se trata de una fiesta. El espectáculo de colorido, música y movimiento
es el poder que les convoca. Para los comparseros, además de la fiesta, están
los premios. Las premiaciones son inversiones que estimulan la motivación de la
gente para integrarse en grupos festivos (comparsas) incrementando así su
participación.
Los
carnavales cuidadosamente pensados, definen renglones o categorías en los
cuales deberán participar las distintas comparsas. Dichos renglones no se
escogen al azar, cada uno de estos se corresponde con aspectos específicos de
la cultura que interesa preservar, recrear y promover.
Por
eso, los participantes que deseen obtener premios, deberán elaborar comparsas
relativamente alineadas a los criterios de dichos renglones. El proceso de
construcción del concepto empuja a los comparseros a obtener información acerca
del tema que han escogido para su comparsa. Esta es la puerta de entrada al
proceso de investigación del contexto social e histórico de nuestro pueblo.
Este elemento representa uno de los aportes más significativos del carnaval a
las nuevas generaciones.
Hoy
día observamos una gran cantidad de jóvenes carnavaleros, estudiantes y no
estudiantes, revisando fuentes bibliográficas, realizando entrevistas,
visitando lugares históricos, revisando y analizando manifestaciones culturales
y hechos del pasado y el presente. Dichas investigaciones responden preguntas
conducentes a valoraciones críticas de la historia y el contexto actual,
permitiéndoles identificarse o rechazar versiones construidas a lo largo del
tiempo. Al final de este proceso, las comparsas son diseñadas con una visión
crítica del proceso histórico, reflejando su versión de la realidad social.
Esta visión crítica se manifiesta en la riqueza expresiva de la comparsa,
siendo promovida hacia su destinatario final: el público que se reúne en la
plaza. Es así como el carnaval genera en los participantes sensibilidad y
reflexión crítica sobre el contexto histórico y social en que se desenvuelve la
vida del pueblo.
Durante
los años 70´ y 80´, la República Dominicana vivió un importante proceso de
participación cultural. La población más joven se integró en clubes deportivos
y culturales, espacios que les permitieron tener un profundo conocimiento sobre
el contexto histórico y social de la dominicanidad. Como resultado, la gran
mayoría de los líderes de aquellos clubes se convirtieron en los líderes
sociales, políticos, religiosos y educativos de las generaciones siguientes.
Ante
la decadencia del modelo de los clubes, existe un profundo interés de los
dominicanos por encontrar espacios que permitan a las nuevas generaciones estas
aproximaciones a la historia y el contexto social. Hoy día, el carnaval nos
presta esa oportunidad, en un amplio abanico de posibilidades.
CARNAVAL
Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.
El
carnaval contribuye a la organización y el fortalecimiento del tejido social
comunitario.
Ya
sabemos que una organización es un conjunto de elementos relacionados entre sí
para la consecución de un objetivo determinado. El proceso de construcción de
comparsas de carnaval es un genuino espacio de construcción de relaciones
humanas. Teniendo como eje la fiesta o el premio (o ambos a la vez), algunos
miembros de una comunidad se reúnen con el interés de participar en las actividades
del carnaval.
Hemos
observado que uno de los modos más comunes a través de los cuales los jóvenes
de un barrio se organizan en una comparsa es como sigue. Durante las etapas
iniciales, un pequeño grupo elabora la idea básica y luego amplían la cantidad
de participantes hasta completar el grupo deseado. Para garantizar su buen
funcionamiento, el conjunto suele escoger un equipo de personas que liderará la
realización de los trabajos. Este equipo líder puede ser o no establecido
formalmente como una directiva, lo real es que existe y el conjunto lo reconoce
y respeta como tal. Este reconocimiento y respeto suele definirse por el rol
que cada uno de ellos desempeña en la concepción y desarrollo de dichos
trabajos, legitimando así el liderazgo interno: función clave de toda sociedad.
Para
la construcción de la comparsa, los participantes buscan un lugar que les
permita trabajar cómodamente, manteniendo sus producciones en secreto para el
público en general. La idea de “secreto” incrementa el sentido de cohesión y
pertenencia de los miembros del grupo. El lugar más común para este tipo de
trabajo suele ser el patio de alguna de sus casas, con paredes periféricas que
les proteja del acceso colectivo y un techo o lona que les cubra de los
factores ambientales. Este lugar se afianza como el domicilio de la
organización: el taller.
En
el taller de carnaval, las jornadas de trabajo constituyen espacios de
socialización formal e informal. Para la socialización formal, los jóvenes
suelen organizarse en equipos de trabajo con metas de producción de caretas y
accesorios muy concretos, lo que les permite enfocarse en resultados. La
socialización informal se manifiesta en la relación amistosa, los cuentos, los
chistes, las bromas, el apoyo a los amigos, el locrio y la espaguetada
nocturna, en un espacio lleno de música, formas creativas y colores llamativos.
Aquí se genera el acercamiento personal, fortaleciendo el sentido de
pertenencia de los individuos al grupo. El taller es el espacio de
socialización más importante de la comparsa, y por tanto, una gran oportunidad
para el abordaje sociológico.
Esta
relación va más allá de los miembros del grupo. Al realizarse en el patio de
una de sus casas, la familia anfitriona tiene la oportunidad de brindar una
observación directa y permanente al grupo. Igualmente, los demás padres y
madres encuentran la ocasión para juntarse en el taller a compartir un café o
limonada mientras observan trabajar al grupo de entusiastas. El barrio
encuentra un nuevo motivo para relacionarse, pues dicha actividad se convierte
en un orgullo de todos: indicador de fortalecimiento comunitario.
Generalmente,
cada comparsa añade al suyo el nombre de su barrio o pueblo. El día del
desfile, cada comparsa tiene garantizado su propio público, quienes se vuelcan
hacia la plaza de la ciudad en su apoyo. Hay un sentido de pertenencia en
cuerpo y mente del barrio hacia la comparsa. Ganar o perder en el certamen es
motivo de felicidad o tristeza, desde el líder de la comparsa hasta el más
humilde de los vecinos del barrio piensa, siente y cree en su equipo. Esto se
presenta de igual forma con las comparsas que representan al pueblo en los
desfiles nacionales.
Como
se observa, las comparsas son mecanismos de participación activa de la
población en la vida cultural y, al mismo tiempo, medios a través de los cuales
se crea, difunde y preserva la identidad cultural de los pueblos. El carnaval
es la manifestación más rica y diversa de la cultura popular dominicana y
contribuye eficazmente a la organización y el fortalecimiento del tejido social
comunitario.
EL
CARNAVAL Y EL DESARROLLO DE CAPACIDADES.
El
carnaval favorece el desarrollo de conocimientos, habilidades y valores para la
vida. Ya hemos visto como el carnaval favorece el conocimiento del contexto
histórico y social, a través de la investigación social participativa. Dichos
conocimientos son incorporados como rasgos característicos en las comparsas que
participan en renglones específicos, a través de procesos de construcción
colectiva, caracterizados por valores solidarios, creativos y competitivos.
Dichas comparsas transfieren su enfoque de la construcción histórica y social a
las nuevas generaciones al ser recreadas ante el público, al tiempo que
retroalimentan a las generaciones que ya poseen dicho conocimiento. Además de
esto, a lo interno de la comparsa existe un proceso de apropiación y
transferencia de conocimientos, habilidades y destrezas de tipo técnico.
La
construcción de comparsas demanda la realización de tareas especializadas que
requieren la colaboración de personas con conocimiento en dichas áreas. El
dibujo de conceptos, la construcción de moldes de barro, el replicado de las
figuras, la pintura de caretas y accesorios, la construcción de disfraces, la
propuesta musical y coreográfica de la comparsa son tareas que demandan el
liderazgo de alguien que sepa de cada tema.
Si
los integrantes de la comparsa tuviesen que pagar por cada una de dichas
tareas, el proyecto se tornaría financieramente insostenible. Además, pondrían
todo el trabajo a merced de gente que no tiene el mismo compromiso de calidad y
tiempos que los miembros del grupo. Por esta razón se generan los aprendizajes
horizontales. Este aprendizaje se da por modelaje, observación, ensayo y error.
Por
ejemplo, es común observar que en las comparsas nuevas hay un caretero, es
decir, la persona que lidera el proceso de construcción del molde, replicado y
ensamblaje de las caretas. Cuando este empieza a trabajar en el molde de barro,
los demás suelen quedarse observando el proceso de construcción. Otros se
atreven a tomar un trozo de barro y empiezan a experimentar en un lugar aparte,
por temor a la burla de los demás. Unos pocos tocan la misma masa que el
caretero principal, hacen preguntas, colaboran en el tratamiento de la masa de
barro, hasta llegar el momento en que el caretero les confía la construcción de
alguna pieza o parte específica del molde de la careta.
En
todos los casos existe un proceso de modelaje, observación,
experimentación-error, y perfeccionamiento de la técnica. Mucho después de que
se ha definido el molde de la careta principal, los más entusiastas siguen
experimentando con barro hasta perfeccionar la técnica y definir su estilo
propio de trabajo. Estos grupos generalmente terminan con más de un caretero.
El taller de carnaval también se convierte en un espacio de transferencia
horizontal de capacidades, tan eficiente como las mejores escuelas de
capacitación técnico-vocacional.
Igual
pasa con las demás tareas del proceso creativo. Muchos jóvenes que ingresan a
esos talleres ignorando todo el proceso de creación, terminan desarrollando sus
habilidades para el dibujo, escultura, pintura, soldadura, sastrería,
decoración, coreografía, edición musical, entre otras. Lo más importante de
esta transferencia es que tienen una repercusión directa en el desarrollo
cognitivo, afectivo, psicomotriz e interactivo de los participantes:
capacidades para la vida. Al mismo tiempo, son habilidades muy concretas
aplicables a los procesos de producción, permitiéndoles insertarse en el mundo
laboral con más facilidad.
En
el taller, cada participante aporta, aprende y perfecciona algún tipo de
habilidad. El crecimiento y sostenibilidad del carnaval dependen de las
capacidades de las personas para convertir las ideas en productos culturales
que reflejen nuestra identidad.
CARNAVAL:
PARTICIPACIÓN Y COHESIÓN SOCIAL.
El
carnaval genera escenarios de amplia participación del colectivo, integrando
elementos de la cultura local, regional, nacional e internacional.
Los
desfiles de comparsas son formas, aunque no las únicas, de celebrar los
carnavales. En esencia representan espacios de socialización que permite a la
población mayor acceso al disfrute de la vida cultural. Se trata de una
auténtica manifestación escénica donde converge una multiplicidad de elementos
y actores, cada uno de los cuales juega un papel protagónico para el éxito del
espectáculo.
Algunos
elementos que hacen posible el espectáculo son: la ciudad anfitriona, la
jurisdicción territorial del certamen, la fecha, el equipo organizador, el
financiamiento, las reglas del proceso, la publicidad, los talleres de
producción, el escenario, el ambiente festivo, la música, los renglones, el
desfile, el jurado, el público, la seguridad y el orden, el apoyo logístico, la
limpieza del espacio, las premiaciones y reconocimientos, la evaluación,
rendición de cuentas, entre muchos otros.
Dichos
elementos se conjugan a través de un proceso de gestión social para crear el
más dinámico espacio de participación cultural. Allí confluyen los jóvenes y
los no tan jóvenes de ambos sexos, los vecinos de múltiples sectores, las
autoridades municipales y del gobierno central, el sector empresarial, los
gestores culturales locales, los investigadores de la cultura, los visitantes
de otros pueblos del país y del extranjero, entre otros. Todos somos parte de
la fiesta.
El
carnaval es una manifestación de múltiples valores para el desarrollo cultural.
Es un medio para incrementar la participación de los individuos y el colectivo
en la vida cultural local, regional, nacional y universal.
La
difusión de técnicas y experiencias para la creación de comparsas de carnaval
representa un aporte significativo a la creación, crecimiento, difusión y
sostenibilidad de esa manifestación como espacio de socialización y disfrute de
la vida cultural. Habrá más y mejores desfiles de carnaval, siempre que haya
una inversión eficiente en la instalación de conocimientos y habilidades para
transformar ideas innovadoras o conservadoras de nuestra identidad, en
comparsas que reflejen nuestros rasgos culturales.
Ya
hemos explicado como las premiaciones y la definición de renglones son
elementos de una estrategia para incentivar la participación en aspectos
específicos de la cultura que interesa promover. En las próximas publicaciones
facilitaremos algunos pasos para la creación de comparsas de carnaval enfocadas
a renglones específicos del carnaval de la República Dominicana. Dicha
propuesta se sustenta en la experiencia que nos ha permitido obtener los más
elevados galardones de este certamen de manera reiterada.
Con
la difusión de este material espero motivar una mayor comprensión del carnaval
como herramienta para el desarrollo cultural, y favorecer una participación más
significativa de los comparseros en el carnaval, a sabiendas de que, para
ellos, el carnaval es tanto una fiesta como una competencia. La consigna de
esta competencia creativa revela que quien goza, gana y quien gana, goza dos
veces.
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