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lunes, 20 de febrero de 2017

EL CARNAVAL Y EL DESARROLLO CULTURAL.




Por Wilson Roa.
Una vez escuché decir a mis profesores de la universidad que “La cultura es el alma de los pueblos, […] es medio y fin del desarrollo humano, […] y que una verdadera revolución es producto de la cultura y las ideas”.

Las frases anteriores sugieren que el desarrollo de los pueblos se encuentra estrechamente vinculado a su cultura, la cual es entendida como conjunto de manifestaciones materiales y espirituales que caracterizan a los grupos humanos. Por eso, quienes desean y trabajan por el desarrollo de nuestros pueblos, deben participar activamente en su gestión.

Los pueblos más desarrollados son aquellos que han alcanzado un mayor nivel de desarrollo cultural, es decir, un mayor nivel de acceso o participación de las personas en la vida cultural. Estos países han creado un conjunto de condiciones favorables para los procesos de involucramiento de la gente en actividades que tienen significado para sus vidas y las del colectivo social a que pertenecen.  La efectividad de esta participación fortalece el sentido de pertenencia de la gente a su propio grupo humano: su identidad.

Las estrategias más efectivas para la participación cultural generan sensibilidad y reflexión crítica sobre el contexto histórico y social en que se desenvuelve la vida de los sujetos y del pueblo; contribuyen a la organización y el fortalecimiento del tejido de las relaciones sociales; favorecen el desarrollo de conocimientos, habilidades y valores; y generan escenarios de amplia participación del colectivo, integrando elementos de la cultura local, regional, nacional e internacional.


EL CARNAVAL.
El carnaval es una manifestación cultural festiva en donde se recrean expresiones auténticas o representativas de los grupos humanos. A través de este, la población tiene acceso a las manifestaciones de la cultura local y universal, constituyéndose en un medio para la educación social. La diversidad es una característica distintiva en dicha  manifestación.

No existe un único carnaval. En primer lugar encontramos uno que se manifiesta de forma libre y espontánea. Lo vemos cuando los niños improvisan mascaras de cualquier material adornadas con accesorios coloquiales, construyendo fuetes con correas viejas, utilizando algunas ropas viejas complementadas con hilos de saco para salir a las calles del barrio con esta simple indumentaria. Los miles de practicantes de esta manifestación crean el ambiente más auténtico de fiesta y mascarada durante una época específica del año.

Por otro lado, en el mismo contexto encontramos un carnaval pensado, planificado y controlado por un grupo de gestores culturales que se organizan para tales fines. A este último van dirigidas estas consideraciones.

CARNAVAL: SENSIBILIDAD Y REFLEXIÓN.
El carnaval genera en los participantes sensibilidad y reflexión crítica sobre el contexto histórico y social en que se desenvuelve la vida del pueblo.

Para las grandes masas de la población, el gran atractivo del carnaval es que, ante todo, se trata de una fiesta. El espectáculo de colorido, música y movimiento es el poder que les convoca. Para los comparseros, además de la fiesta, están los premios. Las premiaciones son inversiones que estimulan la motivación de la gente para integrarse en grupos festivos (comparsas) incrementando así su participación.

Los carnavales cuidadosamente pensados, definen renglones o categorías en los cuales deberán participar las distintas comparsas. Dichos renglones no se escogen al azar, cada uno de estos se corresponde con aspectos específicos de la cultura que interesa preservar, recrear y promover.

Por eso, los participantes que deseen obtener premios, deberán elaborar comparsas relativamente alineadas a los criterios de dichos renglones. El proceso de construcción del concepto empuja a los comparseros a obtener información acerca del tema que han escogido para su comparsa. Esta es la puerta de entrada al proceso de investigación del contexto social e histórico de nuestro pueblo. Este elemento representa uno de los aportes más significativos del carnaval a las nuevas generaciones.

Hoy día observamos una gran cantidad de jóvenes carnavaleros, estudiantes y no estudiantes, revisando fuentes bibliográficas, realizando entrevistas, visitando lugares históricos, revisando y analizando manifestaciones culturales y hechos del pasado y el presente. Dichas investigaciones responden preguntas conducentes a valoraciones críticas de la historia y el contexto actual, permitiéndoles identificarse o rechazar versiones construidas a lo largo del tiempo. Al final de este proceso, las comparsas son diseñadas con una visión crítica del proceso histórico, reflejando su versión de la realidad social. Esta visión crítica se manifiesta en la riqueza expresiva de la comparsa, siendo promovida hacia su destinatario final: el público que se reúne en la plaza. Es así como el carnaval genera en los participantes sensibilidad y reflexión crítica sobre el contexto histórico y social en que se desenvuelve la vida del pueblo.

Durante los años 70´ y 80´, la República Dominicana vivió un importante proceso de participación cultural. La población más joven se integró en clubes deportivos y culturales, espacios que les permitieron tener un profundo conocimiento sobre el contexto histórico y social de la dominicanidad. Como resultado, la gran mayoría de los líderes de aquellos clubes se convirtieron en los líderes sociales, políticos, religiosos y educativos de las generaciones siguientes.

Ante la decadencia del modelo de los clubes, existe un profundo interés de los dominicanos por encontrar espacios que permitan a las nuevas generaciones estas aproximaciones a la historia y el contexto social. Hoy día, el carnaval nos presta esa oportunidad, en un amplio abanico de posibilidades.

CARNAVAL Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.
El carnaval contribuye a la organización y el fortalecimiento del tejido social comunitario.

Ya sabemos que una organización es un conjunto de elementos relacionados entre sí para la consecución de un objetivo determinado. El proceso de construcción de comparsas de carnaval es un genuino espacio de construcción de relaciones humanas. Teniendo como eje la fiesta o el premio (o ambos a la vez), algunos miembros de una comunidad se reúnen con el interés de participar en las actividades del carnaval.

Hemos observado que uno de los modos más comunes a través de los cuales los jóvenes de un barrio se organizan en una comparsa es como sigue. Durante las etapas iniciales, un pequeño grupo elabora la idea básica y luego amplían la cantidad de participantes hasta completar el grupo deseado. Para garantizar su buen funcionamiento, el conjunto suele escoger un equipo de personas que liderará la realización de los trabajos. Este equipo líder puede ser o no establecido formalmente como una directiva, lo real es que existe y el conjunto lo reconoce y respeta como tal. Este reconocimiento y respeto suele definirse por el rol que cada uno de ellos desempeña en la concepción y desarrollo de dichos trabajos, legitimando así el liderazgo interno: función clave de toda sociedad.

Para la construcción de la comparsa, los participantes buscan un lugar que les permita trabajar cómodamente, manteniendo sus producciones en secreto para el público en general. La idea de “secreto” incrementa el sentido de cohesión y pertenencia de los miembros del grupo. El lugar más común para este tipo de trabajo suele ser el patio de alguna de sus casas, con paredes periféricas que les proteja del acceso colectivo y un techo o lona que les cubra de los factores ambientales. Este lugar se afianza como el domicilio de la organización: el taller.

En el taller de carnaval, las jornadas de trabajo constituyen espacios de socialización formal e informal. Para la socialización formal, los jóvenes suelen organizarse en equipos de trabajo con metas de producción de caretas y accesorios muy concretos, lo que les permite enfocarse en resultados. La socialización informal se manifiesta en la relación amistosa, los cuentos, los chistes, las bromas, el apoyo a los amigos, el locrio y la espaguetada nocturna, en un espacio lleno de música, formas creativas y colores llamativos. Aquí se genera el acercamiento personal, fortaleciendo el sentido de pertenencia de los individuos al grupo. El taller es el espacio de socialización más importante de la comparsa, y por tanto, una gran oportunidad para el abordaje sociológico.

Esta relación va más allá de los miembros del grupo. Al realizarse en el patio de una de sus casas, la familia anfitriona tiene la oportunidad de brindar una observación directa y permanente al grupo. Igualmente, los demás padres y madres encuentran la ocasión para juntarse en el taller a compartir un café o limonada mientras observan trabajar al grupo de entusiastas. El barrio encuentra un nuevo motivo para relacionarse, pues dicha actividad se convierte en un orgullo de todos: indicador de fortalecimiento comunitario.

Generalmente, cada comparsa añade al suyo el nombre de su barrio o pueblo. El día del desfile, cada comparsa tiene garantizado su propio público, quienes se vuelcan hacia la plaza de la ciudad en su apoyo. Hay un sentido de pertenencia en cuerpo y mente del barrio hacia la comparsa. Ganar o perder en el certamen es motivo de felicidad o tristeza, desde el líder de la comparsa hasta el más humilde de los vecinos del barrio piensa, siente y cree en su equipo. Esto se presenta de igual forma con las comparsas que representan al pueblo en los desfiles nacionales.

Como se observa, las comparsas son mecanismos de participación activa de la población en la vida cultural y, al mismo tiempo, medios a través de los cuales se crea, difunde y preserva la identidad cultural de los pueblos. El carnaval es la manifestación más rica y diversa de la cultura popular dominicana y contribuye eficazmente a la organización y el fortalecimiento del tejido social comunitario.

EL CARNAVAL Y EL DESARROLLO DE CAPACIDADES.
El carnaval favorece el desarrollo de conocimientos, habilidades y valores para la vida. Ya hemos visto como el carnaval favorece el conocimiento del contexto histórico y social, a través de la investigación social participativa. Dichos conocimientos son incorporados como rasgos característicos en las comparsas que participan en renglones específicos, a través de procesos de construcción colectiva, caracterizados por valores solidarios, creativos y competitivos. Dichas comparsas transfieren su enfoque de la construcción histórica y social a las nuevas generaciones al ser recreadas ante el público, al tiempo que retroalimentan a las generaciones que ya poseen dicho conocimiento. Además de esto, a lo interno de la comparsa existe un proceso de apropiación y transferencia de conocimientos, habilidades y destrezas de tipo técnico.

La construcción de comparsas demanda la realización de tareas especializadas que requieren la colaboración de personas con conocimiento en dichas áreas. El dibujo de conceptos, la construcción de moldes de barro, el replicado de las figuras, la pintura de caretas y accesorios, la construcción de disfraces, la propuesta musical y coreográfica de la comparsa son tareas que demandan el liderazgo de alguien que sepa de cada tema.

Si los integrantes de la comparsa tuviesen que pagar por cada una de dichas tareas, el proyecto se tornaría financieramente insostenible. Además, pondrían todo el trabajo a merced de gente que no tiene el mismo compromiso de calidad y tiempos que los miembros del grupo. Por esta razón se generan los aprendizajes horizontales. Este aprendizaje se da por modelaje, observación, ensayo y error.

Por ejemplo, es común observar que en las comparsas nuevas hay un caretero, es decir, la persona que lidera el proceso de construcción del molde, replicado y ensamblaje de las caretas. Cuando este empieza a trabajar en el molde de barro, los demás suelen quedarse observando el proceso de construcción. Otros se atreven a tomar un trozo de barro y empiezan a experimentar en un lugar aparte, por temor a la burla de los demás. Unos pocos tocan la misma masa que el caretero principal, hacen preguntas, colaboran en el tratamiento de la masa de barro, hasta llegar el momento en que el caretero les confía la construcción de alguna pieza o parte específica del molde de la careta.

En todos los casos existe un proceso de modelaje, observación, experimentación-error, y perfeccionamiento de la técnica. Mucho después de que se ha definido el molde de la careta principal, los más entusiastas siguen experimentando con barro hasta perfeccionar la técnica y definir su estilo propio de trabajo. Estos grupos generalmente terminan con más de un caretero. El taller de carnaval también se convierte en un espacio de transferencia horizontal de capacidades, tan eficiente como las mejores escuelas de capacitación técnico-vocacional.

Igual pasa con las demás tareas del proceso creativo. Muchos jóvenes que ingresan a esos talleres ignorando todo el proceso de creación, terminan desarrollando sus habilidades para el dibujo, escultura, pintura, soldadura, sastrería, decoración, coreografía, edición musical, entre otras. Lo más importante de esta transferencia es que tienen una repercusión directa en el desarrollo cognitivo, afectivo, psicomotriz e interactivo de los participantes: capacidades para la vida. Al mismo tiempo, son habilidades muy concretas aplicables a los procesos de producción, permitiéndoles insertarse en el mundo laboral con más facilidad.

En el taller, cada participante aporta, aprende y perfecciona algún tipo de habilidad. El crecimiento y sostenibilidad del carnaval dependen de las capacidades de las personas para convertir las ideas en productos culturales que reflejen nuestra identidad.

CARNAVAL: PARTICIPACIÓN Y COHESIÓN SOCIAL.
El carnaval genera escenarios de amplia participación del colectivo, integrando elementos de la cultura local, regional, nacional e internacional.

Los desfiles de comparsas son formas, aunque no las únicas, de celebrar los carnavales. En esencia representan espacios de socialización que permite a la población mayor acceso al disfrute de la vida cultural. Se trata de una auténtica manifestación escénica donde converge una multiplicidad de elementos y actores, cada uno de los cuales juega un papel protagónico para el éxito del espectáculo.

Algunos elementos que hacen posible el espectáculo son: la ciudad anfitriona, la jurisdicción territorial del certamen, la fecha, el equipo organizador, el financiamiento, las reglas del proceso, la publicidad, los talleres de producción, el escenario, el ambiente festivo, la música, los renglones, el desfile, el jurado, el público, la seguridad y el orden, el apoyo logístico, la limpieza del espacio, las premiaciones y reconocimientos, la evaluación, rendición de cuentas, entre muchos otros.

Dichos elementos se conjugan a través de un proceso de gestión social para crear el más dinámico espacio de participación cultural. Allí confluyen los jóvenes y los no tan jóvenes de ambos sexos, los vecinos de múltiples sectores, las autoridades municipales y del gobierno central, el sector empresarial, los gestores culturales locales, los investigadores de la cultura, los visitantes de otros pueblos del país y del extranjero, entre otros. Todos somos parte de la fiesta.

El carnaval es una manifestación de múltiples valores para el desarrollo cultural. Es un medio para incrementar la participación de los individuos y el colectivo en la vida cultural local, regional, nacional y universal.

La difusión de técnicas y experiencias para la creación de comparsas de carnaval representa un aporte significativo a la creación, crecimiento, difusión y sostenibilidad de esa manifestación como espacio de socialización y disfrute de la vida cultural. Habrá más y mejores desfiles de carnaval, siempre que haya una inversión eficiente en la instalación de conocimientos y habilidades para transformar ideas innovadoras o conservadoras de nuestra identidad, en comparsas que reflejen nuestros rasgos culturales.

Ya hemos explicado como las premiaciones y la definición de renglones son elementos de una estrategia para incentivar la participación en aspectos específicos de la cultura que interesa promover. En las próximas publicaciones facilitaremos algunos pasos para la creación de comparsas de carnaval enfocadas a renglones específicos del carnaval de la República Dominicana. Dicha propuesta se sustenta en la experiencia que nos ha permitido obtener los más elevados galardones de este certamen de manera reiterada.

Con la difusión de este material espero motivar una mayor comprensión del carnaval como herramienta para el desarrollo cultural, y favorecer una participación más significativa de los comparseros en el carnaval, a sabiendas de que, para ellos, el carnaval es tanto una fiesta como una competencia. La consigna de esta competencia creativa revela que quien goza, gana y quien gana, goza dos veces.

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