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martes, 26 de marzo de 2013

NUESTRO CREDO HISTORICO


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Salmo dominicano (J. Reynes)


Espíritu Supremo de los antepasados,
Señor Grande que vives en el cielo,
y haces salir el sol, diariamente,
sobre nuestro mar
como una torta de casabe
sacada del horno..... 

¡ESCUCHA la invocación que te dirigimos
desde las sombras de nuestra historia,
desde esta tierra pequeña y aislada,
quemada por el sol del trópico y sedienta,
pero resistente como un farallón
a las inclemencias del viento y oleaje!
A Ti llamaban los taínos con mil nombres,
en tu honor bailaban sus areitos
y se montaban en la cohoba
para llegar a Ti ... 

A Ti clamaban los negros
encadenados en el vientre de los galeones,
murmurando extraños y prohibidos rezos ... 

De Ti predicaban los castellanos,
con sus pendones mágicos,
en un idioma incomprensible,
porque negaban con la espada
lo mismo que afirmaban con la cruz. 

Y Tú ESCUCHASTE desde el alto cielo
tantos clamores diversos de tus hijos e hijas,
y en la evangelización del Nuevo Mundo
revelaste tú verdadero Rostro de Yahve
liberador, Defensor de los oprimidos,
Padre de Jesucristo Salvador.
«Iyi aya bombé», gritó Hatuey,
antes muertos que esclavos.
Y «como por esclavos los tuviesen
y en mayor menosprecio que si fueran
estiercol de la plaza»,
cuando el cacique Guarocuya
se rebeló en el Bahoruco,
Tú te pusiste del bando de Enriquillo;
y cuando Lemba se echó al monte
Tú te hiciste cimarrón
con todos sus negros ...
Enviaste PROFETAS, como los dominicos
que levantaron su voz
en el desierto de esta isla,
y amenazaron a los encomenderos
con el infierno ...
Así la fe impuesta a golpe de espada
fue purificada con la fe del Crucificado,
con el sufrimiento de los cristos
azotados, abofeteados,
crucificados, en los indígenas ...
Del mestizaje de estas tres sangres,
mezclada con la tierra del suelo americano,
de la sangre de conquistadores
y conquistados,
Tú hiciste un Pueblo Nuevo
de nosotros, que no éramos pueblo,
sin padre ni patria reconocidos.
Tú lloraste cuando partieron nuestra isla,
como el padre Jacob sobre la túnica
ensangrentada por los hermanos.
Los extranjeros se aprovecharon
de nuestra debilidad
para invadirnos una y otra vez ...
y Tú suscitaste DEFENSORES del pueblo,
pequenos enfrentados al gigante extranjero,
y era tu Espíritu quien los animaba ...
En tú Nombre, Dios uno y trino, autor
y supremo legislador del universo,
los primeros dominicanos firmaron
la Constitución de la República.
Pero luego nos olvidamos de nuestro pacto,
y engendramos monstruosos tiranos
de lo peor de nosotros mismos,
que convirtieron la isla en feudo personal
y la sembraron de tumbas y de mordazas.
En cada hora, Tú suscitaste
VARONES INTEGROS
como Luperón, «soldado de Capotillo y
prohombre de la Restauración dominicana»;
EXILIADOS como Duarte,
en un pueblo donde
«tan facil es ya pasar del destierro al solio,
como del solio a la barra del senado»;
GUERRILLEROS como Caamaño y los que
«querían derrocar la tiranía y a la vez
dividir la tierra, educar los niños,
alimentar al pueblo, levantar hospitales,
crear el Estado ... »
Y cuando los hombres parecían acabados,
Tú levantaste MUJERES dominicanas
como Anacaona, la cacique indomable,
Salome Ureña,
mantenedora de la llama patria,
Minerva, Patria y Teresa Mirabal,
parecidas a ciertas mariposas
incombustibles, libres y memorables.
En los largos años del miedo
y del sobresalto que no cesan,
TE PEDIMOS, Señor,
que no abandones a tu pueblo.
Nosotros estamos dispuestos a pagarte
con la sangre de un periodista
honesto como Orlando,
de una campesina anónima
como mama Tingó,
de los evangelizadores consagrados al reino
como el obispo Panal o el Padre Fantino,
o aquel campesino que preside la asamblea
con las manos llenas de callos ... ,
con nuestras comunidades comprometidas
en la construcción de un pueblo
libre y fraterno ...
Hasta que llegue tu gran día
«en que ya no sea milagro el de la vida ...
Que cada hombre tiene dignidad,
cada mujer sonrisa ...
El día en que estalle la libertad
suprema y soberana».

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Extinciones olvidadas

Extinciones olvidadas
jutía

Todavía no termina el debate entre los académicos que discuten cuánta gente habitaba en las Antillas a la llegada de Colón. Este tema es de interés para los dominicanos porque la isla de Santo Domingo ha sido utilizada varias veces para ilustrar los argumentos.


Algunos dicen que los taínos no pasaban de cien mil personas en 1492, en tanto que en el otro extremo hay quienes han escrito que la población de la isla alcanzaba entonces los ocho millones de habitantes.

La cifra más plausible anda entre 400 y 600 mil aborígenes. Esta conclusión se basa en cálculos demográficos y datos comparados sobre la capacidad de la sociedad taína para producir alimentos con una tecnología agrícola basada en la coa, en la construcción de canteros de tierra (montones, les llamaron los españoles) y en una agricultura de tumba y quema.

Cualquiera que haya sido la cantidad de personas que recibió el impacto de la llegada de los europeos, lo cierto es que casi ningún taíno sobrevivió el choque de la conquista, y ya en 1514, apenas dos décadas después del descubrimiento, apenas se contaron 26,636 indios en toda la isla, los cuales habían perdido toda capacidad de reproducirse, con lo cual la sociedad taína terminó desapareciendo.

Esta no fue la única "especie" que se extinguió a causa de la invasión europea de América. En el caso de la isla Española entraron en extinción muchas especies de animales y plantas mencionadas como abundantes en tiempos coloniales.

Tomemos, por ejemplo, el caso de la jutía. Los cronistas españoles dicen que era un roedor muy común en la isla, pero los perros y gatos introducidos por los conquistadores persiguieron este animal y otros similares hasta dejarlos reducidos a muy pocos reductos en la isla, constituyendo curiosidades zoológicas que crean olas noticiosas cuando aparece algún ejemplar.

Algo similar ocurrió con las iguanas, muy comunes también el el suroeste y noroeste del país, las cuales hoy apenas se observan en estado natural en la Isla Beata, en los alrededores del Lago Enriquillo y en algunos apartados parajes del bosque seco entre Azua y Baní.

A las focas o leones marinos de la isla Alto Velo sólo podemos recordarlos al leer la descripción que hizo de ellos Cristóbal Colón pues esos animales desaparecieron hace mucho más de un siglo. Lo mismo ocurrió con los numerosos cocodrilos que habitaban en la desembocadura del río Yaque del Norte. Los que quedan hoy en el Lago Enriquillo también se encaminan a la extinción.

Mencionemos, por otro lado, extinciones más modernas, como está a punto de ocurrir con la diajaca y el zago, dos peces fluviales que los dominicanos comían en abundancia hace apenas cuarenta años y que han desaparecido de la mesa criolla debido a la introducción de especies foráneas muy voraces que depredan los huevos y las crías de las especies nativas.

Estos dos peces dominaban los ríos de la isla hasta finales de los años 50 del siglo pasado, pero a partir de entonces, y con la introducción permanente de la tilapia nilótica, su población se ha ido reduciendo hasta desparecer casi totalmente en muchos ríos.

Algo parecido, pero por otras razones, ocurrió con la anguila que constituía una importante fuente de proteínas para los dominicanos.

A medida que los dominicanos fueron desarrollando plantaciones arroceras en las tierras llanas del país, o fueron creando granjas de vegetales en las montañas, los agroquímicos utilizados para proteger y elevar las cosechas terminaron contaminando los ríos y canales de riego que servían de refugio a las anguilas y hoy es rarísimo encontrar un ejemplar de esta especie en la parte oriental de la isla.

La construcción de la Presa de Tavera contribuyó a la desaparición de numerosas anguilas pues al construirse ese embalse quedaron en el lago, sin poder regresar al mar, miles de ejemplares que luego fueron pescados y comidos por los lugareños. Algo similar ocurrió en los demás lagos represados que fueron creados posteriormente.

Podemos mencionar también el caso de la cotorra criolla, que ha estado desapareciendo con una velocidad tal que ha sido declarada especie en peligro de extinción, y ya una convención internacional prohibe su comercio y trasiego, tal como ha ocurrido con la cotorra de Puerto Rico, de la cual apenas quedan unos pocos ejemplares viviendo en estado natural.

Las cotorras han tenido dos grandes enemigos. Unos han sido los sembradores y cosecheros de café. Un experto viajero que conocía bien las lomas de la isla, me contó en una ocasión la forma en que los cafetaleros de la región de Polo, provincia de Barahona, mataban las cotorras, consideradas entonces como una plaga.

Los cafetaleros identificaban los grandes árboles que servían de dormitorio a las colonias de cotorras que se agrupaban por millares en un solo árbol, como ocurre hoy con los pericos (muy distintos de las cotorras) que los capitaleños pueden contemplar en el jardín del Hotel El Embajador.

Con hachas los cafetaleros adelgazaban el tronco del árbol para debilitar su resistencia. Amarraban fuertes lazos de algunas ramas, y llegada la noche, ya bien oscuro, con el árbol cargado de aves, tiraban de las sogas y el árbol caía. Entonces, iluminándose con focos y jachos de cuaba, y auxiliados por una jauría de perros, iban bateando las confundidas cotorras con macanas y palos, hasta no dejar ninguna viva.

En otras partes del país, entre mediados y finales de junio, coincidiendo con las festividades de San Juan, antes de que los pichones aprendan a volar, muchos campesinos saquean todavía los nidos para vender los pichones, muriendo en el proceso más aves de las que logran colocar luego en jaulas.

La paloma coronita también ha desaparecido casi totalmente. Muchos dominicanos cazaban esta ave para comer pues su carne es sabrosa, pero otros, habitantes de pueblos y ciudades que practicaban la caza deportiva, hacían competencias para ver quién mataba más palomas en un fin de semana.

La marca superior de algunos eran dos mil palomas muertas por viaje. Algunos llegaban a las tres mil. El destino de muchas de esas aves muertas eran las pocilgas de cerdos pues los perros de los cazadores no podían comer todo el sobrante. Como les era difícil repartir tantos pájaros cazados, sólo un porcentaje muy pequeño era consumido para saciar hambre humana.

De esto pueden dar fe reconocidos cazadores hoy arrepentidos del daño que hicieron hasta llevar casi la extinción a esta especie que era tan numerosa que un soldado francés que vivió en Santo Domingo a principios del siglo 19 cuenta que las bandadas de esta ave a veces oscurecían el cielo.

Otra especie que ha sido mermada hasta desaparecer de la mirada de los viajeros es el cangrejo rojinegro que hace cuarenta años era tan abundante que en tiempos de migración entre el mar y la tierra teñía literalmente de rojo algunas costas de la isla.

Los que viajaban por la autopista de Las Américas en esa época deben recordar que fue precisamente con la construcción de esta vía que comenzó la desaparición de esta especie en la zona sur de la isla, entre los ríos Ozama e Higuamo.

Muchos dominicanos de cierta edad recordamos las ocasiones en que todo el pavimento de la autopista de Las Américas enrojecía totalmente, mientras los vehículos que transitaban por la vía machacaban cientos de miles de cangrejos en un proceso que a fuerza de repetirse terminó extinguiéndolos totalmente.

Otros cangrejos, como los azules que son favoritos en la cocina criolla, redujeron significativamente su población debido a la recolección masiva que durante años sufrieron por parte de exportadores de "jueyes" a Puerto Rico, a donde los embarques se hacían por docenas de toneladas en naves que venían especialmente al país a recoger esta mercancía.

He recogido testimonios de los antiguos habitantes de Uvero Alto, entonces un paraje semi-despoblado de Higüey, que recuerdan que hace medio siglo, se anclaba frente a ellos un barco procedente de Puerto Rico, el cual no regresaba a su país hasta que los pescadores no terminaban de llenar completamente sus bodegas de cangrejos.

De la paulatina disminución del lambí también es mucho lo que se puede decir pues las personas que conocen los grandes montones de conchas de lambí acumuladas por los indios en la isla Beata y las costas de Pedernales, desde antes de llegar Colón, saben que el tamaño promedio de las conchas fósiles nunca varía pues los indios sólo pescaban animales adultos.

En esos mismos residuarios que los pescadores republicanos todavía utilizan para descartar las conchas, se observa desde hace más de treinta años el decrecimiento del tamaño de las mismas pues los pescadores dominicanos y haitianos no están permitiendo que la población se reponga, y hoy la industria de lambí de Pedernales descansa en gran medida en la pesca de juveniles, encaminando esta especie a una disminución radical en la isla.

Quedan todavía tortugas Carey que visitan las costas nacionales a poner sus huevos, pero éstas también están en grave peligro y por ello han sido colocadas en la lista de especies cuyo cacería y comercio internacional están prohibidos.

Muchas otras especies animales están en vías de extinción en la isla de Santo Domingo. De ellas y de las plantas que también están desapareciendo se podría escribir varios artículos más. Pero, por ahora, basta.


Autor: FRANK MOYA PONS
Fuente: http://www.diariolibre.com
http://www.cuptboriken.blogspot.com

domingo, 13 de septiembre de 2009

Ritual de la muerte de los indios tainos en Republica Dominicana

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martes, 11 de agosto de 2009

Fortalecer el Sentimiento de Defensa y Protección del Valle Niti y su Círculo de Devoción Taína



Conferencia sobre Pueblos Originarios

Universidad Autónoma de Santo Domingo

11 agosto 2009


José Enrique Méndez


Piedra Ernesto Alvarez (a pluma y tinta)


En retorno insoslayable a nuestros orígenes, la palabra consagrada e impregnada de sentido nos lleva a edificar nuestro pasado prehistórico, a relustrar el animismo en que vivían nuestros ancestros. Animismo donde todo está vivo, es consciente o tiene un alma.


En nuestros pueblos originarios, latía el espíritu que se "encarnaba" en el aire en (el aliento, l'elan vital) y en el agua, elementos fecundadores de las hembras.


Para representarlos, sin embargo, preferimos hacer uso de la piedra, el árbol (la madera) y el fuego, cuya chispa era el alma de la piedra y la madera, en las cuales se resguardaba”.


En el Cacicazgo principal de la isla de kiskeya, la piedra parece ser un eufemismo para designar los pilares que representan sus dioses. La palabra Maguana significa: “la primera de la Piedra, la única Piedra”. Además su diosa madre es Apito, que tiene como significado la “Madre de la Piedra”.

Y “es que la piedra, por su inmediata y aparente vocación de polvo, siendo que de polvo es el hilado de nuestra apariencia, nos saludó primero que el metal en el alba de la existencia”1 , razón por la cual en el registro de los reconocimientos humanos estará presente en la multiplicidad con que está tramada la identidad íntima y colectiva.


En las inmediaciones de Nití, Yucateque aborigen, perteneciente al cacicazgo de Maguana, en las inmediaciones del municipio de Juan de Herrera, existe un Circulo o redondel de piedras, que encierra en su centro un falo pulimentado de piedra, se trata del Centro Ceremonial Taíno, Batey Maguana, centro de operaciones del cacique Caonabó y la reina esposa Anacaona. Es un corral ceremonial de la vida, círculo de devoción taína convertido en signo cargado de significación, desde donde se empezaron a escuchar, en areitos, los latidos de la vida del pueblo del Maguana.


Y es que el Batey Maguana es para los sanjuaneros un Corral de Piedras forjando identidad


El redondel de piedras, la colocación de la gran piedra en su centro, explica el conocimiento de la simetría por la conciencia de los tainos del Maguana, aprendidas quizás de la visión panorámica de las montañas que definen el valle o quizás por la observación de su propio cuerpo.


La simetría del redondel de piedras, genera la satisfacción de una finalidad estética, agradable a la vista.; partiendo de una simple modificación los taínos del Maguana, llegaron a una creación de extraordinario realismo. Realismo que ve en su arte una magia, un ritual, para invocar, para llamar, para comunicarse con sus espíritus ancestrales. Esta puede ser una valida interpretación de la imagen del redondel de piedras.

El Batey, con calzada cercada con lajas de piedra, es un complemento de esas formas espaciales que hoy llamamos plazas y que tenían sentido ritual, por ser punto primordial de reunión y decisión de la sociedad precolombina.

Sir Schomburgh cree que el círculo en su forma original fuera una calzada. Otros sugieren la posibilidad de que representara un santuario. Pero la tradición más aceptada supone que la plaza era usada por los indios para celebrar festividades y juegos y que el cuadrado saliente a que hacemos referencia más arriba, él lugar donde la Reina Anacaona y su corte presidían las ceremonias.


En articulo titulado “La Mitología como Fuente y como Llama que ilumina el Espíritu de la Piedra en la Prehistoria”, el Doctor en Derecho Juan José López Gutiérrez expresa:

“Es más, en el alma de la piedra está el espíritu, valga la redundancia, pero no sólo el espíritu de la piedra sino el espíritu del grupo, de los ancestros, y de la naturaleza que conforma su medio, pues el espíritu de las tribus primitivas animistas animaba -así interpretábamos nuestra realidad, como los niños, no en vano nuestra mente estaba todavía en una fase infantil-; el espíritu, digo, daba vida a todo nuestro entorno natural que incluía no sólo las plantas y animales, entre los cuales nos comprendíamos, sino también los ríos, los árboles, la tierra, las montañas, las piedras...”


La Plaza Ceremonial aborigen de San Juan de la Maguana, merece ser estudiada de manera pormenorizada como ha sucedido con los sitios de Caguanas, en el centro de la isla de Puerto Rico y el lugar llamado el Atajadizo en la provincia de La Altagracia, en la República Dominicana. De igual manera deben ser estudiadas nuestras cuevas ya que los aborígenes del periodo llamado “taíno, utilizaron las cavernas y abrigos rocosos como centro ceremoniales de importancia.

A partir de estas piedras nuestros literatos encuentran la raíz de sus sustancias temáticas. En la memoria están estas piedras, vivas en los parajes del mito, en la inspiración del poeta.

Méntula de piedra (poema)

José Enrique Méndez


Ornamento gris preciado

Pináculo a libre aire
fornido y rollizo

Con resonancia libre megalítica
apretados genes duermen polvoreados
en tú mentón

Asteroide forma congelada
imaginada méntula de piedra

Hay heridas abiertas
en tú memoria genética primordial
en los adentros sedimentarios
que te hizo olvido
adorable fe borrosa
arenilla de estrellas

Veo más que Magma solidificado
vida
libertad fosilizada
estaciones huellas
la cama dispuesta
a polvos de luna
a ritos orgiásticos
al velo incitador
gentil
el amuleto vertedor de fertilidad
de fuerza,
de vida

Veo huellas labradas
de arahuacos
tainos del Maguana
Veo sus
ojos
risas en sus bocas
Veo sus penas

II

“Esa piedra está más viva

En mi amor océano

Cantan y bailan en silencio los muertos

Areítos de piedra en cenizas de llanto[2]

"Yo piedra

Buscándome en los años

TIEMPO, TIEMPO

Desagracia ineludible sin metales…

Yo piedra

Gota a gota forjada identidad"[3]


Por si faltan argumentos y algún escéptico no lo tiene claro todavía, recordamos que el término griego litos significa "piedra"..., pero también "pueblo".

Es por esto que afirmamos que en La llamada piedra de Anacaona, en el redondel de piedras del Batey Maguana, está la vida todo el mundo prehistórico, la vida sagrada y espiritual de los pueblos taínos del Maguana, está lo sagrado, lo tabú, de lo que había que defenderse por su hostilidad, por aplicarse a todo lo relacionado con el espíritu, la muerte, el (re)nacimiento; y el espíritu -que residía en la piedra, en la madera, en el agua, en el aire, en el hálito, l'elan vital.


El conocido Batey de la Maguana es el más grande de todas las Antillas, único en cuanto a sus dimensiones y particularidades, que todavía no han sido estudiadas a profundidad. Es un monumento precolombino de inestimable valor no sólo por su tamaño, sino porque todavía se preserva parte de su estructura, además de ser un símbolo de la identidad sanjuanera. Allí se celebran y recrean tradiciones mágico-religiosas que son distintivas de la región, lo que hace de la zona un santuario religioso para los/as lugareños/as.


Hacemos un llamado a contribuir en la revalorización de la plaza ceremonial y sentados sobre la piedra de Anacaona, icono emblemático de la población actual en el Batey Maguana, fumemos la pipa de la paz, potenciando la concertación intermunicipal para el desarrollo sociocultural y turístico.


Es propósito de la Fundación Guabancex Viento y Agua, auspiciar la reflexión sobre la necesidad de reconocer el patrimonio natural y cultural, tanto material como inmaterial, como responsabilidad no sólo de los poderes públicos sino también y necesariamente del resto de la sociedad.

Elemento esencial este último como verdadero motor y auténtico determinador válido de aquello que debe constituir la memoria patrimonial. Así como constituirse en una invitación a reflexionar, desde una correcta comprensión del patrimonio, sobre algunas posibles vías de participación en la defensa y el cuidado del mismo.

Muchas Gracias.



1 Jorge Luis Morales, en articulo titulado: Ernesto Álvarez: Sabor de Poesía, del libro Ernesto Álvarez Creador, Las Faces de un Artista, Exposición Homenaje (Selección Retrospectiva) página 60

2 Carlos Doorly, Lamento del Behique, Cantos de Cacibajagua, Pág. 13

3 Jorge Luis Morales, en articulo titulado: Ernesto Álvarez: Sabor de Poesía, del libro Ernesto Álvarez Creador, Las Faces de un Artista, Exposición Homenaje (Selección Retrospectiva) página 60

miércoles, 24 de junio de 2009

PRIMEROS EUROPEOS EN SAN JUAN DE LA MAGUANA




Por Julio César Paulino

Antropólogo-Etnomusicólogo

Al Dr. Sobieski de León



Hasta la fecha, todo parece indicar que los primeros europeos que se establecieron en el valle del Maguana, fueron los Frailes Franciscanos Juan de la Duela, llamado el “Bernejo” y Fray Juan de Tisín. Ambos tenían la misión de evangelizar aquellas tierras desoladas por la matanza perpetuada por Colón.


La llegada de estos evangelizadores debió ser a partir del 1496, debido a que, el 1495 fue un año turbulento por el apresamiento de Caonabó, Rey de aquella región (No es cierto que el citado guerrero fuera encadenado con unos grilletes por el capitán español Alonzo de Ojeda como se ha venido diciendo) Este hecho, trajo como consecuencia que Maniocaotex y Mairení, hermanos del famoso prisionero, reunieran unos 80,000 indios

(cantidad que no compartimos con los cronistas), en lo que hoy se conoce como el Corrar de los Indios, y marcharan a incendiar la Isabela para liberar al bravo capitán.


Lamentablemente, este hecho fue frustrado debido a que enterado el Almirante, de lo que se avecinaba, reunió todas las fuerzas de que disponía, y ayudado por cuatro mil indios al mando de Guacanagaríx, derrotó el 25 de marzo de 1495, en la llanura de Esperanza, cerca de Santiago de los Caballeros, a los bravos guerreros del cacicazgo del Maguana ( La Historiografía tradicional dice que esta batalla tuvo lugar en el Santo Cerro de la Vega, y que cuando los españoles estaban perdidos se apareció la Virgen que los ayudó a derrotar a los indígenas. Falso, debido a que la batalla de Santo Cerro nunca existió como tampoco no hubo tal aparición la citada virgen. Esta batalla tuvo ligar a unos 70 kilómetros del Santo Cerro)

Terminada la batalla, Colón cruzó la cordillera central y se internó en el valle del Maguana, incendiando a Niti que era el centro político de la isla y asentamiento de Caonabó, que se encontraba en lo que hoy es Hato del Padre, antiguo Hato de don Francisco de Valenzuela, a unos tres kilómetros al Noroeste del corral de los indios.


Embriagado por la victoria, continuó su orgía de sangre destruyendo y pasando por las armas a todos los poblados que encontró a sus pasos, donde más de 50% de los 20 caseríos que lo conformaban fueron incendiados. De esta matanza, se salvó un niño llamado Guarocuya, conocido con el nombre de Enrriquillo, hijo de Manicaotex a quien Anacaona se lo había llevado al cacicazgo del Jaragua, y quien 18 años después, imitando a su padre y a sus tíos, se alzó en arma contra el dominio español.


Consumado el hecho, comenzó el proceso de evangelización por los citados franciscanos, que se afianzaría a partir de la fundación del primer San Juan de América el 24 de Junio de 1503.

En nuestra próxima entrega daremos a conocer los nombres de las 49 familias que fundaron a San Juan de la Maguana.

sábado, 30 de mayo de 2009

ASENTAMIENTOS INDIGENAS EN EL VALLE DE BANI




(Época pre-hispánica)

Ismael Díaz Melo

Las primeras personas que habitaron lo que hoy se conoce como el municipio de Baní fueron aborígenes de la cultura taína, los cuales se asentaron en diferentes puntos de la geografía banileja.

Baní es un nombre de origen taíno, cuya etimología significa, según algunos historiadores, "padre o abundancia de agua"; esto así, atendiendo a que Ba significa PADRE y Ni significa AGUA en el 1enguaje de los taínos, que dicho sea de paso era una 1engua Arauca.

Baní era un nitainato, una región geopolítica bajo el mando de un nitaíno o cacique de menor jerarquía, que pertenecía al cacicazgo de Maguana, cuyo último cacique fue Caonabo. E1 nitainato de Baní ocupaba el extremo oriental de Maguana, era su limite oeste. Llegaba hasta el río Nizao.

Posiblemente este nombre se le adjudico a1 valle porque aquí reino, según Juan Castellanos, un nitaíno o cacique subalterno llamado "pani" (debió ser Baní, ya que en

la lengua de los tainos no se usa la p), que era considerado como "un varón astuto".

En 1519, en el juicio de residencia de Figueroa se mencionan algunos pueblos de indios que aun quedaban en la isla: "este testigo ha visto un pueblo que esta en Juragua y otros dos que están en San Juan de la Maguana y que en ninguno de ellos hay clérigo ni mayordomo". También añade que hay indios en La Vega. Lamentablemente, el lugar exacto donde estaba ubicado este asentamiento en Baní no fue precisado por Figueroa.

Lo anteriormente señalado pone de manifiesto que Baní fue uno de los últimos reductos indígenas que hubo en nuestra isla, puesto que ya para el 1534 la poblaci6n de indios estaba casi extinta.

Por otra parte, el historiador Bernardo Vega tiene una tesis muy bien documentada mediante la cual asegura que Enriquillo, el último cacique quisqueyano, pasó los días finales de su vida en Sabana Buey y no en Sabana Grande de Boya como se ha afirmado tradicionalmente. Según Vega, Enriquillo y su gente se radicaron en el 1534 en lo que hoy se conoce como Sabana Buey o en sus alrededores, después de terminar sus largos años de sublevación en las serranías de Bahoruco.



La tesis de Vega es contundente, demostrable y creíble. Personalmente creo que es cierta. Sólo tiene un error y es cuando señala que el nombre de "Boya se convirtió en buey entre 1796 y 1846". Ya mucho antes de 1796 hay documentos con el nombre Sabana Buey.

Cassá, por su parte, en su estudio sobre "Los Taínos de la Española", habla de un estilo de hacer cerámicas "denominado Baní, del centro de la isla de Santo Domingo". Estos modelos tienen motivos con figuras antropomorfas y zoomorfas. El decorado consiste en "incisiones punteadas muy toscas". Por sus características pueden ser atribuidos a los subtainos. El hecho de nombrar a un estilo de cerámica con el nombre de Baní pone de manifiesto que aquí se desarrolló un importante enclave taíno.

Algunos tainos que habitaron estas tierras banilejas realizaban cerámicas dentro del estilo chicoide que constituyeron, según el arqueólogo y escritor Marcio Veloz Maggiolo, los de mayor grado de "expresividad en cuanto a formas cerámicas antillanas".

Este estilo corresponde con el estado de desarrollo más alto alcanzado por los tainos. La calidad de los materiales, así como la complejidad y destreza artesanal de este estilo es mucho más elaborada que cualquier otro encontrado en nuestra isla.

En el Museo y Archivo Histórico de Baní son exhibidos algunos objetos precolombinos (tanto taínos como pre-tainos) hallados en la sección de Iguana por los señores Cristian Castillo, Fidencio Ortiz y José Antonio Villalona.

También hay algunas piezas localizadas en El Carretón y Santana por el profesor Luís Ney Barias, y otras ubicadas en La Montería por Cesar González Celado. Todas esas evidencias no hacen más que confirmar la presencia de indios en tierras banilejas.

Las localizaciones de los asentamientos indígenas que hubo en el valle de Baní son muy imprecisas, salvo algunas pocas excepciones donde se tienen sitios perfectamente delimitados. Las exploraciones arqueológicas científicas han sido prácticamente nulas en esta región, según investigadores del Museo del Hombre Dominicano consultados al respecto. Por eso es imposible precisar cuales sitios, donde se tienen noticias de hallazgos arqueológicos fueron habitados antes o después del Descubrimiento. Ha de saberse que muchas comunidades indígenas se mudaron, internándose en las montañas y sitios de difícil acceso, a fin de escapar a la cruel e inhumana persecución a que fueron sometidas por los colonizadores españoles.

Otros sitios donde se han notificado hallazgos de objetos indígenas se mencionan a continuación: en el Matadero, paraje de Honduras al noroeste del municipio de Baní, hay un sitio conocido como El Charco de los Indios, en cuyas inmediaciones han sido halladas muchas piezas de origen taíno.

El autor de estas líneas acompañado por Denio Lugo y los hermanos Robert y Vicente Castillo, visitamos en el 1991, un sitio conocido como El Chupadero, al norte de Calabazas, en el cual aun quedan algunos vestigios de lo que fuera una especie de calzada hecha en lajas de piedra caliza de aproximadamente un metro de ancho por unos quince metros de largo, que supone forma parte de una estructura ceremonial; también hay cerca de este camino algunas grandes piedras que parece fueron usadas como asientos de personajes indígenas importantes. En todo el entorno abundan los restos de cerámicas tainas.

La zona fue aparentemente saqueada por extranjeros hace algunas décadas, según el testimonio de algunos moradores.

En todo el entorno de Puerto Hermoso, sobre todo en Salinas, se han encontrado restos de objetos de barro y montículos de caracoles que según Félix Servio Doucodray hacen presumir la presencia de asentamientos aborígenes dedicados a la pesca.

En el sitio conocido como La Cuchilla de El Guano, en las inmediaciones de Villa Güera, abundan los hallazgos fortuitos de restos de piezas indígenas encontradas por los campesinos de la zona, cuando estos aran sus terrenos o cuando cavan para enterrar los postes de sus empalizadas.

Alexis Agramonte, destacado ecologista banilejo, ha encontrado muchos restos de piezas de origen taíno en las montañas de Las Yayitas, El Recodo.

Otro lugar de interés arqueológico es la zona de Valdesia. Por ese sitio fue encontrado el famoso cemi hecho en guayacán que fue subastado por la casa Christie' s de Londres, en la década de los ochenta, por una fabulosa suma de dinero.

Algunos top6nimos de origen taíno que hay en el Valle de Baní son: Baní, nombre de la ciudad y de un río, Güera, Iguana y Paya, estos últimos nombres de secciones y arroyos; Guásuma, nombre de un arroyo y los ríos Nizao y Ocoa, que además corresponde a los nombres de sendos municipios de la Provincia Peravia.

Atendiendo a la proliferación de sitios con posibles yacimientos arqueológicos reportados en Baní y en virtud de las nulas o muy escasas exploraciones científicas que se han hecho en estos lugares, es necesario que se considere la posibilidad de hacer un estudio acerca de la riqueza arqueológica de Baní.

Historia de los asentamientos humanos y la arquitectura en el Valle de Baní