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domingo, 28 de julio de 2013

EL KIRGUIS.-




Américo Valenzuela G



La fisonomía del Kirguís no es exactamente la de un ciudadano chino pero tampoco se puede asociar a su vecino más cercano, el uzbieko. Y resulta todo lo contrario del físico que caracteriza al nativo tayik como al kosaco.



De todos modos, el Kirguís es de mediana estatura, de ojos rasgados, pequeños, físicamente bien proporcionado, justo, de cuerpo equilibrado. Aparenta un chino pero no lo es. Y al igual que el Japonés, el Kirguís detesta que asocien su raza con los Chinos.



Ellos no se identifican con los demás,  los cuatro vecinos, orgullosos dicen proceder del desierto del Gobi en Shamballa, Mongolia, que sus ancestros y abuelos son reductos de antiguos ejércitos que se adentraron en la región y sus estepas  procedentes del desierto que prohijó al Gran Kan.



De ahí podemos suponer la tradición militar y el amor a las armas y los agiles corceles, las espadas, los combates, el valor de los seres humanos, y la entrega a la causa.



La Republica Kirguís por su situación geográfica puede ser comparada a Bolivia, sin acceso al mar, esta estrangulada por gigantes rocosos. Resulta totalmente mediterránea. Sobresale en el Asia Central teniendo a Biskek de Capital.



En esa parte del mundo cada región y cada cultura posee un tipo de gorro que lo distingue del resto, autóctono como la sangre,  tanto el modelo de invierno  como el tipo que se lleva en el verano.



Entre ellos existe una diferenciación visible no solo en el vestuario, no solo el tipo de música o el alimento sino y sobretodo en las costumbres. En las expectativas, en los ensueños, en los anhelos.



El Kirguís distingue un tipo de gorro triangular como los barquito de papel que suelen crear  los niños  de las escuelas para agitarlos en las bateas o bañeras.



Y sobretodo ama la tienda de campaña como residencia por el tipo de libertad que en estas se genera, gusta el locrio de  ternera y de ovejas, los asados al aire libre, la caza utilizando agiles arcones, y la pesca a redes y anzuelos.



 Podemos imaginar silente el pico nevado de las grandes montanas como testigo de esas reuniones de antiguas familias.



 El vapor del buen te, el trago de coñac, el queso anejo, el buen aire, aquel oxigeno nuevo, el vino casero…El perro y los niños jugando.  Es decir, la libertad. Son felices con aquello que tienen. Y no son góndolas venecianas, italianas ni tampoco las barcazas que surcan los canales de Ámsterdam  o La Haya en Holanda.



El Kirguís resulta de aquel tipo especial de amigos que son tan cercanos como los familiares. Fieles, entregados, verdaderos. Aun poseen vigencia los Patriarcas en sus comunidades. Este bendice las bodas, abre los festejos tradicionales, parte el bizcocho en el cumpleaños.

Con enormes botas de fieltro, pero en relación a su pequeña estatura, yo lo recuerdo llevando el gorrito triangular sobre la corta cabellera, daba la bienvenida a los estudiantes dominicanos y latinos, asiáticos y rusos, quienes tras una larga jornada aérea, arribamos al aeropuerto principal de Biskek, destinados a participar en una larga jornada de prácticas de hidráulica promovida por la facultad de ingeniería de la Universidad de la Amistad de los Pueblos, la Patricio, de Moscú.



El Patriarca Kirguís de tez morena como el acero no dejaba de sonreír ni tampoco de tomar…Del otro lado del Gran Macizo Montañoso, la China Popular.

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